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Los hosteleros de Ipar Euskal Herria encaran «como buenamente pueden» el cierre a las 22.00

El confinamiento vació las cajas registradoras pero la temporada estival permitió, reconocen algunos, compensar las pérdidas. Este jueves entrará en vigor para los bares de Zuberoa, Nafarroa Beherea y Lapurdi el cierre a las 22.00. Los restaurantes podrán trabajar hasta las 23.30. Hablan algunos representantes del sector.

Vista interior de la sala del restaurante del Trinquet Moderne, en Baiona. (Bob EDME)

La Prefectura de Pirineos Atlánticos podía haber optado por medidas más drásticas, pero se inclinó este martes por lo que podría ser definido como un «toque de queda blando».

A expensas de cómo se aplique la prohibición de desplazamiento nocturno, que ya rige en una decena de grandes metrópolis galas, y que esta tarde, según ha anunciado París, afectara a Euskal Herria, desde este jueves los bares de Zuberoa, Nafarroa Beherea y Lapurdi cerrarán a las 22.00. La venta de alcohol y su consumo en la calle quedarán, además, prohibidos.

Los restaurantes podrán bajar la persiana más tarde, a las 23.30, pero tendrán que registrar a sus clientes en un cuaderno al efecto, con vistas a facilitar el rastreo de contactos en caso de producirse algún positivo de covid-19. Todo ello tras adaptar las salas, para respetar, entre otras medidas de prevención, la limitación de comensales por mesa a seis personas.

Mediabask ha hecho un periplo por algunas direcciones referenciales de la hostelería del norte de Euskal Herria para conocer cuáles son las perspectivas de los hosteleros.

Tras la barra del Café de la Paix, en Donibane Garazi, Xabi Aguer explica que el establecimiento ha acusado una bajada de negocio que estima en el 34%, lo que le ha obligado a prescindir de tres trabajadores estivales. Con todo, la buena afluencia de turistas «nos ha permitido compensar parte de las pérdidas causadas por el cierre por confinamiento», explica.

Con respecto a las nuevas medidas puestas en marcha desde la Prefectura, Aguer reconoce que la limitación de seis personas por mesa impacta en la actividad. «Es fácil de entender, al pasar de 200 a 140 mesas hemos perdido un 33% de mesas», detalla.

Con todo el gerente del conocido café garaztarra no se queja «porque yo al menos he pagado mi crédito y he conseguido hacer del restaurante mi actividad profesional principal, mientras que oros colegas están hoy ahogados por los pagos y las deudas».

Los mayores se quedan en casa

Por lo demás, la nuevas limitaciones no harán sino agudizar una tendencia que desde setiembre es un hecho. «Los clientes de edad avanzada ya no vienen, tienen miedo, y ellos eran nuestros visitantes más fieles fuera de la temporada estival», resume Xabi Aguer.

Igual diagnóstico comparte Beñat Queheille, gerente del Café de l'Europe en Maule. Se muestra satisfecho por haber trabajado bien en julio y agosto, lo que no le impide reconocer que un tercio de sus ingresos habituales no han entrado en la caja.

Desde setiembre, la situación se ha hecho mucho menos llevadera. «Las personas de edad se quedan en casa, ¿cómo van a hacer otra cosa si los medios, que podrían comentar cuestiones más alegres, están todo el día hablando del virus?», se queja el también presidente del club de rugby local, que advierte del impacto de la situación en la vida cultural y deportiva.

Christian Lavie, gerente del bar Xurasko de Baiona quiere mantener la moral a flote. «En París tienen un toque de queda, aquí nos cierran a las 22.00, es lo menos malo», se consuela.

«Si comparamos con otros países, aquí el Estado nos ha ayudado mucho, por lo que hay que relativizar un poco las cosas», añade. La situación económica, matiza, le preocupa, pero Lavie cree que hoy por hoy lo que toca es «hacer frente a ese clima de pesimismo».

Gerente de casa Ostalapia y también del restaurante Ostalamer en Donibane Lohizune, el ex rugbilari Christian Duplessis cree que la nueva normativa de horarios no tendrá un impacto excesivo.

Adelantar la hora de apertura, y del «apéro»

«Se trata de adaptarse y adelantar média hora la apertura, de 19.30 a 19.00, lo que no parece el fin del mundo», bromea.

Remarca Duplessis que desde el principio se han esforzado en respetar las medidas sanitarias y se felicita de la buena respuesta de la clientela, a la que desde hoy le tocará adelantar a su vez el horario del txikiteo o «apéro».

El hostelero lohizundarra cree que las nuevas restricciones, que entrarán en vigor esta noche -recordemos, los bares cerrarán a las 22.00 y los restaurantes podrán seguir abiertos hasta las 23.30- «son un mal menor dada la evolución de la pandemia también en el País Vasco».

No minimiza el impacto de la crisis económica, pero tras una temporada estival en la que «al final nos arrepentimos de no haber contratado a más ayudantes a la vista de la gran afluencia de turismo con que nos encontramos», quiere mostrarse, pese a todo, confiado en el futuro.

Con todo, la crisis derivada de la pandemia se ha cobrado ya el cierre de algunos locales. Sito en la zona de playa de Hendaia, el bar Ttipia no servirá sus conocidos ponches de ron. Ha anunciado por redes sociales que ante las nuevas medidas sanitarias opta por bajar –de momento– la persiana.

En la misma zona, en la que es habitual que algunos bares cierren en octubre-noviembre y se despidan de su clientela hasta la siguiente primavera, este otoño se ven más bares abiertos. Los dueños de algunos establecimientos han optado por alargar la temporada, para tratar de llegar con cuentas un poco más saneadas al cierre de un año del todo excepcional.