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Zhaparov gana las presidenciales y los kirguises dan la espalda al parlamentarismo

Sadir Zhaparov, aupado al poder en la llamada «revolución de octubre» en Kirguistán, ha ganado de manera aplastante en las elecciones presidenciales de hoy en esa pequeña república centroasiática, donde los votantes también han dado la espalda al parlamentarismo en un referéndum.

El presidente electo kirguís, Sadir Zhaparov, votó en Biskek. (Vyacheslav OSELEDKO / AFP)

Según la Comisión Electoral Central (CEC), Sadir Zhaparov ha logrado el 79,24% de los votos tras el escrutinio del 96% de las papeletas emitidas en las elecciones presidenciales celebradas hoy, cifras que superan con creces los resultados de los sondeos más optimistas. «Pensé que lograría un 60%-65%», ha reconocido el presidente electo.

Nada más confirmarse su victoria, ensombrecida por una participación del 38,6%, la más baja desde 1991, ha prometido que sacará «en dos o tres años» al país de la «gravísima» crisis en la que se encuentra y que Rusia seguirá siendo el «principal socio estratégico» de Kirguistán.

Zhaparov, un nacionalista confeso de 52 años, sustituirá en el cargo a Sooronbai Jeenbekov, que dimitió tras los violentos disturbios de octubre, la tercera revuelta vivida por este país, considerado el más democrático de Asia Central, desde su independencia de la Unión Soviética.

Tan seguro estaba de su victoria que fue el único de los 17 candidatos en liza que no participó en los debates televisivos, aunque recaudó más dinero durante la campaña que el resto de sus rivales juntos, lo que ha llevado a algunos expertos a relacionarlo con grupos criminales.

El segundo candidato más votado es el líder opositor Adajan Madumarov con el 6,7% de los votos, aunque éste había advertido durante la jornada de que era «imposible» que alguno de los 17 candidatos en liza lograra la victoria en la primera vuelta.

De hecho, ha asegurado al cierre de las urnas que no reconoce los resultados de las elecciones, ha denunciado numerosas violaciones y ha adelantado que mantendrá consultas con sus asesores sobre un posible recurso ante la CEC. «La mayor parte del apoyo a Zhapárov es un fake», ha dicho y ha pronosticado «graves consecuencias» para el país.

La CEC ha destacado que, a diferencia de las elecciones parlamentarias de octubre, hoy apenas se han producido irregularidades, infracciones o casos de compra de votos.

De la cárcel a la Presidencia

El ascenso de Zhaparov ha sido meteórico, ya que antes de las fraudulentas elecciones del 4 de octubre cumplía once años de cárcel por secuestrar a un gobernador y participar en una revuelta popular en 2013.

Sin participar directamente en los disturbios postelectorales de octubre, fue el político que sacó mayor tajada de la revolución. En cuestión de días, fue liberado de la cárcel por la turba, absuelto por el Tribunal Supremo, nombrado primer ministro y después presidente en funciones del país.

Dimitió en noviembre para presentarse a las presidenciales, decisión cuya legalidad muchos ponen en duda, y desde entonces ha prometido combatir la corrupción, la influencia de los clanes y el crimen organizado.

Los analistas le consideran un consumado nacionalista. De hecho, acabó en la cárcel tras los disturbios a favor de la nacionalización de la mina de oro de Kumtor, propiedad de una compañía canadiense.

Rechazo al parlamentarismo

Zhaparov ha matado hoy dos pájaros de un tiro, ya que, además de ganar las presidenciales, ha logrado convencer a los kirguises de que el sistema parlamentario vigente desde 2010 era la causa de todos los males.

Coincidiendo con las presidenciales, Zhaparov convocó un referéndum y el 81,3% de los kirguises han optado por apoyar el retorno al sistema presidencialista que ha regido el país desde la independencia hasta la revolución de 2010.

Algunos sectores, entre ellos Zhaparov, considera que la única solución a la sempiterna inestabilidad política de un país sin recursos energéticos es una presidencia fuerte como en Rusia, donde trabajan la mayoría de emigrantes kirguises.

El parlamentarismo era el motivo por lo que muchas organizaciones, analistas y políticos en Occidente consideraban a Kirguistán el país más democrático de Asia Central.

Los partidarios del parlamentarismo, hoy poco más del 10%, ya que el otro 5% votó en contra de ambas opciones, advierten que Zhaparov se propone instaurar un sistema autoritario a la imagen y semejanza de Turkmenistán o Tayikistán.

Los kirguises serán de nuevo convocados a las urnas en marzo para un nuevo plebiscito en el que votarán una nueva Constitución, que los rivales de Zhaparov ya llaman «khan-stitutsia», ya que otorgará al presidente (Zhaparov) unos poderes comparables a los de un khan.

Según el proyecto, el jefe del Estado también encabezará el Gobierno y se creará un nuevo órgano estatal consultivo, el Kuriltai o consejo, hará recomendaciones sobre la continuidad de los altos funcionarios, lo que reducirá el papel del Legislativo.