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Begoña Urroz: el triunfo de la verdad

Ha pasado ya cerca de una década desde que el autor del artículo explicara, en estas mismas páginas, la mentira creada en torno a la muerte en atentado de la pequeña Begoña Urroz. Y en su repaso de lo que ha acontecido en torno a este caso, se fija en la figura de Florencio Domínguez.


Hace ya casi diez años, escribí en GARA un par de artículos explicando el proceso de cómo se había construido una mentira que había llegado hasta Naciones Unidas y había quedado reflejada incluso en Wikipedia (en castellano, no en euskara). Se trataba de una manipulación escandalosa, la muerte de la bebé Begoña Urroz en junio de 1960, achacada desde el año 2000 a ETA cuando sus autores habían sido unos miembros del DRIL infiltrados por la Policía española.

La investigación que hice para aquellos artículos fue la misma, en general, que ha realizado el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. Con algunas excepciones. Me impidieron consultar en el Archivo Histórico Nacional las fuentes policiales, que notificaban la autoría del DRIL. En el Archivo de la Emigración Gallega encontré detalles del operativo y los informes sobre la infiltración policial.

En Venezuela descubrí las reivindicaciones, en Bélgica la pista de los que huyeron tras cometer los atentados y en Cuba me entrevisté con Eloy Gutiérrez Menoyo, 22 años en las prisiones cubanas y excarcelado en las negociaciones entre Fidel Castro y Felipe González. El DRIL había sido una copia exacta del Directorio Revolucionario que creó Gutiérrez Menoyo cuando la Revolución, antes de conspirar contra el régimen comunista.

Aquella investigación fue seria y profunda. Lo de la autoría del DRIL no era ni una teoría ni un descubrimiento. Era una verdad confirmada. Pero la información fue ninguneada en España. Incluso criminalizada porque fue difundida en un medio como GARA. Aún pueden consultarse en internet los ataques contra el medio y el autor: «Nula credibilidad del diario pro-etarra», «falta de rigor histórico»… Todavía en el Informe actual del Memorial se me cita como «propagandista» y «conspirador».

La maquinaria del Ministerio de Interior y del CNI se puso en marcha con la colaboración especial de varios medios, entre ellos, y destacando, “El País” y “El Diario Vasco”. Begoña Urroz era la primera víctima de ETA, según había “investigado” Ernest Lluch, ocho años antes de la muerte de José Pardines y Melitón Manzanas, guardia civil y comisario franquistas, hasta entonces considerados los primeros muertos de aquella espiral acción-represión-acción.

Se dijeron cosas tremendas, incongruencias, manipulaciones. Hemos escuchado en temas similares también palabras gruesas que no tenían sentido. Otra manipulación histórica como la de achacar la autoría del 11M a ETA llegó también a Naciones Unidas, en este caso a su Consejo de Seguridad, que emitió aquella delirante Resolución 1530. En el caso de Begoña Urroz se llegó a apuntar la posibilidad de que Baleren Bakaikoa, uno de los heridos en el atentado que causó la muerte de la niña, catedrático ya jubilado en Economía Aplicada en la UPV-EHU y militante independentista, estuviera implicado en el ataque. Aunque entonces tuviera 15 años.

El soporte final de la mentira sobre la autoría lo puso el propio Florencio Domínguez, hoy director del Centro del Memorial de Víctimas del Terrorismo y coautor del trabajo “Vidas Rotas”. En el libro, vademécum de las asociaciones de víctimas del terrorismo, el mismo que sus representantes entregaron a Kofi Annan en la Conferencia de Aiete de 2011, Domínguez señalaba que Begoña Urroz era «la primera víctima de la organización terrorista ETA». ¿Sus fuentes? Meras especulaciones.

Durante años, la mentira sobre la autoría, a pesar de que algunos medios continuaron sosteniéndola, fue decayendo. Trabajos posteriores fueron confirmando lo apuntado en GARA en 2010. Tanto el Ministerio de Interior del Gobierno español como la Consejería de Interior del Ejecutivo de Gasteiz mantuvieron a Begoña Urroz como «víctima del terrorismo» pero trasladando la autoría de ETA al DRIL. En el cuaderno del Ministerio de Educación español sobre «terrorismo» que se reparte en la ESO, Begoña Urroz es víctima del DRIL.

El Informe número 6 del Memorial de Gasteiz, titulado “Muerte en Amara. La violencia del DRIL a la luz de Begoña Urroz”, llega veinte años tarde. El Ministerio de Interior ha venido a cerrar un caso de manipulación que ya había perdido y que había restado credibilidad a su Memorial. Las palabras de Denis Itxaso señalando que se cierra una «época de polémica» sobre el caso son de una elevada hipocresía. Su partido fue el que difundió la manipulación, ahora convertida en polémica, a sabiendas de que la investigación que ya hizo y publicó el PSOE en 1960 no dejaba lugar a la duda.

La posición de Florencio Domínguez, que en la presentación del informe no tuvo la nobleza de señalar que él mismo había sido uno de los instigadores principales de la mentira, no va a peligrar. No habrá dimisión porque tampoco ha habido rectificación. Los prodigios españoles son precisamente capaces de afirmar una noticia y acto seguido negarla sin mover siquiera las cejas. Es su trabajo.

¿Por qué ahora? El Memorial está tan escorado y sus trabajos tan matizados por el “hooliganismo” que en algún despacho le han aconsejado un ejercicio de equidistancia. Mucho tienen que cambiar. Si buscan la verdad en serio, la lista para desentrañar desapariciones, acciones de falsa bandera, ejecuciones extrajudiciales, torturas… es extensísima. A la espera.