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Balenziaga con la copa de EH Txapela en la final ganada en Irun. (Iñigo URIZ / FOKU)

‘Balen’, corazón de león


Rayco Sánchez, autor del libro ‘Jo ta ke, fútbol vasco en primera persona’, repasa la trayectoria de Mikel Balenziaga tras conversar con el propio jugador sobre su recorrido vital y las experiencias acumuladas.

Sólo hay 4 millones de personas en el mundo que pueden presumir de haber nacido el día 29 de febrero. A las que soplan velas este día se las denomina «Leapers» o «Leaplings», que viene del inglés Leap year, que significa año bisiesto. Dicen, de las que sólo pueden celebrar su cumpleaños cada cuatro años, que tienen un aura especial, y el futbolista del Athletic Mikel Balenziaga es una de estas personas.

El zumarragarra dio sus primeros pasos, en el fútbol federado, con sus amigos, en el equipo de su pueblo, el Urola -club en el que también militó su paisano y compañero Dani García-. Tras una prueba fallida con la Real, en infantiles, pero con la experiencia de haber disputado el famoso torneo Brunete con la camiseta txuriurdin, volvió a Zubieta, en categoría cadete, para quedarse, o esa era su intención, hasta que el Athletic llamó a su puerta al cierre del mercado de fichajes.

No le costó venirse a Bilbo con 20 años porque ya llevaba fuera de casa de sus progenitores desde los 16. Pocos meses después de llegar a Lezama debutó con el primer equipo, contra el Málaga, en la Rosaleda, junto con Ander Iturraspe.

«Me impactó mucho la presentación en Ibaigane, con toda la prensa, era la primera vez que hablaba para los medios de comunicación. Esa misma semana jugamos un amistoso en La Rioja y tuve la suerte de meter un gol. Y la siguiente, cuando viajamos a Málaga y me vi en el once inicial, me estremecí. Fue el partido, en toda mi carrera, en el que he estado más nervioso, uno de los momentos más especiales».

«Ese primer año viví un gran choque a nivel vital, porque pasé de ser anónimo a vivir dentro de Gran Hermano. El cambio fue duro, sentía que tenía que controlar todo lo que hacía en los espacios públicos, cuando quedaba con mis amigos, o iba a hacer la compra, porque todo el mundo me miraba. Al debutar con el Athletic me convertí, automáticamente, en alguien conocido. Ahí me di cuenta, en primera persona, de la magnitud del Club, así que me adapté y aprendí a vivir con ello».

Tras el debut, Mikel disputó 24 partidos aquella temporada, llegando a ser nombrado en el once de bronce del Fútbol Draft de 2009. Pero con el nuevo año su protagonismo fue disminuyendo, teniendo que salir cedido, por primera vez, a otro equipo, en esta ocasión al Numancia de Soria.

«El momento en que Caparrós me dijo que iba a salir fue un varapalo importante para mí, porque no me lo esperaba, pero a la mañana siguiente ya cambié el chip y me adapté a la nueva situación. La amabilidad de la gente de Soria me ayudó mucho a situarme, además coincidí con varios jugadores vascos en el vestuario, así que no tardé mucho en encontrar allí mi hueco. Fue un año muy bonito».

Cesiones y falta de oportunidades

Aunque es positivo por naturaleza, fue muy duro volver de la cesión y encontrarse con una temporada casi en blanco, en la que disputó un único partido. «En aquella época aprendí mucho, me iba haciendo más fuerte con cada día de entrenamiento. Coincidí con compañeros que tampoco jugaban mucho, como De Marcos o Iñigo, pero entrenábamos durísimo, hasta los veteranos del equipo nos lo reconocían. Yo era feliz yendo a Lezama todos los días, y cada semana miraba la lista de convocados con la ilusión de encontrar mi nombre en ella. El hecho de vivir ese año en Zumarraga, con mis aitas, y tener cerca a los míos, también me ayudó a sobrellevar la situación. Todo el mundo me decía que tenía que estar pasándolo mal, pero yo me mantuve firme y positivo. Muchas veces, la presión por no jugar, viene más de fuera, y no por cómo nosotros nos sentimos realmente».

Frases que bien podrían compartirse en las escuelas de fútbol, porque no todo es marcar goles, no se puede ser el MVP todos los días, en todos los momentos de la vida. La llegada de Marcelo Bielsa tampoco mejoró su situación ya que, aunque le hubiera encantado ser dirigido por el rosarino, ‘Balen’ fue uno de los descartes a principio de temporada.

Mientras buscaba un nuevo destino, el joven Mikel residió en Lezama, compartiendo litera, durante varias semanas, con Íñigo Pérez. Juntos entrenaban mañana y tarde, y luego se iban al cine a desconectar, lo que hizo que se forjara una hermandad entre ambos que todavía perdura hoy en día. «Íñigo es una persona que transmite mucha positividad, de esas que te levanta el ánimo en dos minutos. Conectamos tan bien que conseguimos darle la vuelta a la situación y acudíamos a cada entrenamiento con muchas ganas e ilusión».

Con el compañerismo que le caracteriza, tras un problema personal que le obligó a volver de Mallorca, Mikel acogió a Íñigo en su casa durante seis meses. «Balen me ayudó a salir del agujero en el que estaba metido, nos pasábamos el día juntos. Dentro de la convivencia teníamos nuestros propios códigos como que, el primero que se levantara por la mañana, tenía que preparar el desayuno, y hacer el sonido del cacareo de un gallo para despertar al otro” comenta el iruindarra. Pareja imbatible en frontenis, decidían quién elegía cama en las concentraciones jugando a piedra papel o tijera, al mejor de 15 veces. Anécdotas que recuerdan entre risas y que bien podrían formar parte de una sitcom de Netflix.

Con el Valladolid participó en dos campañas -una en 2º y otra en 1º división- a las órdenes de Djukic, al que siempre estará agradecido por todas las enseñanzas que le trasmitió, llegando a jugar de lateral derecho durante casi toda una temporada. Digno del mejor Kafka, la metamorfosis del defensa de Zumarraga fue tan notable que el Athletic no pudo desaprovechar la oportunidad de traerle de vuelta al Botxo.

Desde entonces suma ya 10 temporadas como rojiblanco, con más de 270 encuentros disputados entre Europa League, Copa, Supercopa, Liga y Champions League, y dos goles. Sí, la UEFA no le concedió aquel gol contra el Apoel de Nicosia, porque su disparo iba al córner y el balón rebotó en un defensor antes de entrar en la portería, pero en algunos medios aparece como goleador.

A nosotros no nos ha hecho falta consultar el VAR para otorgárselo, lo hacemos porque nos da la gana. El otro gol, el oficial en Wikipedia, fue para dar el triunfo a los leones en San Mamés, contra el Sevilla. Este tanto fue celebrado con mucha alegría, tanto en la grada como en el vestuario, como pudimos ver en el video en el que, el resto del equipo, le hacía un pasillo cariñoso de «toñejas» al lateral.

En las últimas temporadas ha pasado, de jugarlo todo, a ver reducida su presencia sobre el césped, situación que nos desmotivaría a muchos, pero no a alguien como él. «Durante varias temporadas he vivido unas de las etapas más maravillosas del Club, y he podido ayudar al equipo en el terreno de juego. Estos tres últimos años no he tenido tanta presencia en el campo, pero yo disfruto muchísimo del día a día, de estar con los compañeros, me lo paso muy bien, así que me centro en lo que tengo que hacer para seguir con ilusión. Si no puedo jugar cada domingo, sólo me queda dar el máximo en los entrenamientos y sumar, que para mí es lo más importante. La clave es sentirse bien con uno mismo y complacerse con lo que toca en cada momento», dice el mejor embajador de las Good Vibes.

La concreción de estas palabras, en hechos, han sido reconocidos en forma de renovación hasta el 2022: «Lo que me hace feliz es ir a entrenar y compartir tiempo con mis compañeros (y amigos). Siempre se ha dicho que el Athletic es diferente y, como consecuencia de ello, el ambiente que se vive en el vestuario también lo es, somos una familia. Seguiré jugando a fútbol hasta que me aguanten las piernas, pero, ante todo, siempre seré rojiblanco, gracias a gente como Josu Urrutia, Carlos Gurpegui o Joseba Garmendia, que me inculcaron los grandes valores del club y el verdadero significado del sentimiento Athletic».

Orsai y el ciclismo

Al preguntarle acerca de la banda de música más famosa de toda La Liga, el rojiblanco nos cuenta: «Orsai (viene de offside que, en inglés, significa fuera de juego, y es un guiño a los muchos aficionados que acuden a los campos de fútbol de Euskal Herria, y lo pronuncian de esa manera) surgió un día de la pretemporada de 2019. Mientras entrenábamos nos pusimos a hacer el tonto, escuchando una canción que sonaba de fondo, como si estuviéramos tocando. Nos animamos y, tres días después, decidimos qué instrumento iba a manejar cada uno y nos lanzamos a la aventura. El único que sabía tocar era Óscar, el resto aprendimos viendo videos de tutoriales en internet. Ahora quedamos para ensayar un día por semana con Juan Escribano, nuestro profesor y productor, esto es algo que nos encanta y nos ayuda a desconectar, además también nos sirve de excusa para juntarnos. Sabemos que éste no es nuestro ámbito y no queremos pisarle el terreno a nadie, respetamos muchísimo a los músicos que llevan años formándose en esta disciplina». En cuanto a sus referencias musicales son, sobre todo, grupos como Zea Mays, Love of Lesbian, Gatibu o Doctor Deseo.

Fan del mítico escalador Richard Virenque, el ciclismo es otra de las pasiones del lateral. «Soy un friki del ciclismo, no lo puedo practicar por la incompatibilidad con el fútbol profesional, pero me encanta. He tenido la suerte de poder ver varias carreras en directo, incluso desde dentro de uno de los coches de la organización, y fue una experiencia increíble. En el futuro, dentro de muchos años cuando deje de ser jugador profesional, me gustaría disfrutar de la bici y probar la experiencia de hacer triatlones».

Movember y Euskal Selekzioa

Para Mikel también es importante sumar y reivindicar fuera del terreno de juego. Así lo hizo sumándose al movimiento Movember. Consiste en dejarse bigote durante el mes de noviembre para reivindicar diferentes enfermedades que afectan a los hombres, como el cáncer de próstata, cáncer de testículo, problemas de salud mental y la prevención del suicidio.

«Antes del partido contra el Betis decidí sumarme a la campaña, junto con Ander Iturraspe. A mí me sale un buen bigote, tupido, así que, tras varios días sin afeitarme la barba, me rasuré la cara, menos el mostacho, así que lo llevé bien frondoso, para que se viera de lejos. Estaba muy gracioso, hasta yo me partía de risa al verme. Me alegro de que tuviera una amplia repercusión, para conseguir el objetivo de visibilizar el movimiento».

Fueron innumerables los memes del bueno de ‘Balen’ con aquel lustroso bigote, sobre todo los que le comparaban con Freddie Mercury, pero él prefiere vivir alejado del ruido de las redes sociales.

«Creo que bien utilizadas pueden aportar mucho, pero para mí mientras siga siendo jugador del Athletic me viene mejor no tener ningún tipo de plataforma».

Otro de sus compromisos es con Gu Ere Bai, plataforma que reclama la participación oficial de las selecciones vascas en las competiciones internacionales. «Creo que, en los últimos años, la selección había perdido la fuerza y el carisma que tenía anteriormente, aquél que movilizaba a miles de personas, que convertía estadios enteros en polvorines, y que pude vivir personalmente, primero como aficionado y luego como futbolista. Lo que queremos, con este nuevo proyecto, es intentar darle un golpe de efecto a la Euskal, para que la gente se vuelva a enganchar y podamos seguir dando pasos hacia la oficialidad. Ojalá que en unos años podamos ver a nuestra Selección compitiendo en torneos oficiales, como una más».

Cuando hablamos de Mikel con sus camaradas, lo describen como alegre, gracioso, incombustible y con una personalidad única, alguien cuyo perfil es necesario en todos los vestuarios, una suerte de persona, un 10 con el número 24 a la espalda.

De nuestro protagonista nos han comentado también que, cuando el año no es bisiesto, le gusta celebrar su cumpleaños tanto el día 28 como el 1 por lo que, cada vez que entraba por la puerta de Lezama esos dos días, le cantaban el ‘zorionak zuri’ entre risas. Dicen las estadísticas que la probabilidad de nacer el 29 de febrero es de 1 entre 1.500, comparable a jugar dos finales de copa en el mismo año o a encontrar un compañero de equipo como ‘Balen’.