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Más de la mitad de los técnicos de espectáculos han pensado dejarlo

Joven, varón, empobrecido y, en algún momento, ha llegado a plantearse dejar el oficio. Este es, «grosso modo», el retrato del personal técnico del sector de espectáculos y eventos que se desprende del informe del sindicato Teknikariok, a raíz de la encuesta realizada entre sus socios y contactos.

Protesta de los técnicos en Bilbo, durante la pandemia. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU)

Dicen que las grandes crisis, como la planetaria que estamos viviendo en la actualidad, hacen aflorar la realidad en toda su crudeza. En el caso de la cultura, sin duda. Un ejemplo de ello es el informe, ultimado en diciembre del pasado año por Teknikariok, el sindicato surgido en la pandemia, precisamente para visibilizar y unificar al sector de los técnicos de espectáculos y eventos. Jóvenes, con problemas de conciliación y una temporalidad extrema en sus condiciones de trabajo, sin prácticamente ayudas a las que acogerse durante estos meses de inactividad debido lo indefinido de su sector...

Ver la radiografía de los problemas estructurales que arrastran desde hace tiempo no les ha sorprendido a ellos: «Éramos conscientes de ello, pero es verdad que al ponerlo sobre la mesa, visualizas el retrato real y piensas: ¡Menudo pastel tenemos!», exclama uno de los miembros de Teknikariok.

Con «pastel» se refiere, primero, a lo heterogéneo del sector. De hecho, esta era una de las reivindicaciones que plantearon en otoño pasado en Durango, en una comparecencia en Plateruena: pedían a Lakua que hiciese un censo, un mapa, como primer paso para que las ayudas llegasen realmente al tejido laboral y evitar así la desaparición de tantos puestos de trabajo. Y también, hay que admitirlo, para impedir que el propio tejido cultural de este país pierda a una importante y básica base técnica, labrada con esfuerzo durante años.

Porque ¿de qué estamos hablando? Evidentemente, los técnicos no son artistas –de hecho, estos están recogidos en un régimen especial de la Seguridad Social, el de artistas y toreros–, pero sí trabajadores y pilar fundamental del sector. Están desde el técnico de iluminación hasta los transportistas, pasando por el personal de sala o de hostelería... Acogiéndonos al propio informe de Teknikariok, y en base a quienes han respondido a la muestra, la mayoría están especializados en sonido (43,4%) e iluminación (21,4%), aunque las profesiones son de todo tipo: producción, regiduría, vídeo, carga y descarga... De ahí que haya un totum revolutum de convenios, aunque la mayoría (el 40%) está dentro del de metal.

Las ayudas no llegan

Los datos que se desprenden de la encuesta, realizada en redes sociales y mailing, y a la que han respondido 166 personas que se dedican profesionalmente a esas actividades, «ofrece un dibujo bastante aproximado de la realidad», dice Teknikariok.

Perdida la temporada de 2020, de la que muchos vivirían el resto del año, si la actividad «no se reactiva en primavera a un nivel superior al que existe ahora, el tejido laboral se desintegrará por falta de ingresos», reflexiona el informe. Las ayudas económicas de las instituciones, que han buscado reactivar sobre todo a los teatros de la red pública –la mayoría con empleados públicos o subcontratados–, han llegado precisamente a ese apenas 15% del sector que está más protegido. Para más inri, las bandas y compañías han prescindido de su propio personal técnico para utilizar el público, y el personal fijo, en ERTE, ha asumido el trabajo que realizaban otros profesionales, bien contratados por cuenta ajena o autónomos.

Si, además, no existen contratos firmados porque la dinámica es así desde siempre –según el informe, funcionan principalmente las contrataciones y suspensiones verbales o por WhatsApp–, ¿cómo justificar la disminución de ingresos a la hora de pedir ayudas? A eso se une que como los espectáculos se cancelaron antes del 14 de marzo, quienes no estaban dados de alta ese día se quedaron sin coberturas institucionales y quienes trabajan por obra y servicio ya habían sido dados de baja previamente al no haber actividad. Solo quienes tenían paro cotizado pudieron cobrar algo.

La situación es crítica y los datos duros: de los que han respondido, un 25% no recibe ayudas ni tiene ingresos y en el caso de los autónomos, por ejemplo, solo tres de los que han respondido a la encuesta las han recibido.