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El recuerdo a Bixente Perurena, muerto por el GAL, une a pueblos, víctimas y partidos

35 años después de que el GAL lo matará junto a Ángel Gurmindo «Stein», la familia de Bixente Perurena ha estado muy acompañada en el acto de recuerdo en Errenteria. El alcalde Julen Mendoza y el primer edil de Hendaia Kotte Ezenarro las han abrazado y han asistido víctimas de ETA como Alberto Muñagorri y la familia de Juan María Jáuregui.

Los alcaldes Ezenarro y Mendoza, junto a Blanki y Argi, viuda y una de las hijas de Peru. (R.S.)

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Han tenido que pasar 35 años desde aquella noche de febrero de 1984, 35 años que la hija de «Peru», Argi Perurena, ha caracterizado por «la impunidad y la impotencia». Pero hoy Bixente Perurena sí ha tenido el acto de recuerdo que durante tanto tiempo se le ha negado e incluso reprimido. Un acto que trasciende a Errenteria y a Hendaia, los sitios en que vivió y lo mataron, porque ha superado trincheras en un ejemplo de aportación a la convivencia.

Así, junto a la familia Perurena Pascual han estado, además de los dos alcaldes, todos los grupos municipales de Errenteria, representantes políticos desde EH Bildu (Juan Karlos Izagirre, Marian Beitialarrangoitia, Arkaitz Rodríguez) al PSE (Rafaela Romero), y también víctimas de los dos lados, como Axun Lasa –hermana de Joxean Lasa, otro muerto del GAL–, Maixabel Lasa y María Jáuregui –esposa e hija de Juan María Jáuregui, exgobernador civil de Gipuzkoa al que mató ETA– o Alberto Muñagorri –mutilado por un paquete-bomba colocado por esta organización en Errenteria, cuando tenía 10 años–.

Si las presencias han sido impactantes, no menos las palabras de Argi Perurena. Es una de las tres hijas de Bixente Perurena y de su viuda, Blanki Pascual, que también ha estado en el acto, celebrado junto al restaurante familiar que regentaba «Peru» antes de tener que pasar la muga. Argi Perurena ha recordado con numerosas anécdotas cómo de repente vieron partir a sus padres, a quienes solo visitaban al principio los fines de semana, hasta establecerse finalmente en Hendaia, en lo que llamaban «la casa de la padrera» en referencia a una serie televisiva de la época. Allí su padre intentaba mantener la actividad y el ánimo, pero sus hijas le observaban mirar debajo del coche: «Nos decía que estaba estropeado».

Los temores de «Peru» se confirmaron una noche de febrero de 1984. Se sabía vigilado y pidió que le acompañara a su amigo Gurmindo. Los dos serían acribillados a tiros al salir de casa. Las tres niñas no solo quedaron huérfanas de padre, ha recordado Argi, sino también aterradas por el miedo posterior a que también acabaran matando a su ama; impotentes ante la prepotencia policial (les quitaron hasta el álbum de recuerdos); victimizadas por una persecución extrema («las cenizas de mi aita tuvieron que pasar la muga escondidas»)...

Perurena ha subrayado que pese a ello siempre han entendido el dolor del otro bando, pero sin negar que les ha pesado el plus de «injusticia e impotencia» aplicado a casos como el suyo. Y por ello ha concluido señalando que los avances hacia la convivencia y reconciliación solo serán firmes si se producen desde la sinceridad y desde el reconocimiento de la verdad.

Mendoza y Ezenarro

El sencillo acto –en este punto ubicado geográficamente entre Astigarraga, Errenteria y Oiartzun– ha sido abierto por la música de Mikel Markez y cerrado por un aurresku de Jon Maya, ambos oreretarras. El todavía alcalde, Julen Mendoza, ha incidido en la necesidad de que lo humano se sobreponga a la «batalla del relato» y que el futuro se afronte «mirándonos a los ojos» y «perdiendo el miedo a mirarnos en el espejo de nuestro pasado».

El primer edil de EH Bildu, que cierra un ciclo de ocho años marcado por el impulso a la convivencia y que ha elogiado expresamente Ezenarro, ha recordado que hace 264 días y a escasos 1.180 metros escasos de este merendero se celebró otro acto de reconocimiento plural promovido por José Miguel Cedillo, hijo de un policía al que ETA mató en el municipio. Igual que a este joven andaluz le sirvió para encauzar su duelo, Mendoza ha deseado que este acto «quite una pequeña parte de su enorme dolor» a los Perurena Pascual.

También han sido muy cariñosas las palabras de Kotte Ezenarro. El ahora alcalde de Hendaia ha explicado que vivía a apenas cien metros de aquella «casa de la padrera» y ha definido a Bixente Perurena como «una persona jovial, atleta, con fuertes convicciones en favor de un mundo mejor, con más justicia y libertad». Ha parafraseado a Martin Luther King para señalar que «tenemos que vivir juntos como hermanos o moriremos juntos como idiotas», y también a Kofi Annan, reproduciendo su mensaje en Aiete: «Hemos compartido una larga y dolorosa vivencia, compartamos ahora la esperanza de un nuevo comienzo».

Tanto Blanki Pascual como las tres hijas de Bixente Perurena (también estaba su hermano Txomin, conocido exciclista) se han fundido en un abrazo con los dos alcaldes y se han mostrado agradecidas y conmovidas por este homenaje, 35 años después.