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Fondo, formas y futuro

El Athletic destituyó este domingo a Gaizka Garitano nada más ganar al Elche. Una decisión que ha traido cola por el fondo, las formas, el estilo y el tiempo. La entidad vizcaina ha llegado a un principio de acuerdo con Marcelino Toral García.

Garitano en el partido frente al Real Madrid. (Oscar DEL POZO / AFP)

El relevo de Gaizka Garitano al frente del primer equipo masculino del Athletic ha reflejado con nitidez la deriva en la que está sumido un club que pregona ser diferente pero que actualmente camina con un rumbo que evidencia lo contrario. El cese fulminante del técnico tras la victoria ante el Elche cierra el último capítulo de un serial con muchos protagonistas, numerosos intereses, trama confusa, abundantes espóilers, poco acierto del elenco principal y con un final tan cantado como poco elegante. El epílogo se hizo todavía más previsible después del varapalo institucional que sufrieron Elizegi y su junta en la asamblea, la sorpresa ha saltado con las formas, el estilo y los tiempos.

Una pugna de poder protagonizada por una directiva dividida, en la que el criterio del director deportivo ha vuelto a quedar en entredicho y donde la ejecución ha carecido del más mínimo decoro. Es evidente que Garitano contaba con una importante contestación, al igual que sus superiores, pero lo cierto es que el deriotarra sacó a los rojiblancos del pozo en el invierno de 2019 y metió a los leones en la final de Copa de un año después. Después del confinamiento el equipo mostró señales de estancamiento que se han agudizado durante la presente temporada, aunque tampoco hay que olvidar que el Athletic no padece una situación clasificatoria acuciante. Todo, aderezado con una errática trayectoria institucional de la que Garitano ha sido, de momento, el principal pagano.

Ahora llega el turno de Marcelino, con el que se había hablado desde hace semanas. Un preparador de prestigio que toma el mando rodeado de numerosos ayudantes y con la intención de engordar su palmarés. Las tiranteces del pasado y su adaptación al ecosistema rojiblanco despiertan cierto recelo en un entrenador al que no se le puede negar su gran labor en Huelva, Santander, Vila-Real o Valencia.

Sin embargo, más allá del nombre del nuevo técnico o la actuación de una directiva que padece una profunda crisis de credibilidad, la reflexión atañe a toda la institución. Un club que debe clarificar hacia dónde va, sustentarse en unos valores tan propios como sólidos, reforzar su identidad y huir de lo líquido, el corto plazo o la ansiedad para encontrar un estilo, gestión, personas y comportamiento reconocibles. Es decir, hacer exactamente lo contrario a lo que se viene completando ahora.