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El acuerdo UE-Mercosur aún tiene por recorrer un camino espinoso

El acuerdo firmado el 28 de junio entre la UE y el Mercosur, en paralelo a la cumbre del G20 celebrada en Japón, todavía tiene que recorrer un camino espinoso, al menos a este lado del Atlántico, puesto que no ha recibido el beneplácito de las asociaciones de agricultores europeas, que han comenzado a movilizarse para frenar su ratificación.


Carne de vacuno, aves, azúcar, maíz, arroz, miel... El acuerdo entre la UE y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) incluye la liberalización del intercambio de una larga lista de productos agrícolas, acompañada de cuotas precisas para cada uno de los productos que entren en alguno de los países de estos dos grandes mercados.

La Comisión Europea, que ha sido quien ha negociado en nombre de los Estados miembros, considera que se trata de un acuerdo «estratégico» y «equilibrado» dentro de cada sector de actividad. Además, subraya que se ha previsto una «cláusula de salvaguarda» para suspender los acuerdos en caso de «daño» económico sobre un sector determinado debido al aumento «imprevisto y significativo» de las importaciones.

En el contexto global marcado por la estrategia proteccionista de Donald Trump, este tratado puede ser presentado por las autoridades europeas como «un fuerte gesto político» en favor del «multilateralismo frente a la actitud de Estados Unidos», tal como señaló a AFP Olivier Dabène, presidente del Observatorio de Ciencias Políticas de París para América Latina (Opalc).

Movilizaciones en marcha

Pero la necesaria ratificación por parte de los parlamentos estatales de los Veintiocho va a encontrarse con una fuerte oposición, tanto de los sindicatos agrarios como de grupos ecologistas. Los primeros ya han iniciado esta semana movilizaciones, más o menos radicalizadas, para expresar su malestar.

El acuerdo es «absolutamente desequilibrado» para el principal sindicato alemán del sector, «un engaño» para su equivalente francés o «vergonzoso» para los campesinos irlandeses. La Copa Cogeca, la principal confederación campesina europea, ha cargado contra esta «política comercial de doble rasero», ya que opina que el acuerdo creará «una fosa entre lo que se exige a los agricultores europeos» en materia normativa «y lo que se tolera a los productores del Mercosur» que exportarán a la UE.

Durante los últimos días, los productores del Viejo Continente han consechado el apoyo de eurodiputados de todas las tendencias, lo que hace presagiar una larga batalla en el Parlamento de Estrasburgo, que también tiene que pronunciarse sobre el texto acordado.

Incertidumbre política

Como responsable del contenido del tratado, no ha sorprendido la defensa a ultranza realizada por el comisario de Asuntos Económicos, el francés Pierre Moscovici, que el jueves aseguró que es beneficioso «en el plano agrícola, en el económico y en el medioambiental».

Al ser cuestionado sobre la deforestación masiva en la Amazonia, indicó que el tratado «obliga a Bolsonaro (el presidente brasileño) a respectar los Acuerdos de París». Respondiendo a Nicolas Hulot, político ecologista, que dijo que el acuerdo es «antagónico» con la lucha contra el cambio climático, Moscovici comentó que el exministro del Gobierno de Emmanuel Macron expresaba «una opinión», mientras que él hablaba «de una negociación, de hechos».

En el mismo sentido se ha pronunciado el propio Macron, que, al defender el acuerdo, advirtió contra las actitudes «neoproteccionistas» que rechazan la reciprocidad de los intercambios comerciales. «Quienes dicen que todo acuerdo comercial es malo, me tienen que decir cómo harán para vestirse, alimentarse o desplazarse», enfatizó.

La ratificación tampoco discurrirá por un camino de rosas al otro lado del Atlántico. Como indica Christophe Ventura, director del Instituto de Investigación e Informaciones Socioeconómicas (IRIS) de Quebec, el desenlace es incierto, ya que, por ejemplo, Jair Bolsonaro «no cuenta con mayoría suficiente en el Congreso brasileño», mientras que la oposición argentina «ya ha dicho que no lo ratificará en su actual redacción». Y, tras las elecciones presidenciales y legislativas de octubre en Argentina, «el tratado puede estallar en mil pedazos con un nuevo Parlamento».