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Servicios sociales: gobernanza y dignidad


Los cuidados ocupan ya la centralidad que merecen en el debate público. No sería exagerado decir que una de las consecuencias positivas de la pandemia ha sido, precisamente, esta: que nos ha ayudado a valorar y defender los sistemas públicos dedicados a los cuidados como elementos fundamentales de nuestra sociedad. Sin embargo, frente a otros ámbitos más consolidados como la salud, el sistema de servicios sociales tiene bastantes interrogantes abiertas sobre su gobernanza e implementación futuras. He aquí alguna de las claves.

En primer lugar, el Sistema de servicios sociales necesita un liderazgo claro, que le ayude a visualizar los retos y establecer las prioridades de cada momento. Eso no es posible con su organización actual, con competencias en los tres niveles institucionales. Es necesario revisar esta perspectiva hacia una única institución gestora común con capacidad de liderazgo, presupuestario y de traccionar objetivos y prioridades.

En segundo lugar, y como consecuencia lógica de lo anterior, habría que construir una única mirada sociosanitaria que respondiera de forma eficaz a los retos vinculados a las políticas públicas de cuidado que recogen en su amplia mayoría ambas perspectivas. La opción de que el sistema sociosanitario se construya en coordinación pasa por dos pilares que sean capaces de establecer objetivos y acciones en igualdad de condiciones y de forma coordinada y no de una mirada centrada en 'qué es lo que puedo hacer que haga el otro para que mi sistema ahorre dinero'.

En tercer lugar, es imprescindible reforzar el cuidado de la persona en su propio hogar. Esta perspectiva obligará a planificar la presencia de la domótica o la inteligencia artificial en los hogares y a repensar algunos servicios ya existentes (SAD, AES, ...) para reforzar el apoyo público en este sentido. Además, será necesario plantear cómo puede la comunidad complementar todo ello desde una perspectiva del bien común.

Y en cuarto lugar, nada de lo anterior tiene sentido sin una apuesta decidida por la dignificación de las condiciones laborales de las trabajadoras (es un sector altamente feminizado, invisibilizado y que lleva acumulado en este 2020 un gran desgaste tras meses en la primera línea de batalla). Unas políticas públicas en cuyo centro esté el cuidado exigen que quienes nos cuidan y nos cuidarán se sientan bien tratadas y valoradas. Cuidadas por la sociedad. Es una larga reivindicación que junto a la oferta de formación específica tiene que conseguir que realmente el sector ocupe el lugar que le corresponde: el centro de las políticas sociales.

Todas estas cuestiones me llevan a plantear una pregunta para comenzar los debates del nuevo año: ¿Será necesario, tal vez, integrar en un nuevo sistema aquellas cuestiones dedicadas a los cuidados de las personas vulnerables? ¿Tenemos que pensar de otra forma nuestro sistema de políticas públicas? Ojalá las encaremos con valentía. Urte berri on!