INFO
Elkarrizketa
DANIEL LÓPEZ ACUñA
EXDIRECTOR DE ACCIÓN SANITARIA EN SITUACIÓN DE CRISIS DE LA OMS

«Se ha pecado de soberbia y se infravaloró el impacto de la globalización»

Para el exdirector de la OMS Daniel López Acuña, hace falta «aprender lecciones» de la estrategia contra el covid-19. Avizora una vacuna «para el primer trimestre de 2021» y pide no abrir fronteras «con tsunamis de transmisión».


La pandemia se adentra de a poco en una nueva fase en Europa, tras el alivio provocado por las medidas de aislamiento y el calor. Si bien la cantidad de casos en todos los países del continente está muy lejos de lo que ocurría hace tres meses, se suceden repuntes en diferentes regiones que obligan a poner en práctica restricciones focalizadas y el rastreo de casos.

En abril, cuando el Estado español registraba hasta 9.000 casos diarios, GARA entrevistó al médico, profesor y exdirector de Acción Sanitaria en Situación de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Daniel López Acuña. De origen mexicano e hijo de padre asturiano –que falleció por covid-19–, ha aceptado una nueva entrevista en clave retrospectiva, analizando a sus pares de la comunidad científica y lo ocurrido desde entonces.

Casi cuatro meses después, señala como principales errores el haber subestimado el poder de la globalización en términos de flujo de viajeros y el intento de solucionar la situación con parámetros surgidos a partir de la gripe tradicional. Advierte sobre la transformación «artificial» que provoca el aire acondicionado y que facilita la propagación del virus, y alerta de que hay «nuevas evidencias» que demuestran que «no hace falta contacto estrecho para contagiarse».

Desde la última vez que hablamos, ¿cree que hace falta algún tipo de autocrítica por parte de la comunidad médica y científica sobre cómo se enfrentó al covid-19?

Creo que la tarea de la comunidad científica y de salud pública es revisar permanentemente cómo se han conducido las cosas y aprender lecciones para revisar estrategias. La autocrítica tiene que ser un tema permanente y quienes trabajamos en gestión de crisis estamos acostumbrados a hacer real time evaluation, como se le llama. Y sí, creo que mundialmente es importante que se reconozcan algunas cosas que hoy entendemos mejor, pero que no las entendíamos tan bien al comienzo y que dieron lugar a prácticas no tan acertadas.

¿Como cuáles?

Uno es reconocer que este virus se comporta distinto y que no podemos aplicar extralógicamente a éste lo que sabemos de otros virus. El gran aprendizaje que empieza a decantarse, pero ha tardado tiempo en entenderse, es que este coronavirus tiene un gran componente de transmisión silenciosa, con un gran numero de asintomáticos positivos, nueve de cada diez pueden serlo. Sólo vemos la décima parte de los casos porque o no tienen síntomas o no acuden a la atención médica por no tener severidad.

Una cuestión adicional para hacer una revisión autocrítica es la estrategia de pruebas diagnósticas, particularmente de PCR. Al principio, en parte por seguir los métodos clásicos, estaba indicado hacer la prueba a quien tenía un caso clínico severo, pero no se hacía a sospechosos ni a los contactos que no tenían síntomas. Eso ha sido un profundo error. Lo único que nos puede servir para identificar asintomáticos positivos es hacer diagnóstico precoz de casos para propiciar que los positivos se aíslen.

¿Por qué ocurrió esto? ¿Ignorancia o también negligencia?

Se dio porque se aplican los paradigmas de otras epidemias, sobre todo influenza, que no se comportaba de la misma manera, en la que solo los que tenían síntomas la transmitían. El gran factor que desconcierta es la transmisión silenciosa.

¿Hay similitud con lo que sucedía con el VIH, que muchos infectados pueden estar años con el virus sin tener síntomas?

No, no estamos hablando de larga latencia del virus sino de una baja infección, subclínica. Con cierta proximidad física se transmite. En la cultura de bares y la noche se están dando todos los ingredientes: contacto muy cercano, gritando, bailando, sin mascarilla... todo esto está transmitiendo. En dos semanas vamos a ver más casos en mayores contagiados por jóvenes. Si uno tiene familiares de riesgo o personas mayores debe ser extremadamente cuidadoso.

Para acabar con la revisión de lo ocurrido, ¿ha visto que hablaran científicos sobre el tema y se equivocaran de forma radical? ¿Con qué?

Ha habido una gran cantidad de políticos que han dicho barbaridades y no han tenido fundamento, como Bolsonaro, Trump, Boris Johnson... pero también ha habido científicos que se han equivocado y han planteado cosas de las que se han tenido que retractar. El epidemiólogo jefe de Suecia, por ejemplo. La propia OMS ha cometido errores como subestimar la transmisión silenciosa o el modo de transmisión que podía haber con partículas en suspensión aérea y sobre la recomendación del uso de mascarillas. Algunos pecaron de soberbia a veces, pero un gran componente de la comunidad científica infravaloró el potencial transmisible infeccioso e infravaloró algo muy importante: el impacto de la globalización del turismo, de viajeros, que en cuestión de horas puede poner un brote epidémico en cualquier continente. Esto resultó mucho mayor de lo que se pensaba porque tenemos mucho trasiego de personas. Tuvimos un transplante vertiginoso del virus con los viajeros internacionales y en Europa se estableció como gran epicentro en Italia que, por la movilidad, rápidamente se llevó a todos lados.

Algunos están proponiendo utilizar rayos ultravioletas para desactivar el virus. ¿Esto es real o un bulo?

Estamos en presencia de una de estas fakenews en las que se ha planteado el uso de luz ultravioleta para la desinfección, pero no hay eficacia comprobada y su uso inadecuado puede generar quemaduras.

Hablemos de la temperatura. En abril señaló que el calor podría bajar la propagación del virus. ¿Se puede determinar en qué proporción?

En estos momentos todavía no hay evidencia sólida y hay muchos repuntes, incluso en donde las temperaturas son elevadas. Lo que pasa es que tenemos que ver la densidad del virus en el ambiente.

Pero le pongo como ejemplo Florida, hoy epicentro de la epidemia en Estados Unidos y con temperaturas altísimas en esta época. La gente no vive el calor porque está todo el tiempo con aire acondicionado y entonces su vida real la pasa a 20 grados y no a 40. ¿Esto no es un factor?

Sí, claro, exactamente, en ese caso estamos cambiando artificialmente las condiciones de temperatura. Pero hay que destacar que las aglomeraciones generan más transmisión, el problema son las concentraciones. Cuantas más personas, hay más densidad de virus por metro cuadrado. Lo que estamos aprendiendo con evidencias es que no es tan remoto contagiarse y que los contactos breves de proximidad pueden generar infección. Entonces el gran problema es propulsar el aire donde hay mucha gente, sitio cerrado, sin mascarilla y con aire acondicionado, esa es la combinación fatal. Ahora, por ejemplo, en las playas el problema es tanta gente violando la distancia física. Nos ha faltado conciencia de que el virus está y sigue transmitiéndose.

Ahora, la pregunta que todos le deben hacer. ¿Para cuándo estará la vacuna?

No la tenemos a la vuelta de la esquina, pero hay indicios de que puede haber algo ya en el primer trimestre de 2021 si todo va bien, y lo más probable es que vayamos a tener varias, como ocurrió con la polio que hubo dos grandes guerras comerciales. La industria está manejando las expectativas para mejorar su cotización en bolsa y, por eso, hay tantos anuncios de que ya casi está. Mientras tanto, para cuidarse y proteger a los demás, hay que salir lo menos posible, mantener la distancia física y usar la mascarilla para todo. Es complicado, pero hay que hacer un esfuerzo hasta el año que viene.

Hasta entonces no se podrán abrir las fronteras para todos los viajeros entonces…

Estamos obligados a no viajar y no recibir gente de esos países que son un peligro para la humanidad, como Estados Unidos, Brasil, Rusia e India, con una transmisión extendida multiplicada. No son epicentros ya sino grandes tsunamis de transmisión y corremos mucho riesgo al dejarlos entrar.

¿Qué debemos esperar para este invierno?

No hay que subestimarlo... Podemos empezar a tener múltiples casos y nos pueden llevar a una segunda ola epidémica. Como ya hemos aprendido y tenemos mas dispositivos para hacer pruebas, quisiera creer que vamos a tener la capacidad de diagnosticar casos rápidamente, hacer rastreos de positivos y aislarlos. Esa es la gran apuesta, evitar la transmisión comunitaria, es decir, que un grupo de diez infectados se convierta en 200. No creo que volveremos a vivir lo de marzo y abril, pero hay que estar muy expectante.

¿Cómo ve el desarrollo del sistema de rastreadores?

Hay espacio para mejorar... Las comunidades que han apostado a hacer mas pruebas y capacidad de laboratorios y contrataron más rastreadores, como Asturias y La Rioja, están en mejores condiciones. Algunas se han quedado cortas, como Catalunya y Madrid.

Cuando hablamos en abril, ¿usted imaginó la dimensión que esta pandemia acabaría tomando y que terminaría transformando todo el planeta?

Cuando todo empezó en Wuhan señalamos que podía tener muchas implicaciones y cuando, a mediados de marzo, vimos la diseminación tan intensificada empezamos a ver que esto tenía proporciones bárbaras. Aún en el peor escenario, no lo imaginábamos tan terrible y dantesco. Cualquier infraestructura sanitaria colapsa ante una pandemia. Hay que hacer planes de contingencia y, globalmente, se debió haber corrido un poco más.