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Aires de cambio bajo la amenaza de la incertidumbre del Brexit

Las instituciones en el norte de Irlanda han quedado restablecidas en una situación muy diferente a la de hace tres años, cuando se colapsaron con el abandono de Sinn Féin del Ejecutivo norirlandés ante la intransigencia unionista en la implementación de cuestiones claves para los republicanos, como la oficialidad del gaélico.


Los cambios legislativos y sociales en el norte de Irlanda, como la igualdad matrimonial para el colectivo LGTBI+ y la legalización del aborto, se han producido precisamente gracias a la ausencia del Gobierno y de la Asamblea de Belfast. Pero, sin duda, uno de los cambios más significativos es el referido a la actitud del partido unionista mayoritario, el DUP, hacia las instituciones y hacia el resto de los partidos norirlandeses.

Hace tres años, el DUP se sentía el partido mayoritario en el norte de Irlanda y su influencia en el Parlamento de Londres, donde el Gobierno conservador de Theresa May necesitaba sus diez diputados para mantener la mayoría, hacía desde su punto de vista innecesario el compromiso que requieren las instituciones norirlandesas, por lo que optaba por un Ejecutivo a control remoto y utilizaba a May, ministros y diputados conservadores como marionetas en el juego de poder en el norte de Irlanda.

Sin embargo, su apuesta por el Gobierno del nuevo líder conservador, Boris Johnson, fue traicionada en nombre de un Brexit rápido, y su pérdida de influencia en Londres tras los resultados en las elecciones generales de diciembre de 2019, en las que el DUP perdió dos escaños, ha reavivado su interés por las instituciones norirlandesas.

Pero para restaurar las instituciones, el DUP se sabía abocado a aceptar la implementación de aspectos de los acuerdos de paz a los que anteriormente se había opuesto frontalmente, entre ellos la cooficialidad del gaélico irlandés en el norte de Irlanda. Durante los últimos tres años, los partidos estuvieron en dos ocasiones a un paso de lograr un acuerdo para la vuelta de las instituciones. En ambos casos, el DUP se echó atrás por la oposición frontal de sus miembros, particularmente la Orden de Orange, a la cooficialidad del gaélico.

Durante su discurso de aceptación del cargo de primera ministra del Ejecutivo de Belfast, la unionista Arlene Foster se refirió ayer a un regalo que recibió durante su visita a una escuela irlandesa, un cuadro con un bordado en gaélico que aseguró está colgado en la pared de su oficina. Un cambio de actitud que se verá reflejado en la implementación del contenido del nuevo acuerdo, aceptado por las formaciones norirlandesas y los gobiernos de Londres y Dublín, que no prevé una ley de lengua irlandesa independiente, pero sí proporciona muchos elementos que se incluían en la propuesta elaborada como parte del Acuerdo de San Andrés, como el establecimiento de un Comisionado del idioma irlandés «para reconocer, apoyar, proteger y mejorar el desarrollo del idioma irlandés», que proporcionaría asesoramiento y orientación, y «presentaría, respaldaría y supervisaría el uso de los estándares de mejores prácticas lingüísticas». El Acuerdo también contempla la creación de un Comisionado para el apoyo del dialecto Ulster-Scot.

Los unionistas han comenzado a aceptar que no hay marcha atrás en lo que se refiere a los cambios de la sociedad y la política norirlandesa, y que con su negativa a afrontar la necesidad de responder a las prioridades de la población se arriesgaban a ser relegados políticamente.

Para el DUP, la mayor amenaza es ahora el partido de la Alianza, que se ha beneficiado del castigo de los votantes a un unionismo desincronizado con la ciudadanía que prefiere la asociación con organizaciones paramilitares lealistas durante la campaña electoral a la adopción de políticas progresistas.

Foster, posiblemente ante la realidad de que el unionismo ya no es la mayoría política en el norte de Irlanda, no solo aceptó ayer la importancia cultural del gaélico en el norte de Irlanda, sino que también reconoció las diferentes identidades existentes, y con ello la necesidad de realizar reformas dentro de la Asamblea, donde desaparecerá la posibilidad de veto que en tantas ocasiones utilizó el unionismo para paralizar la tramitación de la legislación hoy ya vigente o en camino de aprobarse.

La restauración de las instituciones también garantiza la estabilidad de los servicios públicos, después de verse presos de las políticas de austeridad impuestas desde Londres, particularmente en sanidad, al perder la defensa de las instituciones norirlandesas. Garantiza también una inyección de capital destinada a la creación y mejora de la infraestructura entre el norte y el sur de Irlanda, que incluye la mejora de las autopistas y la cooperación en materia educativa y sanitaria entre el norte y sur.

Sin embargo, esta ola de optimismo podría verse frenada por el Brexit, del que los unionistas son partidarios a pesar de que la mayoría de los norirlandeses prefieren la permanencia en la Unión Europea. ¿Será ese el próximo cambio en el seno de DUP o la razón para una nueva crisis política?