INFO

Un consejo con discrepancias que no afectan al «interés colectivo» por la Mancomunidad

El consejo celebrado el sábado, con retraso y aforo reducido, por la Mancomunidad Vasca evidenció un trasfondo de malestar que plantea interrogantes sobre las perspectivas de la institución. El ejecutivo de Jean-René Etchegaray sacó adelante las propuestas, entre críticas por sus modos de hacer.

La Mancomunidad celebró el 20 de marzo un consejo con aforo reducido -120 miembros- en el polideportivo Lauga de Baiona. (Bob EDME)

Las críticas sobre las formas son una manera menos abrupta de explicar las diferencias de fondo. Y hubo críticas reiteradas a las formas, los métodos, las modalidades de la toma de decisión en el maratoniano pleno de más de siete horas que celebró el sábado, 20 de marzo, el consejo de la Mancomunidad Vasca en Baiona.

Ante los micrófonos de Euskal Irratiak, el electo de EH Bai y alcalde de Hiriburu, Alain Iriart, una de las voces críticas, ha templado esta mañana los ánimos.

«El interés por trabajar juntos no está en cuestión, pero hay que respetar las reglas», ha aseverado.

El ambiente iba caldeado de antemano. El consejo que debía haberse celebrado en febrero se aplazó a última hora con el argumento de la inminencia de nuevos anuncios de París en relación a la gestión de la pandemia. Una decisión difícil de entender con Ipar Euskal Herria en color verde, por baja incidencia de pandemia.

Varios electos aludieron a ese retraso al arranque de la reunión celebrada en la sala Lauga, con solo 120 electos, lo que avivó las desconfianzas, porque el desacuerdo era más de fondo.

Iriart insistía así en que el orden del día, y por ser más claros, los puntos relativos a tres inversiones millonarias, no se debatieron de forma adecuada en los órganos de la institución.

«Cuando hablamos de interés general o comunitario, y no dudo en que hablamos de proyectos importantes para Ipar Euskal Herria, las cosas no pueden quedar exclsuivamente en manos del presidente», ha apostillado de nuevo esta mañana el alcalde de Hiriburu.

Los proyectos en discordia

Los tres proyectos en cuestión, el polo cultural de Donibane Lohizune, la declaración de interés que hará posible financiar el polideportivo de Baigorri, y la más cuestionada subvención de dos millones a una sociedad privada para mejorar las instalaciones del equipo profesional de rugby del Aviron salieron, pese al intenso debate en el plenario, adelante.

Las votaciones reflejaron, con todo, esa distinta apreciación sobre en qué proyectos debe centrar sus esfuerzos la Mancomunidad.

Estos fueron los números. El proyecto cultural de Donibane Lohizune fue respaldado con 163 votos a favor, 8 en contra y 43 abstenciones. La declaración de interés comunitario para la sala deportiva de Baigorri recibió 183 votos a favor, 2 en contra y  29 abstenciones. La más controvertida aportación financiera al Aviron, gozó de un respaldo sensiblemente inferior:  141 a favor, 44 en contra y 24 abstenciones.

Otros representantes de EH Bai, como Egoitz Urrutikoetxea, insistían, por su parte, en la cuestión de la calidad democrática, situando en el foco el papel a jugar por las formaciones políticas.

Desde su creación, tal como recordó Jean-René Etchegaray, se ha primado «la inteligencia de país y la representación del territorio».

Sin embargo, por ser del todo sinceros, ello no ha impedido que se produzca una fisura cada vez más constatable entre interior y costa, que ya obligó el año pasado a cambiar de planes sobre la marcha, y a volver a reforzar el papel de los polos territoriales, encargados de aportar esa visión plural del territorio.

Urrutikoetxea aludió al hecho de que en el aforo reducido del consejo se acusara la escasa presencia de electos de Zuberoa y Nafarroa Beherea. Expresándose en nombre de EH Bai criticó el funcionamiento y defendió el papel de los partidos, al que electos «independientes» muestran recelo.

El papel de los partidos y del euskara

Desde una posición política bien distinta, el alcalde de Angelu, el conservador Claude Olive, veía igualmente con buenos ojos esa inserción de la Mancomunidad Vasca en los parámetros de la «democracia representativa», con un papel más evidente de las familias políticas.

El primer edil angeluarra protagonizó uno de los momentos de tensión al amonestar precisamente a Urrutikoetxea por dar prioridad al euskara en su primera intervención ante el plenario.

La electa socialista baionarra Colette Capdevielle remarcó, por su parte, la reivindicación de que a futuro los 232 electos de la Mancomunidad salgan de las urnas, de un sistema de sufragio directo.

El curso del debate no gustó del todo a Etchegaray que aludió a la historia, de Atenas al Biltzar, para defender esa representación del territorio como la seña de identidad de la institución.

Los partidos tendrán, en todo caso, un papel más visible de acuerdo al reglamento votado prácticamente por unanimidad -183 de los 221 electos se pronunciaron a favor- si bien en un año se tendrá que hacer balance, según anticipó el presidente de la institución, sobre su eficacia.

«Ipar Euskal Herria necesita de la institución y está claro que las localidades más pequeñas no podrían contar con planes relativos a vivienda o transporte de no existir la Mancomunidad» explica Iriart, para insistir en que «ese trabajo en común, que nadie cuestiona, debe cimentarse en unas reglas, porque para seguir avanzando es imprescindible que el funcionamiento y la toma de decisiones sean claros».

Próxima batalla, las cuentas

El próximo consejo abordará una cuestión clave para cualquier institución como es el presupuesto. Con una reducción permanente de la aportación del Estado y a falta de instrumentos fiscales la sostenibilidad financiera de la Mancomunidad de Ipar Euskal Herria es objeto de debate.

El propio Olive hizo hincapié el sábado, e insistió en varias ocasiones por si alguien no le había entendido, en que la institución ha optado por reclamar todas las competencias, y no solo las obligatorias por ley, achacando a esa ambición política mostrada por el equipo de Etchegaray la actual fragilidad financiera.

Iriart, que como EH Bai defiende una institución de estatus especial, que excede de la actual Mancomunidad, apunta más bien, al menos en el corto plazo, a «la necesidad de reducir costos de funcionamiento si queremos preservar lo importante, las inversiones».

El debate se anuncia caldeado, aunque el de Hiriburu insiste en quitar hierro a ese ambiente de creciente discrepancia. «Debatimos, y las discusiones a veces son difíciles, pero luego se votan las decisiones y se avanza, porque lo que cuenta es el interés colectivo y las necesidades del país», resume Alain Iriart.