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Pasado y presente


El desarrollo de una sociedad está ligado al devenir de la cultura a la que pertenece, así como al contexto en el que nace y a los acontecimientos que moldean el paso del tiempo. La identidad de una ciudad está directamente relacionada con todo lo que en ella sucede. El desarrollo económico, los planes urbanísticos o la presencia de la industria marcan el carácter de quien la habita y, en consecuencia, su manera de existir. El arte es en ocasiones un testigo del tiempo. A través de una pintura, una fotografía o una escultura, es capaz de guardar una interpretación de un mundo que ya no existe. La obra de arte juega entonces a esa trampa y siempre con ventaja, pues es capaz de pertenecer a dos mundos. A aquel que le vio nacer y a aquel ante el que se presenta en una nueva exposición. Esta extraña capacidad de la creación artística hace que nos encontremos con piezas de épocas pasadas a las que nuestra mirada dota de vigencia.

Puede que la lectura sea quizás desde otro eje o puede que con otra óptica, pero todo vuelve a activarse y aquello que parecía almacenado revive con la puesta en escena de la exposición. Es por eso que las revisiones de colecciones, fondos o retrospectivas son siempre una fórmula interesante. De un mismo golpe de vista podemos entender no solo la temática específica de una obra, sino también un relato que nos habla del tejido cultural, de los modos de hacer y de todos los elementos que conforman el sistema del arte y a quien lo sostiene. Nada es independiente, todo está ligado y todo lo que vemos es fruto de lo anterior y será, sin duda, motor de lo que está por llegar.

El pasado 29 de enero, el Museo Guggenheim de Bilbo inauguró una muestra dedicada a la memoria visual de la capital de Bizkaia del S.XIX. Hasta el próximo 29 de agosto podremos visitar esta interesante propuesta que permite acercarnos a las maneras de representación de la ciudad. Se nos abren entonces dos posibles líneas de interés. Por un lado, conocer de primera mano registros de la actividad económica y social de la villa. Pudiendo acceder a una suerte de documentación sobre el pasado de una de las ciudades más importantes de nuestro territorio. Por otro, asomarnos a una colección de interpretaciones de la vida diaria a cargo de diferentes artistas en los que la propia ciudad dejó su impronta. De hecho, son artistas que vivieron en Bilbo a finales del S.XIX y a principios del S.XX los que completan el elenco de participantes del proyecto comisariado por Kosme de Barañano. ‘Bilbao y la pintura’ se divide en varias salas. En ellas elementos como la vida de la burguesía, la presencia del contraste entre el mar y la montaña o estampas folclóricas, van componiendo un heterogéneo abanico de rostros, escenas y paisajes. Aurelio Arteta, José Arrue, Zuloaga o Adolfo Guiard son algunas de las firmas presentes en el museo de la ría.

A finales del pasado año 2020, la Sala Ondare, perteneciente a la Diputación Foral de Bizkaia, inauguró una exposición que homenajea la trayectoria de una de las galerías privadas más relevantes de Bilbo. ‘XXV Aniversario. Juan Manuel Lumbreras Galería de arte’ podrá visitarse hasta el 30 de abril y es una selección de poco más de 60 piezas que nos acercan a la labor desarrollada por la sala que cuenta con más de 340 exposiciones en su haber. La selección cuenta con obra gráfica, escultura e incluso fotografía e instalación. Muchos de los artistas que están presentes han pasado por estas páginas y son figuras muy relevantes de su generación. Alfonso Gortázar, Merche Olabe, Elena Mendizabal, Jose Ramón Amondarain, Equipo Crónica o Agustín Reche son solo una pequeña muestra del nutrido listado que habita el espacio de la sala.