La odisea animada ‘Winnipeg, el barco de la esperanza’ leva anclas
‘Winnipeg, el barco de la esperanza’ es una producción animada en la que participa la factoría vasca Dibulitoon. Narra la odisea de los exiliados que, en las postrimerías de la Guerra del 36, partieron a Chile en el barco fletado por Neruda. Uno de sus autores, Beñat Beitia, explica esta travesía.

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El proyecto de largometraje ‘Winnipeg, el barco de la esperanza’, seleccionado para Cartoon Media 2021 y nominado a los Premios de Desarrollo de Eurimages, está siendo respaldado por la productora vasca Dibulitoon junto a otras compañías de Catalunya, Chile y el Estado francés.
A última hora también se ha sumado RTVE y se está a la espera de que EiTB decida, a su vez, apostar por sacar adelante esta ambiciosa producción cuyo estreno está previsto para el Zinemaldia de 2023, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Neruda.
‘Winnipeg, el barco de la esperanza’ cuenta la apasionante odisea protagonizada por los 2.400 exiliados que, en las postrimerías de la Guerra del 36, cruzaron medio mundo para buscar una nueva vida en Chile, a bordo del paquebote SS Winnipeg. La iniciativa fue liderada por el poeta Pablo Neruda y su compañera sentimental Delia del Carril.
Se trata de un largometraje animado basado en la novela gráfica homónima escrita por la dramaturga y guionista Laura Martel y la ilustradora Antonia Santolaya que está siendo dirigido por el cineasta vasco Beñat Beitia (firmante de películas como ‘Black is Beltza’) y el canario Elio Quiroga (‘Fotos’).
Según ha revelado a NAIZ Beñat Beitia, «la película recrea un episodio que también ayuda a recordar nuestra propia historia como pueblo y abrirla al mundo. Hay que recordar este canto a la esperanza, tan necesario siempre... y esta desgraciada etapa de la historia que sufrieron muchos euskaldunes. Conseguí el listado de pasajeros y son muchos los que viajaron en el Winnipeg en busca de una nueva vida. Con este largometraje queremos tributarles un pequeño homenaje».
Deuda con nuestro pasado
Beitia recuerda que la etapa inicial de este viaje «fue realmente apasionante junto a Laura Martel y Elio Quiroga. Laura fue la responsable de encender la llama desde la adaptación. Había escrito el guion de la novela gráfica y si a esto le sumamos su punto de vista como mujer. Ha sido una figura determinante. A partir de ahí, la prolífica experiencia de Elio como director y guionista, su clarividencia y exquisitez técnica, han sido absolutamente contundentes para vertebrar nuestra historia. Mis manos completaban la experiencia en el cine de animación y los meses de documentación histórica en los que me encontraba para el desarrollo artístico. Toda esta sinergia nos permitió completar un riguroso viaje emocional a la memoria de esta trágica pero hermosa historia».
Un factor, el relativo a recuperar esa memoria perdida, que en palabras del co-director «ha sido determinante. El exilio, ha sido la desgraciada realidad a la que se ha enfrentado nuestro pueblo. Y como en la mayoría de las familias vascos, nuestra familia materna también lo vivió; en este caso, al exiliarse a Venezuela, por lo que es una impactante realidad que he tenido presente. Fueron infinidad los barcos del exilio: se tienen 268 barcos constatados que, mientras les fue posible, realizaron constantes rutas a América, Europa y África. Lo que desconocía era la historia del Winnipeg y el relevante papel que jugaron Pablo Neruda y su mujer, Delia del Carril, hasta que el productor ejecutivo Toni Marín Vila, quien consideró que era una historia que debía ser adaptada al cine animado, me mostró la novela gráfica original escrita por Laura. En ese mismo instante, quedé atrapado. Teníamos que contar esta historia».
La ruta incierta
La travesía del Winnipeg fue dictada por la incertidumbre. Una carta náutica emocional que, en palabras de Beitia, se descubre como «la historia de amor y determinación de un padre viudo, Víctor, con su pequeña hija, Julia. Ellos son nuestro punto de vista. Hechos vividos y narrados desde las luces y sombras, contrastadas por el desesperado objetivo de supervivencia de Víctor y la apasionada mirada de esta cruda pero esperanzadora realidad, desde la inocente niñez de Julia. La incertidumbre es una constante y la esperanza por la alegría de vivir, nuestro pulso».
«El éxodo desde Barcelona tras los bombardeos, la extenuante travesía por los Pirineos, la inesperada reclusión en los campos de concentración y la subsistencia en ellos, la huída a París hasta conseguir el pasaje, el embarque en Burdeos, la travesía, con sus alegrías y con sus inevitables penurias y riesgos... Y como símbolo de la esperanza y del deseo de iniciar una vida nueva, la llegada a Valparaíso, siempre presente. Como punto de partida, nos basamos en las vivencias de Víctor Pey, un ingeniero que, tras combatir integrando la Columna Durruti, partió junto a su hermano Raúl tras la caída de Barcelona. No obstante, incorporamos la compañía de Julia con el objetivo de enriquecer los dos puntos de vista mencionados», añade el director.
Finalmente, y en relación a lo que supone una travesía creativa de estas características, afirma que «rodar una travesía como esta mediante imagen real es de una gran complejidad técnica. Y precisamente comprobar que nadie se había aventurado a ello fue el motor que nos motivó a embarcarnos en este complejo reto. Ahí es donde se justifica que hayamos optado por narrarlo mediante animación. Y dentro de nuestra técnica, podemos establecer géneros y, en este caso, estamos ante la ‘memoria animada’. Nuestro yugo son los recursos y estamos condicionados por la producción, donde el tiempo es dinero».
«A diferencia de un filme de ficción, una película de animación, debido a su compleja elaboración, son años de desarrollo, planificación y ejecución. Desde el momento en que consolidemos la financiación, que estamos a punto de conseguir, pasaremos de la fase de desarrollo y preproducción donde planificamos hasta el último detalle. Será el momento en el que nos embarcaremos en la dura travesía de la producción. Lo que viene a ser el rodaje de cine. Pero que en el caso de la animación es un trabajo algo más complejo, para el que requeriremos dos años y medio», subraya Beñat Beitia.