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Los comerciantes bajan a la calle en Baiona, y se anuncian otras protestas contra el reconfinamiento

Desde hoy está en vigor la prohibición de venta de productos considerados no esenciales en los supermercados de Ipar Euskal Herria. Una medida adoptada para tratar de calmar la ira generada por los cierres que marcan el reconfinamiento. Pese a todo, los comerciantes se movilizan hoy ante la Subprefectura en Baiona. Para el sábado un colectivo ciudadano convoca protestas ante los ayuntamientos.

Sección de ropa clausurada en un gran supermercado de la zona comercial BAB2, en Angelu. (Guillaume FAUVEAU)

El Gobierno francés, que la pasada noche no logró sacar adelante la prórroga hasta febrero del estado de urgencia sanitaria en la Asamblea Nacional, sigue teniendo problemas para que la ciudadanía entienda y aplique el reconfinamiento.

La agitada sesión parlamentaria, en la que las mociones de la oposición y la ausencia de parlamentarios de LREM (con amplia mayoría en la cámara) impidieron alargar a febrero esa situación excepcional, ponía broche a un «martes de horror», marcado por la metedura de pata mayúscula que llevó el portavoz del Ejecutivo, Gabriel Attali, a anunciar un toque de queda en París que el Gobierno desmintió a las pocas horas.

Idem para la querella sobre qué es bien de primera necesidad. El martes debía entrar en vigor el cerrojo de secciones en supermercados, pero finalmente, por aquello de dar tiempo a la grandes insignias, la limitación se aplica a contar desde este miércoles, 4 de noviembre.

La medida satisface a medias a los comerciantes, que ahora tratarán de ensanchar la vía de agua abierta en un gobierno, que, por calmar las cosas, ha prometido revisar el cierre de determinados establecimientos no ya al final (teórico) del confinamiento, el 1 de diciembre, sino a mitad de camino, lo que podría llevar a reaperturas en una o dos semanas.

En medio de esos anuncios bastante incomprensibles, los pequeños comerciantes bajarán hoy a la calle en Baiona para denunciar su situación y tratar de arrancar un compromiso más en firme sobre esa ventana de oportunidad que evocó el propio Emmanuel Macron ante las cámaras de televisión al poner sobre el tablero dos mensajes bien contradictorios: uno el confinamiento domiciliario ante la urgencia absoluta de la pandemia y dos la posibilidad de «salvar la campaña de Navidad».

Malas cifras y malos humos

Poco importa que las cifras sanitarias no den tregua, el debate se centra a estas alturas en las fallas de un reconfinamiento, a priori menos restrictivo que el de marzo, pero al que desde diferentes sectores de la población se ponen más reparos. Hay malas cifras, pero en el debate pesan más los malos humos y la sensación de agravio.

Ayer se oficializaron 36.330 casos de covid-19 y se notificaron 854 fallecimientos en el Estado francés. En el Departamento de Pirineos Atlánticos la tasa de incidencia se fijó en 508 por 100.000 habitantes, y en Ipar Euskal Herria se confirmó que el virus ha vuelto a entrar en las residencias, al notificarse brotes en cuatro establecimientos.

La situación es grave pero la polémica estará hoy, al menos en las calles de Baiona, en cuándo abrir las tiendas y si ello servirá para que los vendedores de juguetes, libros, moda o perfumes puedan colocar sus productos cara a Navidad o sólo les quedará observar cómo se completa el éxodo de clientela hacia las grandes plataformas.

Concentración, hoy, ante la Subprefectura

En su llamamiento, vía redes sociales, a la movilización de hoy, a las 14.00 ante la Subprefectura, los comerciantes de la capital labortana, apoyados por asociaciones de otras localidades, caso de Donibane Lohizune, denuncian que «debemos cerrar nuestros comercios pese a haber puesto en marcha todos los dispositivos contra la covid-19», y vaticinan que «tras las pérdidas abismales que sufrimos en marzo este nuevo mazazo hará que muchos comercios no vuelvan a levantar la persiana».

Con todo, la protesta sectorial no es la única que cuestiona el reconfinamiento, ya que un manifiesto firmado por «habitantes de Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa» se ha puesto en circulación en redes sociales para convocar a una movilización, el 7 de noviembre, a las 17.00, ante cada ayuntamiento del norte de Euskal Herria.

Los convocantes afirman que «no se trata de negar la realidad de esta enfermedad, sino de no doblegarse ante medidas autoritarias y poco creíbles».

Desde otro ámbito, también el presidente de la sección baionarra de la Liga de Derechos Humanos, Christophe Desprez, hace referencia a las restricciones de libertades y asegura en una tribuna de opinión publicada en Mediabask que «no se trata de negar los imperativos sanitarios, por ejemplo negándonos a llevar las mascarilla, sino de garantizar que todas las medidas que se adoptan para luchar contra la covid-19 sean proporcionadas y limitadas en el tiempo».

Por su parte, Euskal Herria Bai emitió ya un comunicado coicidiendo con la entrada en vigor del reconfinamiento, en el que valoraba que «si la protección sanitaria es necesaria, la protección social es urgente».

EH Bai reclamaba así apoyo para las personas y sectores más vulnerables, con alusiones expresas a los servicios públicos, tanto en sanidad como en educación, pero también para los sectores económicos locales, los más perjudicados, según estima, por las medidas derivadas de un estado de alerta sanitaria que esta formación política equipara a «un estado de excepción que ataca a las libertades individuales y colectivas, pero que además exime a los más fuertes y perjudica a los más débiles».

Los convocantes de la protesta del 7 de noviembre denuncian, por su parte, «la lógica gubernamental represiva» contra los movimientos sociales, entre los que citan a los Chalecos Amarillos, a los movimientos ecologistas, o a las movilizaciones sociales y sindicales contra la reforma de las pensiones.

Finalmente, esos ciudadanos denuncian las ventajas que acumularán los grandes grupos económicos «mientras nosotros trabajamos y volvemos dócilmente a casa».

Los convocantes recuerdan que en Larresoro, Hendaia o Baiona ya se produjeron en días pasados concentraciones para denunciar las medidas del Gobierno francés en relación a la crisis sanitaria y animan a abrir una dinámica pueblo a pueblo o barrio a barrio «para recuperar nuestra capacidad de debatir, de actuar, de expresar nuestras ideas y desplegar nuestras pancartas, en definitiva de tomar el control de nuestras vidas».