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Bolsonaro continúa llevando a Brasil por una peligrosa senda

Al sur del Río Grande, Brasil es ya el país americano con más casos de Covid-19 registrados, más de 20.000, y con más fallecidos, más de 1.100. Pese a las advertencias para que cambie de actitud, que le llegan incluso desde su Gobierno, Jair Bolsonaro continúa sin desviarse del rumbo que tomó cuando calificó a la epidemia de simple «gripecita».

Jair Bolsonaro, con chaleco, en la visita a un hospital de campaña en construcción. (Evaristo SA | AFP)

La evolución de la epidemia entre la población brasileña todavía está en una fase incipiente si tenemos en cuenta que el país tiene más de 250 millones de habitantes. La tasa de mortalidad por millón de habitantes es de 5, muy por debajo de otros países latinoamericanos, como Ecuador (18), Panamá (18) o República Dominicana (12).

Pero lo que marcan las famosas curvas es que la propagación del virus del Covid-19 se está acelerando en las últimas jornadas. Brasil declaró su primer caso el 25 de febrero; la cifra fue aumentando poco a poco hasta alcanzar los 200 el 15 de marzo; y a partir del 1 de abril se ha ido empinando, hasta informar oficialmente este sábado de 20.727 personas contagiadas y 1.124 fallecidas.

Hubo un dato esperanzador: por vez primera en tres días, los fallecidos en las últimas 24 horas no pasaron del centenar (67). Pero el número de casos confirmados se incrementó en 1.089 desde la víspera, superando otra vez el millar en una sola jornada.

Por ello, las autoridades del Ministerio de Salud volvieron a advertir sobre la «necesidad» de que ciudadanas y ciudadanos respeten todas las medidas de restricción de la circulación adoptadas por gobernadores o autoridades municipales.

El presidente, el principal saboteador

El problema principal es que el presidente del país, Jair Bolsonaro, se ha convertido en el peor ejemplo para que sus conciudadanos se atengan a esas advertencias.

El sábado, Bolsonaro, quien insiste en criticar y desafiar las medidas de aislamiento forzadas por el avance de la epidemia, visitó un hospital de campaña que está siendo montado a 60 kilómetros de Brasilia, en el estado de Goiás.

Lo hizo junto con el ministro de Salud, Luiz Henrique Madetta, y esta vez, a diferencia de otras en las que salió a pasear por las calles de Brasilia en claro desacato a la cuarentena, utilizó una máscarilla. Además, el gobernador de Goiás, Ronaldo Caiado, le obligó a lavarse las manos con alcohol antes de saludarle.

Sin embargo, luego Bolsonaro se aproximó a un grupo de seguidores que se apiñaba a la salida del hospital y, ya sin la máscara facial, se acercó a ellos y hasta abrazó a algunos.

Mandetta no quiso comentar esa actitud, pero reiteró que «quien participe en aglomeraciones, en algún momento lo va a lamentar».

En Sao Paulo, pese a la clara posición del Ministerio de Salud, que según los sondeos es apoyada por la gran mayoría de los brasileños, el mismo sábado pequeños grupos manifestaron su apoyo a Bolsonaro y protestaron por la cuarentena impuesta por el gobernador de ese estado, Joao Doria, con una caravana de automóviles que recorrió varias avenidas de la ciudad.

Actitudes de esa naturaleza y su insistencia en minimizar los efectos de la pandemia le costaron a Bolsonaro una dura crítica de la organización Human Rights Watch (HRW). «Bolsonaro está saboteando los esfuerzos de gobernadores y de su propio Ministerio de Salud para contener la diseminación de la Covid-19, poniendo en riesgo la vida y la salud de los brasileños», indica un comunicado firmado por el director de la División de las Américas de HRW, José Miguel Vivanco.

Latinoamérica, expectante

Más allá de la estrambótica actuación del presidente brasileño, en las últimas semanas el conjunto de América Latina mantiene estrictas medidas de distanciamiento social y sus cifras son relativamente bajas comparadas con las de Estados Unidos o Europa.

Por número de casos de contagio, a Brasil le siguen Ecuador (7.257), Chile (6.927) y Perú (6.848).

A continuación, México (4.219) parece tener cierto control sobre la enfermedad después de que su presidente, Andrés Manuel López Obrador, dejase la senda que en un principio compartía con Bolsonaro y Donald Trump, al minimizar el riesgo social y sanitario. La cifra de fallecidos es de 273, por detrás de Ecuador (315).

Entre 3.000 y 2.000 casos, por orden descendente, se hallan Panamá, República Dominicana, Colombia y Argentina.

Queda por ver si estas cifras se disparan en las próximas semanas, lo que podria convertirse en un desastre humanitario en los países con mayores bolsas de pobreza, como Brasil, o si la epidemia se frena al haber tomado medidas restrictivas antes, comparativamente, que en Europa o EEUU.