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Autónomos, sin un puerto en el que refugiarse ante la mayor tormenta

Un candado cierra la verja de una tienda de Bilbo. (Aritz LOIOLA / FOKU)

Miles de autónomos han visto cómo, de un día para otro, sus comercios o negocios, en muchos casos la única fuente de ingresos de sus hogares, se han cerrado sin una fecha de reapertura. La actividad en sus locales es nula o mínima, pero eso no quiere decir que estén quietos o que sus preocupaciones hayan desaparecido, todo lo contrario; informarse sobre las ayudas, consultar con sus asesores antes de adentrarse en el laberinto burocrático que éstas exigen y buscar alternativas para seguir con sus negocios elevan los niveles de estrés al de periodos de máxima actividad.

Además de ser abogado –uno de los colectivos que se ha quedado fuera de las ayudas ya que la mayoría no cotiza en autónomos, sino a la Mutualidad de la Abogacía, y cuya actividad se ha visto reducida al mínimo al estar los Juzgados parados–, Alfonso trabaja en una asesoría de Bilbo y reconoce estar saturado. «Llevamos currando todos estos días y con más trabajo que nunca, tramitar paros, ERTES, ayudas... Los clientes te llaman agobiados porque ven en la tele que dan unas ayudas de la leche y nosotros les tenemos que bajar a la realidad. Andamos trabajando con bastante estrés, porque existe mucha inseguridad jurídica, se van haciendo las cosas tarde y mal por parte de los que mandan, y es la hostia», apunta.

La convocatoria de las primeras ayudas de Lakua de la pasada semana, con rectificación, de forma y fondo, inmediata, fue uno de los peores momentos para muchos de estos asesores, incluso con problemas éticos en torno a qué solicitud tratar de tramitar primero, sabiendo que se había impuesto una cantidad a todas luces insuficiente y que el orden de llegada de esas solicitudes era primordial en su aceptación.

Como técnico de una agencia de desarrollo local guipuzcoana, Amaia también tiene contacto directo con muchos autónomos, la mayoría de ellos comerciantes y hosteleros y corrobora esa sensación generalizada de desamparo. «Son los que se han visto obligados a cerrar sus negocios y son los que peor están. Están muy nerviosos pues se han quedado sin dinero. La gente no tiene un colchón, los autónomos no tienen un colchón y, si lo tenían, lo han gastado pagando el seguro, la cuota de marzo, si tenían algún trabajador a su cargo...», explica.

En este sentido, el paro de autónomos (prestación extraordinaria por cese) ha supuesto un pequeño flotador para alguno de estos autónomos, que no para todos. Y es que son las mutuas laborales las encargadas de realizar estos pagos que se comenzaron a abonar el pasado viernes, pero éstas también son entidades que se han visto superadas por el tsunami de solicitudes que han recibido en los últimos tiempos y realizan los ingresos según van estudiando y aceptando las peticiones.

 

Peticiones rechazadas

Por el momento, son algo más de 40.000 los autónomos de Hego Euskal Herria que han solicitado esta ayuda del ICO, siendo en torno a 4.000, es decir, cerca del 10% las solicitudes que han sido rechazadas. Estas ayudas alcanzan al 70% de la base de cotización, es decir, de 661 euros en caso de aquellos, la gran mayoría, de los que cotizan lo mínimo.

El reparto de estas ayudas también ha sido motivo de enfado para muchos de estos trabajadores, ya que ha habido casos en los que realizando la misma actividad, por ejemplo fisioterapeutas, unas mutuas han accedido al pago de la prestación, mientras que en otras han sido rechazadas.

La razón de esta disparidad de criterios está en que el Real Decreto sobre el estado de alarma no recoge explícitamente ciertas actividades entre los que se han visto obligados a cerrar sus negocios. Es el caso de los fisios, que no aparecen en ese listado de actividades obligadas a echar el cierre, pero a los que el distanciamiento social recomendado como medida de protección no les permite continuar con su actividad con normalidad.

A estos profesionales les queda ahora una segunda vía, que sería la de demostrar que su facturación en abril ha descendido un 75% respecto a la media de la de los seis últimos meses. Una medida que desde varias asociaciones de autónomos han solicitado que se modifique, reduciendo al 40% ese listón, sobre todo para que aquellos con facturaciones más pequeñas puedan acceder a las ayudas. Con todo, esta segunda solicitud se realizaría en mayo, con lo que se atrasaría aún más el cobro de ese primer subsidio.

Algo similar ocurre con la devolución de la cuota de autónomos de los días de marzo que han tenido cerrados sus negocios. La Administración ha prometido actuar de oficio y pagar, pero en la segunda quincena del mes de mayo.

Oscuro panorama

Comercios, hostelería y peluquerías no han tenido estos problemas pues sus actividades sí están reguladas en el estado de alarma, pero se enfrentan a un futuro complicado. Roncesvalles regenta una tienda de muebles en Iruñea y recuerda que un comerciante comienza cada mes «no de cero, sino de negativo por una serie de facturas que tenemos que pagar. Y si ya de por sí andábamos justos, esto va a ser la puntilla para muchos».

Explica que, en su caso, junto con el último, el segundo trimestre es el más importante del año con el cambio mobiliario para terrazas particulares, hostelería y casas rurales, y «todo eso se ha acabado».

Pero es que, incluso una vez que se levante el confinamiento, el panorama no es halagüeño. «Lo mío no son productos de primera necesidad, son cosas que te tienen que entrar por el ojo. Una cosa es cuándo nos dejen ir a trabajar, y otra ¿cuándo va a poder salir la gente a ver escaparates? Ahí vamos a tener un tiempo muerto sin ingresos».

Por no hablar del comercio electrónico y las grandes superficies que, si antes ya eran su principal amenaza, han visto reforzada su posición de mercado durante este confinamiento.

¿Y qué decir de los bares? Los primeros en cerrar y los, a priori, últimos en abrir a saber con qué limitaciones. De momento, la SGAE les ha comunicado que no les girará los pagos de este tiempo de confinamiento... para cobrarles al final de año.

 

Versatilidad y relaciones más directas, principales armas de las pequeñas empresas

Los préstamos con el aval de Elkargi son buenas oportunidades para afrontar inversiones o lograr financiación sin apenas coste extra, pero la versatilidad y el entendimiento entre todas las estructuras son las principales armas de las pymes para un futuro que ya pintaba complicado antes del inicio de la pandemia.

Joseba es gerente de una empresa de decoletaje y mecanizado guipuzcoana y, dentro de la dificultad del momento actual, está satisfecho por cómo han capeado este tsunami que les ha venido encima. Consciente de que «lo de las empresas pequeñas es otra historia, en la que todos tenemos que ir juntos o no iremos», entiende que han sabido trasmitir a trabajadores y clientes la tranquilidad suficiente para manejar una situación a todas luces complicadísima.

En su análisis, indica que se encuentran en la segunda de las tres fases que casi todas las pymes han descrito: choque, arranque y consolidación. «Al principio hay que tomar muchas decisiones sin apenas información. No sabes a lo que te enfrentas, hasta dónde va a llegar y toca tomar decisiones a corto plazo y muy rápido», indica.

Ya en los días previos a la declaración del estado de alarma los miedos en el taller ante cualquier gesto, cualquier estornudo, eran grandes y decidieron que había que parar. Hubo, por supuesto, dudas entre algunos miembros del equipo de dirección que entendían que la decisión podía ser precipitada, pero además de la imposibilidad de seguir trabajando en ese ambiente, enseguida se comprobó que el mundo iba a parar casi en su totalidad y, que una gran parte de sus clientes también fuera parando «avaló» su decisión.

«Nos fuimos todos a casa y pusimos en marcha un ERTE sin saber casi cómo funcionaba, pues ni siquiera habíamos planteado nunca un ERE», explica, otra aventura de primer orden; asesores desbordados, plazos, la incógnita del «silencio administrativo»...

Frenado ese primer golpe, entre reales decretos, BOEs, actividades esenciales y llamadas de algunos clientes, llegó la hora de preparar el arranque y la vuelta a la actividad. Además de comenzar la búsqueda de EPIs, diseñaron un protocolo en el que mantener las distancias fue la prioridad. Así, limitaron la presencia a un trabajador a cada una de las tres secciones, suprimieron la obligatoriedad de fichar de manera dactilar y modificaron los horarios y el uso de los vestuarios para evitar que los trabajadores compartan espacios.

Así, los trabajadores que salieron del ERTE se encuentran seguros en sus puestos y, mientras llega el pago de la Administración, los que siguen con su empleo regulado han recibido ya su media nómina de marzo y parte de la variable anual. Ahora toca resistir y preparase para una consolidación, de momento, sin fecha. J.O.