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El «último combate militante» de Alain Cocq, dejarse morir vía Facebook

Aquejado de una enfermedad rara, que afecta a sus arterias y le causa un gran sufrimiento, Alain Cocq está dispuesto a dar su «ultimo combate militante». Desde que se le diagnosticara la dolencia, hace ya 34 años, ha peleado por mejorar la situación de las personas que viven con incapacidades. Ahora, tras ver denegada su demanda de sedación, anuncia que se dejará morir y mostrará su fin de vida vía Facebook.

Alain Cocq, fotografiado el 12 de agosto en su domicilio de Dijon. (Philippe DESMAZES/AFP)

El rotativo ‘La Croix’ recuerda el tour en bicicleta que protagonizó el vecino de Dijon en 1991. Fue sólo una de las proezas en silla de ruedas a cargo de un hombre que hoy está postrado en la cama y no puede ni alimentarse de manera autónoma.

Las complicaciones añadidas a la enfermedad rara e incurable que le fue diagnosticada a la edad de 23 años y que desde hace cuatro años le causa «insoportables sufrimientos» le ha llevado a adoptar una medida que él mismo reconoce «dura» y que consistirá en mediatizar su fin de vida vía Facebook.

Desde la tarde-noche de este viernes, Cocq, de 57 años de edad, emprenderá una huelga de hambre y de sed que, espera, según los mensajes que ha hecho llegar por distintos medios, que le permita morir «en cuatro o cinco días». Todo ello, «de no mediar censura», ocurrirá ante una cámara y se verá en la red social.

Cocq pidió al presidente francés, Emmanuel Macron, que le permitiera ejercer su derecho a morir mediante el suministro de fármacos sedativos. Era su última opción. «Le pedí una decisión compasiva», explica.

«No puedo situarme por encima de la ley ni tampoco solicitar a nadie que actúe desbordando el cuadro legal», respondió el inquilino del Elíseo.

«Aunque me conmueve, respeto su decisión», añadió Macron en ese correo, en el que recuerda que es la Ley Claeys-Leonetti la que desde 2016 regula el fin de vida en el Estado francés.

La Ley Claeys-Leonetti

Esa norma contempla la sedación profunda del paciente cuando su pronóstico vital es irreversible en el corto plazo. Ese supuesto no es aplicable en el caso de Alain Cocq, por más que la imagen y el testimonio del enfermo, que se declara cansado y debilitado, dejen pocas dudas sobre su estado.

La ley que rige actualmente en el Estado francés se queda corta para quienes demandan la despenalización de la eutanasia, ya que la norma gala precisa que «el médico no debe provocar la muerte del paciente».

La ley sí explicita que los facultativos deben evitar aplicar «tratamientos inútiles y desproporcionados» y deben respetar la voluntad de la persona enferma en cuanto a las terapias.

La norma autoriza, en definitiva, los tratamientos paliativos, pero solo para aliviar el sufrimientos ante una muerte inminente.

Debate legal y carga emocional

La pregunta de si se debe autorizar la ayuda a quienes quieren morir se ha planteado en los últimos años en repetidas ocasiones, tanto con la fuerte dosis de emocionalidad que acompañó el caso del joven Vincent Lambert, que pasó una década en estado vegetativo, como en el caso de la escritora Anne Bert, aquejada de una enfermedad degenerada incurable, poniendo encima de la mesa un debate eminentemente político sobre el derecho a morir en dignidad. Bert dio esa batalla antes de viajar a Bélgica para morir legalmente.

En el marco del debate sobre la ley de bioética, un consejo de expertos recomendó, en 2018, que en el futuro la ley explicite que las personas con una enfermedad incurable «en fase avanzada o terminal» y que provoca «un sufrimiento físico o psíquico imposible de solventar» tienen el derecho a ser sometidas a «una sedación profunda explícitamente letal», bien porque el paciente ha oficializado esa demanda, bien, cuando la persona no puede hacerlo y no ha mostrado su voluntad previamente, por decisión del médico.

Esa interpretación podría abrir el camino a una «despenalización con condiciones del derecho a morir», una reforma legal que, de hacerse realidad, llegará, en cualquier caso ya tarde para Alain Cocq.

Una ley sin humanidad

De ahí que la Asociación por el Derecho a Morir en Dignidad (ADMT) haya expresado por boca de uno de sus portavoces, Jean-Luc Romero-Michel, la queja de «los límites de una ley carente de humanidad».

«Cocq es un hombre que ha militado por los otros toda su vida, en especial en favor de los derechos de las personas con handicap, y que ha llegado a un momento límite en el que, a la luz de la actual ley, sólo le quedaría esperar a que se le aplique una sedación paliativa, no de inmediato sino cuando esté en un estado crítico», ha explicado Romero-Michel, para mostrar su respeto hacia la decisión que ha adoptado el hombre al que ha caracterizado como «un combatiente por los demás».

Cocq quiere dejarse morir vía Facebook para «mostrar a los franceses la agonía que me impone la ley en vigor». Sin que se descarte que alguna intervención de última hora, a cargo de la red social o incluso de los tribunales, interfiera en su decisión, Cocq se conectará hoy al anochecer a la red al tiempo que inicia una huelga de hambre y sed, un «último gesto militante» que, espera sirva de inspiración a una nueva ley que «garantice la muerte digna».