INFO

El viejo sheriff frente al joven forajido, duelo de pistoleros en la Super Bowl LV

Tom Brady y Patrick Mahomes, quarterbacks de Tampa Bay y Kansas City, centran las miradas de una final de la NFL que se prevé eléctrica, con dos equipos cuya principal arma es el juego de pase. 

Patrick Mahomes se dispone a lanzar, en la final de Conferencia contra Buffalo. (JAMIE SQUIRE / AFP)

El vacío. El domingo pasado no hubo NFL. Después de veinte intensos fines de semana, de repente la nada. En el horizonte, siete meses de espera para volver a disfrutar de esta espectacular competición que engancha a todo el que se sube al carro. ¿Se acabó? No. Queda la guinda, la traca final, el canto del cisne, la Super Bowl LV, la de una temporada marcada por el covid-19. 

«La vida es cuestión de pulgadas (…) pero sabemos que si sumamos esas pulgadas, eso es lo que va a marcar la puta diferencia entre ganar o perder»,  proclamaba Al Pacino en su papel de entrenador Tony D'Amato en ‘Un domingo cualquiera’.

Por cada pulgada, por cada yarda, Kansas City Chiefs y Tampa Bay Buccaneers se enfrentan este domingo por la noche, 00.40 hora de Euskal Herria. Y los aficionados descuentan las horas que faltan, como quien aguarda el concierto de despedida de su grupo favorito.

No habrá sueño que se imponga, que no falte el café, las cervezas, algo para picar, en un evento que se prolongará durante unas cuatro horas, incluyendo el show del descanso a cargo del cantante canadiense The Weeknd.

Una sola derrota real

Kansas, vigente campeón, parte con la vitola de favorito. Solo ha perdido dos partidos en toda la temporada, aunque estrictamente lo podríamos dejar en uno, el que les ganó Oakland Raiders en la quinta jornada (32-40). El otro fue ante Los Angeles Chargers en la última jornada de la temporada regular, cuando ya estaba todo el pescado vendido y Andy Reid priorizó reservar a sus piezas más importantes.   


Kelce y Hill pasan junto al entrenador de Kansas, Andy Reid. (JAMIE SQUIRE / AFP)

Todo el mundo sabe qué van a hacer los Chiefs. Pasar. Más de 5.000 yardas este curso. Su éxito depende de la conexión entre el brazo de Patrick Mahomes y sus receptores, en especial Travis Kelce (1416  yardas y 11 touch downs) y Tyreek Hill (1.276 yardas y 15 TD). La teoría es fácil, apretar al joven quarterback. Lo complicado es llevarla a buen puerto.

Mahomes domina la escena, puede lanzar rápido o aguantar el oval hasta ver la jugada adecuada. Su visión global de cada movimiento y su precisión lo convierten en letal, el jugador más determinante en los dos últimos años. Kelce es alto y grande (1,96 metros, 118 kilos), impone su físico para ganar yardas tras la recepción, y se complementa perfectamente con Hill (1,78 metros,  84 kilos), pequeño y rápido, un bailarín sobre el emparrillado.

Enfrente se toparán con una defensa que ha brillado contra la carrera, pero que lo ha pasado peor en la secundaria. Bruce Arians, técnico de Tampa, necesitará de toda su sabiduría para dar con la fórmula mágica.

Aunque viendo los precedentes, los más probable es que opte por un tiroteo loco, y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Así se han plantado los Buccaneers en la final, haciendo honor a su escudo, al abordaje y con el sable en la boca.


Una familia de hinchas de las Bucs pasea por Tampa. (OCTAVIO JONES / AFP)

Ambos conjuntos se enfrentaron en la jornada 12, el pasado 29 de noviembre, y entonces Kansas se llevó la victoria con una exhibición de Hill, 269 yardas y 3 TD, y 462 yardas de Mahomes. Pero solo tres puntos de diferencia en el marcador, 24-27. El escenario será el mismo, el Raymond James Stadium de Tampa Bay, ya que es la primera vez que el equipo de la ciudad anfitriona disputa el partido por el anillo.

La leyenda, aún más grande

¿Cerca de 3.000 caracteres sin mencionar a Brady? Cerca de 3.000 caracteres sin citar a Brady, sí. Ya toca. Leyenda, ‘la cabra’, el mejor de todos los tiempos. Se marchó del frio Boston a la cálida Florida, lejos de la manta de Bill Belichick y unos Patriots que sin él no han entrado en play offs, y aquí lo tenemos, listo para jugar su décima Super Bowl y ponerse su séptimo anillo. 43 años a sus espaldas y sin visos de colgar el casco y las botas.

Lógico. Tiene ganas, se cuida hasta el más mínimo detalle y su cuerpo se lo agradece, y en Tampa sí tiene los receptores que le permiten pasárselo como un enano soltando el brazo. Y con cero presión, sacando de las cavernas a un equipo que llevaba 13 años sin jugar play offs, una joven franquicia que empezó a competir en 1976 y que tocó techo al ganar en 2003 la única Super Bowl que ha jugado hasta ahora.


Tom Brady celebra el título de la Conferencia Nacional logrado frente a Green Bay Packers. (DYLAN BUELL /AFP)

En su viaje a la bahía sacó de la retirada a su viejo compañero en New England Rob Gronkowsky, y luego se sumó otro ilustre como Antonio Brown. En el juego aéreo destacan Evans y Godwin, mientras que Jones y Fournette ponen las yardas por tierra.

La final de Conferencia ante Green Bay puede dar una pista: apretar el culo en defensa y arriesgar en cada ataque, sufriendo hasta tres intercepciones. Pero qué demonios, hemos venido a jugar, y hasta ahora la moneda está saliendo cara. Un tiroteo con Kansas puede ser un suicidio, pero no parece que ello vaya a asustar a estos curtidos piratas.