«En India hay listas decenas de millones de dosis de la vacuna»
Este argentino de 54 años es una de las 2.020 personas que se han presentado voluntarias para la vacuna que preparan la Universidad de Oxford y AstraZeneca. Presentó efectos secundarios tras la aplicación y será controlado durante un año.
La carrera por producir la primera vacuna del coronavirus apta para la comercialización está lanzada desde hace meses, cuando la epidemia en Wuhan se convertía en la peor pandemia del último siglo. Las grandes farmacéuticas y los Estados líderes en esa industria destinaron cientos de millones de euros para investigar una inyección que derivará en una ganancia abrupta y extraordinaria, tal vez la más importante de la historia de los laboratorios. No es para menos: se calcula que en una pronta primera etapa se aplicarán mil millones de dosis de la vacuna.
Son seis los proyectos que están en una «fase muy avanzada», según ha asegurado el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Tres se desarrollan en China y el resto se trata de programas impulsados en los laboratorios de las estadounidenses Pfizer y Moderna y en el británico-sueco AstraZeneca.
Esta última farmacéutica –cuya sede mundial está en la ciudad inglesa de Cambridge– está encarando la tercera fase de pruebas, con la peculiaridad que el estudio se lleva a cabo en Sudáfrica, a diferencia de la primera y la segunda, que tuvieron lugar en el Reino Unido. En aquel país, el único que habla castellano de los 2.020 voluntarios (imposible ignorar la coincidencia del número con el año de la pandemia) se han presentado para ser los conejillos de indias es Pablo Andrés Berra, un argentino de 54 años, testigo privilegiado de esta prueba masiva e histórica.
En entrevista telefónica con GARA desde su casa rural en Gerhardsville, un pequeño pueblo ubicado casi a mitad de camino entre Johannesburgo y Pretoria, Berra comenta su experiencia como voluntario de este megaproyecto que repercutirá en forma directa en Europa.
De hecho, AstraZeneca acordó hace dos meses con Alemania, Países Bajos, Francia e Italia, que conformaron la Alianza por una Vacuna Inclusiva (IVA según sus siglas en inglés), proveer de 400 millones de dosis de la inyección y la farmacéutica prometió tenerlo para fin de año. Cabe destacar que el Gobierno británico apoyó con ayudas directas de alrededor de 84 millones de libras esterlinas este proyecto.
«Los médicos con los que trato me contaron que ya están muy cerca de la aprobación de la vacuna y de hecho me dijeron que hay decenas de millones de dosis ya listas en India. Allí tienen laboratorios que trabajan de lunes a lunes para producirlas y las tienen almacenadas para luego salir a venderlas al mundo apenas puedan», relata..
Primer trimestre de 2021
Además, dice que quienes trabajan en el proyecto le aseguraron que la ChAdOx1 nCoV-19 (el nombre de la vacuna) estará lista para la comercialización «a más tardar en el primer trimestre del año que viene». La nomenclatura es porque el desarrollo de la vacuna está basado a partir de un virus de chimpancé (Ch) muy similar al coronavirus, llamado Adenovirus (Ad). La Ox es por Oxford University. Según los estudios, los anticuerpos que genera son los mismos que enfrentan al Covid-19.
Cuando vivía en Argentina, Berra era escritor de teatro y realizador audiovisual, pero durante su paso por un kibbutz (una granja colectivista) en Israel conoció a su actual esposa, sudafricana, por lo que se instaló en el país de Nelson Mandela hace 12 años. Ahora es agricultor y con su compañera administran un colegio privado. Mientras se queja del frío por el invierno sudafricano (hace -6 grados en su zona, ubicada a 1.800 metros sobre el nivel del mar), explica que el 20% de quienes se presentaron para ser voluntarios del programa fueron rechazados por ya haber tenido coronavirus o por otro problema de salud, como hepatitis u obesidad.
«De los 2.020 voluntarios, había un grupo de 50, el llamado Grupo 1, que tiene que tener VIH, porque querían estudiar los efectos. Yo era sapo de otro pozo (metáfora argentina sobre sentirse distinto al resto) porque todos son sudafricanos menos yo. De todas las razas, hay negros, indios, afrikáneres (boers), de todo. Soy el único al que conocen las doctoras porque tengo el único nombre latino», señala.
Según le dijeron a Berra los doctores, Oxford University decidió hacer en Sudáfrica la fase tres porque necesitaban un sitio en donde la pandemia estuviera muy extendida.
«Querían que a los que se les inyectara la vacuna estuvieran en un ambiente expuesto. Y casi todos mis vecinos y parientes políticos tienen el coronavirus. Aquí explica– los sudafricanos nunca fueron de seguir lo que dicen los medios, empezaron a tomar conciencia cuando vieron al vecino de al lado enfermarse», manifiesta Berra.
«Tuve escalofríos y fiebre»
El 20 de julio le dieron la primera dosis y esta semana la segunda. Todos los lunes le piden que visite el laboratorio, que cuenta con la supervisión de la Wits University, una casa de estudios de Johannesburgo que firmó un acuerdo de colaboración con la de Oxford. Más adelante, esas visitas serán cada dos semanas. «Me hacen el hisopado y esperan que, teóricamente, con la vacuna si llegara a venir el virus tendría los anticuerpos. Tengo que empezar a generar linfocitos T. Pero a la mitad de los 2.020 voluntarios se les dio un placebo de agua con sal, y nadie sabe quién recibió qué en la inyección», declara este voluntario..
Berra cree que a él le tocó ser del grupo que recibió la ChAdOx1 por los síntomas que desarrolló luego: «Una doctora amiga me dijo que seguramente me hayan dado la vacuna por los efectos que sentí. Tuve muchos escalofríos, dolores de cabeza, piernas con dolor muscular, y un poco de fiebre. Consulté por Whatsaap con los médicos de Oxford y me dijeron que tomara paracetamol y al dí siguiente ya me sentí bien. Nunca tuve malestares graves».
Los primeros diez días tras la inyección, Berra tuvo febrícula baja. «Salvo un día que tuve 37,9 grados, el resto de los días me oscilaba la fiebre entre 37,2 y 37,5. Como en estos 12 años en Sudáfrica jamás me sentí mal ni fui al médico, me pareció raro tener esos síntomas. Pero en ningún caso me sentí realmente mal. Nos piden siempre que si sentimos algo raro les avisemos en el momento y apuntemos todo», explica Berra.
El programa es voluntario y gratis, es decir, que ninguno de los participantes en el estudio recibió ni recibirá dinero. Por eso es que los vacunados lo pueden abandonar cuando quieran, pero deben avisar con antelación. También deben de dar cuenta de lo que hagan con su movilidad. «Nos pidieron que no salgamos de la provincia ni del país y que si debemos hacerlo, lo avisemos», agrega.
Termómetro y regla
Los médicos con quienes trata personalmente son todos sudafricanos y al resto de los voluntarios no los conoce, porque el programa tiene un sistema por el que los participantes pasan por las oficinas sin cruzarse.
Tras inocularles la vacuna, les facilitaron documentos y les entregaron una carpeta con información y con un termómetro y otros elementos, como una regla para medir en caso que aparezca una aureola en el sitio donde se haya inyectado.
Berra recuerda que el 20 de julio pasado fue publicado por la Universidad de Oxford un informe sobre los resultados de la fase uno y fase dos, en los que se anunciaba que el 91% de los voluntarios había desarrollado los anticuerpos con una sola dosis y que al 9% que no, se le dio una segunda dosis. «Me dijeron que los linfocitos T se desarrollan después de las dos semanas y que los anticuerpos al mes».
El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, manifestó a principios de mes que podría no haber una «panacea» contra el coronavirus y que quizás «nunca haya una cura» para la enfermedad, pero días después matizó que el hecho que las posibles vacunas se encuentren ya en la tercera fase de ensayos clínicos es «esperanzador», aunque pidió esperar a que se conozcan los resultados finales.
El director de Emergencias Sanitarias del organismo, el irlandés Mike Ryan, ha pedido también la semana pasada «ser cautos y ver posibles efectos adversos antes de vacunar a miles de personas» y recordó que además de los seis proyectos más avanzados hay otros 160 laboratorios en todo el mundo trabajando para conseguir una vacuna, la primera que se lograría contra un coronavirus.
Por ahora, el primer país que anunció intentos a medio plazo de vacunación fue Rusia, cuyo Gobierno analiza comenzar en octubre a inyectar a grupos de riesgo la vacuna desarrollada por el Centro Gamalei. La meta de llegada de la gran carrera científica contra el Covid-19 comienza a avistarse.