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«Tornado Trump» en la cumbre del G20

Los jefes de Estado y de Gobierno de las veinte primeras economías mundiales, que suman el 85% de la riqueza anual mundial, se reúnen este viernes y el sábado en Osaka, urbe de más de 3 millones de habitantes y segundo pulmón económico de Japón.

El presidente de EEUU a su llegada a Osaka, Japón (Brendar SMIALOWSKI-AFP)

Más allá del programa oficial y de la redacción de un comunicado conjunto, que se prevé muy complicada este año, serán los encuentros bilaterales, y en particular los previstos por el presidente estadounidense, Donald Trump, los que darán el tono en la cumbre del G20.

El encuentro del sábado entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, quien ha llegado hoy a Osaka, se anuncia como el momento cumbre de una cumbre tumultuosa, entre diferendos comerciales, desavenencias en torno a Irán y fricciones sobre el clima.  

El inquilino de la Casa Blanca, ya oficialmente en campaña para su reelección, ha tenido tiempo mientras hacía las maletas para criticar, en tan solo 48 horas, a Japón, Alemania e India, sin olvidar a China.

En plena guerra abierta entre Washington y Pekín por la dominación económica y tecnológica del mundo, la Administración Trump amenaza con imponer tasas aduaneras punitivas para todas sus importaciones desde China, lo que según no pocos economistas podría hacer descarrilar un crecimiento mundial ya al ralentí. e hundir los mercados financieros, en estado febril.

En entrevista con la cadena Fox Business News, Trump ha preparado el terreno asegurando que «la economía china se hunde y están implorando un acuerdo». La agencia oficial china no ha tardado en criticar «a cierto país del G20» que busca «doblegar a sus socios comerciales ante exigencias irracionales».

Acuerdo de mínimos

David Dollar, del centro de reflexión Brookings Institution, cree posible un acuerdo de mínimos con la congelación de las tasas por parte estadounidense, y con un compromiso por parte de China de incrementar la compra de materias primas agrícolas estadounidenses.

Pero el mismo experto no excluye que la eventual tregua entre Xi y Trump acabe en unos pocos meses en otro desencuentro «porque ambas partes parecen muy distanciadas». Trump quiere a toda costa reducir el colosal déficit comercial estadounidense respecto a China. Esta última potencia se niega a renunciar a sus ambiciones, sobre todo tecnológicas.

Naoyuki Yoshino, dirigente del Asian Development Bank Institute (ADBI), coincide en esperar que los dos presidentes «rebajarán el temor» de los mercados financieros. particularmente nerviosos con el fondo de un crecimiento mundial apático.

China no es la única ponencia en el punto de mira de un Trump que se ha mostrado especialmente prolijo en vísperas de la cumbre. Ni el anfitrión, Japón, se ha librado de sus ataques. El inquilino de la Casa Blanca ha asegurado que Washington no dudaría en partir a la guerra por su aliado, pero ha añadido que si los EEUU fueran atacados, los japoneses se limitarían «a mirar desde su televisor Sony».

Más aún. Desde las escalerillas del avión presidencial Air Force One, Trump ha arremetido contra las tasas aduaneras «inaceptables» establecidas por India, gigante asiático al que EEUU quiere obligar a que «abra» su mercado. Todo un aviso de lo que le espera en el encuentro bilateral al recién reelegido primer ministro indio. Narendra Modi, en su encuentro bilateral con el magnate neoyorquino.

La dicotomía india

En tanto que gran democracia representativa asiática, India es un socio imprescindible para EEUU en su afán de contener la pujanza de China. Pero la política de «America First» de Trump y su amenaza de recurrir a barreras aduaneras hace rechinar los dientes en Nueva Delhi. Por contra, el proteccionismo histórico de India enerva a Trump, que no duda en bautizar a India como «el rey de las tasas aduaneras». Los halcones económicos occidentales denuncian que las reservas y restricciones indias impiden a las sociedades extranjeras ser competitivas en un mercado de 1.300 millones de habitantes.

Las relaciones bilaterales se han deteriorado este mes cuando EEUU ha retirado a India el estatus de socio comercial preferencial, lo que permitía hasta ahora al segundo gigante asiático exportar a EEUU por valor de 6.000 millones de dólares al año sin pagar derechos de aduana. En represalia, India elevó las tasas aduaneras sobre 28 productos importados de EEUU, incluidas almendras. manzanas y nueces, producidas en las zonas rurales que son la base electoral de Trump.

EEUU ha denunciado igualmente la nueva reglamentación india sobre comercio en línea, que denuncian como una traba para el desembarco de Amazon y Walmart con el objetivo de favorecer la emergencia de un líder indio en el sector. En paralelo, la prensa local adelantó que India exige nuevas exenciones para poder seguir comprando petróleo iraní, en medio del bloqueo estadounidense contra la economía persa. Y, ya como guinda, EEUU recela de los acuerdos militares entre India y Rusia –herencia de la histórica relación entre la dinastía Nehru-Ghandi y la URSS–, por los que Nueva Delhi ha comprado a Moscú por valor de 12.000 millones de dólares sistemas de defensa antiaérea S-400.

En la misma línea, Trump tiene previsto encontrarse con su homólogo turco, Recep Tayip Erdogan, quien espera que su feeling desactive la crisis bilateral por los planes de Ankara de comprar el mismo sistema S-400. EEUU ha dado un ultimátum a su aliado en la OTAN hasta finales de julio para que dé marcha atrás bajo la amenaza de sanciones. Erdogan, que acaba de sufrir un grave revés político en la repetición de las elecciones municipales en Estambul, insiste en que mantendrá su compromiso con Rusia.

Tampoco la Alemania de Angela Merkel, cuyo estado de salud preocupa por su segundo tembleque en diez días, se ha librado de las diatribas de Trump, quien ha acusado a su aliado de «mal pagador». «Alemania gasta miles y miles de millones de dólares a Rusia por su energía y nosotros estamos obligados a proteger a Alemania». Berlín confía en que a la canciller no le dé un tercer tembleque en el encuentro bilateral con el presidente estadounidense.

En medio de este clima, sorprende que Trump no haya hecho mención alguna a su homólogo ruso, Vladimir Putin, con quien tiene no pocas cuitas pendientes. Y la menor de ellas no es Irán, en un momento en el que el general en jefe del Ejército estadounidense está multiplicando sus amenazas contra Teherán, y ha llegado a evocar «una guerra que no nos costaría demasiado tiempo». Rusia, como China y la UE, busca rebajar la tensión en una crisis que puede hacer estallar el polvorín de Oriente Medio. En esta línea, conviene seguir con atención el encuentro de Trump con el hombre fuerte de Arabia Saudí, Mohamed Ben Salman (BMS).

En fin, la cumbre del G20 vuelve a estar condicionada por el «Tornado Trump», que presenta todas sus cuitas con las otras potencias mundiales en un mundo cada vez más multipolar. Y que tiene poco interés en alcanzar acuerdos en torno al librecambio, al Acuerdo de París sobre el Clima… Poco o nulo. Trump está en campaña y será su olfato electoral, y el de sus asesores, el que decidirá hasta dónde tensar la cuerda. Evitando, eso sí, que se rompa. Para poder disponer de la siguiente oportunidad para seguir haciendo campaña.