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Elkarrizketa
Marie Faye
Senegalesa, residente en Barcelona, exmantera

«Mi primo de 20 años estaba en esa patera, los jóvenes senegaleses no tienen esperanza»

La pandemia, la explotación de recursos, la falta de esperanza, una visión idealizada de Europa, la negación sistemático de los visados... son algunos de los factores que están empujando a cientos, miles de senegaleses a subirse a una patera rumbo a las islas Canarias.

Marie Faye. (Luis JAUREGIALTZO | FOKU)

En su reciente viaje a Senegal en medio de la crisis migratoria que afrontan las islas Canarias, la ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya, lanzó una advertencia: «Quien utilice las vías ilegales tendrá que volver a su país. Por lo tanto, utilicen, quien quiera hacerlo, las vías legales». «Las puertas de España estarán abiertas para los senegaleses que quieran migrar a España de manera legal y ordenada», añadió. Unas puertas que, sin embargo, se cierran sistemáticamente para quienes solicitan una y otra vez un visado de trabajo, lo que empuja a muchos a subirse a una patera.

«Actualmente, solo quienes son muy ricos pueden obtener un visado, quienes quieren venir a trabajar no tienen ese dinero. Una persona rica de Senegal no va a solicitar un visado para trabajar en Europa, por ejemplo, en limpieza o lavando platos», subraya la senegalesa Marie Fayé. Nació en Mbour, desde donde a diario parten cayucos hacia Canarias.

Desde hace siete años reside en Barcelona, donde estudia Dirección y Administración de Empresas. Durante cuatro años se dedicó a la venta ambulante no autorizada. En marzo de 2017 impulsó junto otros exmanteros la cooperativa Diomcoop. Solidaridad, ayuda mutua, honestidad, transparencia y cultura de la paz son los valores que promueve. Sus objetivos: Ocupación y creación de empresa, atención social e intervención comunitaria.

En entrevista telefónica con NAIZ, denuncia el «silencio» del Gobierno ante la muerte en el mar de cientos de compatriotas. Subraya que la mayoría que se embarca en una patera son pescadores, porque «en Senegal ya no tienen qué pescar». «Llegan sin formación, sin papeles, sin nada. No saben que van a sufrir aquí el triple de lo que estaban sufriendo en Senegal, más ahora con el covid-19», se lamenta.

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 500 migrantes han perdido la vida este año intentando llegar por mar desde países del oeste de Africa hasta las islas Canarias. Una cifra que a todas luces se queda corta.

El último naufragio del que se tiene constancia es del 15 de noviembre, fecha en la que una embarcación con 70 personas a bordo llegó con daños a Cabo Verde. Supervivientes relataron que más de 130 personas –en su práctica totalidad senegaleses– viajaban inicialmente en este barco, por lo que se estima que unas 60 perdieron la vida.

El pasado 13 de noviembre, ciberactivistas e internautas de Senegal convocaron un duelo virtual bajo la etiqueta #LeSenegalEnDeuil (El Senegal En Duelo) en homenaje a los 400 migrante muertos en varios naufragios en la costa senegalesa en el mes de octubre. ¿Cómo valora estos actos simbólicos y su repercusión?

Un montón de gente ha muerto y está muriendo en el mar. Parece como si los naufragios de octubre hubieran sido los primeros y no es así. No son los primeros. El Gobierno senegalés acaba de renovar el contrato con la Unión Europea en materia de pesca. Muchos de los que se suben a una patera son pescadores porque en Senegal no tienen qué pescar. El Gobierno de Senegal guarda silencio.

¿Cómo valora ese silencio?

No solo guarda silencio el Gobierno de Senegal. En los naufragios también están muriendo congoleños, nigerianos, gambianos… nuestros gobiernos, la verdad, no valen para mucho. Es una falta de respeto.

En medio de esa cadena de naufragios, el 1 de octubre, Senegal renovó la licencia de pesca a la UE que impone condiciones desfavorables para los pescadores senegaleses. Las ganancias de esos acuerdos bilaterales nunca llegan al pueblo, siempre se quedan en las grandes esferas, no son acuerdos en igualdad de condiciones. El Gobierno sabe que la mitad de la población vive de la pesca y ¿vendes tu mar a un tercero, en esto caso a la UE? ¿Qué les queda a estas personas?

[La conversación se interrumpe, le acaban de informar de la muerte de un primo que viajaba en una patera]. Mira, una muerte más [comenta con voz resignada]. Me acabo de enterar de que mi primo de 20 años también estaba en una de las tantas pateras hundidas. En diciembre hubiera cumplido 21 años. Esta es nuestra realidad. Como ves, son muy jóvenes, algunos tenían incluso 12 años... y se ha quedado ahí.

¿Qué está ocurriendo?

Es un cúmulo de factores. Gran parte de la población no tiene acceso a los recursos naturales de su propio país. A esto se suma la corrupción de los gobiernos. No hay estrategias de inversión, por ejemplo, en empleo, en creación de industria, no dan ayudas a los estudiantes. Incluso si consigues una beca para estudiar, como fue mi caso, nunca llega a tus manos ese dinero. Y como digo, muchos de los que vienen en patera desde mi país son pescadores; no saben vivir de nada más que no sea la pesca. Como ya no tienen nada que pescar, no pueden hacer otra cosa que coger un barco. 

Otro de los factores que me gustaría destacar es que en Senegal se tiene la concepción de que la persona que llega de Europa es mejor. Aunque en Senegal tengas un trabajo digno, diplomas, siempre quieres ir a Europa. Socialmente está extendida la idea de que si no vienes a Europa, no puedes vivir, no sirves para nada. Cuando voy a Senegal, la madre de al lado le dice a su hija ‘mira esta, viene de Europa’. Con esos mensajes repetidos se está empujando a esos jóvenes a coger un barco para ir a Europa y poder tener dinero.

También está el tema de los visados. El 90% de las personas que se suben a una patera, antes han intentado tramitar el visado un montón de veces. Y nunca lo consiguen. Así hasta que no les queda otro remedio que pagar hasta 5.000 euros para subirse a una patera. Si invirtieran ese dinero en Senegal, podrían ser más ricos que viniendo a Europa.

Toda esa gente del mar llega sin formación, sin papeles, sin nada. No saben que van a sufrir aquí el triple de lo que estaban sufriendo en Senegal, más ahora con el covid-19. En la cooperativa recibimos a un montón de gente que viene preguntando si hay algún trabajo porque ya no pueden salir a vender en la calle. Todo está cerrado. Lo están pasando muy mal aquí.

Esto no llega a la población en Senegal. Los medios de comunicación y periodistas senegaleses no cuentan la realidad de lo que viven sus compatriotas en Europa, siempre piensan que sus problemas se solucionarán en cuanto llegan a Europa. No les dicen que tendrán que pasar un tiempo en Centros de Internamiento para Extranjeros, que pasarán tres años sin poder trabajar legalmente, que tendrán que hacer un montón de cursos. Mínimo tres años para poder empezar a pedir papeles. A la cooperativa ha venido un chico que lleva diez años sin papeles y cada año lo intenta.

Todas estas realidades tienen que llegar a los senegaleses. Lo pasas mal allá en Senegal, los pasas mal en Libia o en Marruecos, luego lo pasas mal en Ceuta o Melilla, para acabar en un CIE desde donde te pueden deportar. Lo que te venden en Senegal es justo lo contrario.

Solo cuando en el plazo de dos semanas murieron 480 personas, han empezado a mostrar las imágenes, pero hasta ahora ni las cadenas de televisión si los periódicos senegaleses han abordado el tema y cuando lo han hecho ha sido de manera superficial. Se limitan a dar la cifra de 480, y ¿todos los que han muerto antes y siguen muriendo? Se cuentan por miles. Hay madres que todavía siguen esperando a sus hijos; no tienen ni siquiera un cuerpo para enterrar. Hace años que esto está pasando.

¿Cómo se siente cuando ve las imágenes de pateras hundiéndose, de personas luchando por sobrevivir en el agua?

La única palabra que me viene a la mente es impotencia. No cuentas con nadie, ni con los gobiernos africanos, ni con la Unión Europea… Siempre he creído que el cambio tiene que hacerse desde África.

Si ves la lista de los cinco más ricos de Senegal, son personas que viven en el país, que no han salido de él. Se pueden hacer grandes cosas desde Senegal. Pero, no se nos muestra esta potencialidad. Por ejemplo; en Bachiller, a los primeros de la clase siempre les dan una beca pero para estudiar fuera, en Francia, Canadá… No se invierte ni se potencia el talento en el propio país. Los jóvenes senegaleses no tienen esperanza, no se les transmite la idea de que en África podemos conseguir grandes cosas. Deben de crear oportunidades de estudio y trabajo en Senegal, porque si no ¿quién se va a quedar en el país?

¿Cómo está viviendo la pandemia?

Para muchos de los migrantes que vienen a la cooperativa, lo único que les salvaba un poco era la venta ambulante. Cuando vienes sin formación, solo te queda la calle y con el toque de queda y el estado de alarma no hay nada que hacer en la calle. A la mañana no les dejan poner, a la noche a veces, entre las 21 y las 22. Desde la cooperativa estamos en contacto con todas las ONG pero no llegamos a todos. El sindicato de top manta también se está organizando para dar apoyo. Hacemos lo que podemos, pero dar el pescado a una persona no es como aprender a pescar.

¿Qué reflexión le gustaría transmitir?

Que cambien el sistema de visado. Sin todas las trabas que nos ponen, muchas de estas personas no se subirían a una patera. Actualmente, solo quienes son muy ricos pueden obtener un visado, quienes quieren venir a trabajar no tienen ese dinero. Una persona rica de Senegal no va a solicitar un visado para trabajar en Europa, por ejemplo, en limpieza o lavando platos. Vendrá para pasar un mes de vacaciones. Por tanto, el sistema se debería de adaptar a la realidad de la gente que lo necesita. Estas muertes se podrían evitar de muchas maneras, pero como son gente negra, subsahariana, no interesa, la verdad.