La desinfección de las calles, ¿medida imprescindible o totalmente superflua?
Desinfectar las calles con productos que no utilizan habitualmente los servicios de limpieza municipales, como la lejía diluida en agua, está siendo objeto de debate en el Estado francés. Resulta curioso que, cuando el Ejército español ha hecho un despliegue extraordinario centrado en gran parte en esas labores, la autoridad sanitaria de la región de París considere que no está probado que sirva para algo.
Lo que parecía una pregunta sin mayor trascendencia, dentro del necesario control político de la oposición a quienes dirigen cualquier institución en estos tiempos de coronavirus, se ha tornado en el eje de un debate sociosanitario en el Estado francés: ¿Es necesario desinfectar las calles para combatir el Covid-19?
Sin contar con la certeza que provoca en otras cuestiones el consenso de los expertos, esta medida, que quizás sea nociva para el medio ambiente y para las personas, avanza de forma dispersa por los municipios del Hexágono.
Nada que ver con el despliegue inusitado del Ejército español, que ha dado lugar a imágenes como –por citar solo un ejemplo de lo visto en Euskal Herrria– la de un grupo de militares rociando desinfectante en la estación de Renfe de Irun, pero no solo en las zonas que utiliza el público en general, sino también en andenes y muros de instalaciones que llevan décadas abandonadas.
A orillas del Sena, la cuestión se toma con otra filosofía y se deja espacio para el debate. Así, el lunes, Francia Urbana –institución que agrupa a metrópolis, aglomeraciones y grandes ciudades– saltó a la palestra exigiendo una «posición nacional» sobre un procedimiento considerado de sentido común por unos y peligroso por otros.
«La desinfección del espacio público, ¿es eficaz desde el punto de vista sanitario?», preguntó la asociación, a la vez que reclamaba aclaraciones sobre las «condiciones técnicas a respetar» y los «riesgos medioambientales provocados».
Como en China y Corea
Algunos municipios ya habían comenzado a imitar lo que se ha hecho en China o Corea del Sur, rociando con desinfectante las calles y otros espacios públicos.
Como relata la agencia France-Presse, en la Costa Azul, desde Cannes a Menton, no es raro cruzarse al alba con personal pertrechado con buzos blancos integrales que pulverizan, en torno a hospitales o centros comerciales, una solución de lejía en agua destinada a eliminar virus y bacterias.
En Niza, Christian Estrosi (LR) ha ordenado esparcir un líquido «que funciona en 15 minutos» y que «disuelto en mucha agua» no presenta «ningún riesgo para el medio ambiente», según afirma el alcalde de la ciudad.
En Colmar, ubicada en Alsacia, una de las zonas más afectadas por la epidemia, se da prioridad a farmacias, residencias de ancianos, comercios de alimentación, tribunales y pasajes subterráneos.
En Beaune, Borgoña, están realizando una desinfección «dirigida» a lugares de riesgo con un producto utilizado en la industria alimentaria «completamente inofensivo», según comenta su alcalde, Alain Suguenot (también de la derechista LR).
«No hará mal a nadie y tiene una virtud pedagógica», asegura Michel Chapui (de la centrista UDI), regidor de Puy-en-Velay, incidiendo en el «principio de precaución».
«No se trata de un remedio-milagro, sino de una acción complementaria en nombre de la salubridad pública. No debemos obviar ninguna pista», resume Manuel Aeschlimann (LR), alcalde de Asnières-sur-Seine, al norte de la capital francesa.
¿Es contraproducente?
En París, la candidata a la Alcaldía por la LR en las «interruptas» elecciones municipales, la exministra Rachida Dati, también instó al Ayuntamiento a «no privarse de una sencilla medida de sentido común».
A raíz de esa petición, el equipo dirigido por la actual alcaldesa, Anne Hidalgo (PS), señaló que estaba esperando una «opinión experta», subrayando que había ciertas «reservas por parte de los científicos». Replicando a Dati, el lugarteniente de Hildago, Emmanuel Grégoire fue más contundente: «No queremos tomar ‘riesgos’ con la vida y la salud de nuestros conciudadanos».
El responsable del servicio en la capital, Paul Simondon, explicó que, desde el inicio de esta crisis sanitaria, el Ayuntamiento ha pedido que el protocolo de limpieza con agua sea «convalidado» por la Agencia Regional de Salud (ARS) de Île-de-France, que lo ha calificado de «totalmente satisfactorio».
Es más, la opinión «provisional» de la ARS es esta: «La aspersión de lejía o de otro desinfectante es inútil además de peligrosa para el medio ambiente». Así lo indicaron sus responsables en un correo transmitido el lunes a la Alcaldía de París.
No obstante, la ARS también destacaba que el Consejo Superior de Salud Pública está realizando una comparativa internacional y que, si este concluye a favor de la desinfección de las vías urbanas, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria y Alimentaria (ANSES) tendrá que elaborar un protocolo preciso que todos los ayuntamiento deberán aplicar.
Mientras llega ese informe, la ARS indicó que, a estas alturas, es imposible saber si el SARS-CoV-2, el virus que provoca el Covid-19, puede «sobrevivir» en las aceras o el mobiliario urbano, ni durante cuánto tiempo si se diera el caso.