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Preparación mental para evitar el exceso de responsabilidad en las finales

El Athletic va a disputar su segunda final consecutiva en dos semanas como ocurrió en la primera temporada con Bielsa. Iñigo Pérez lamenta que no pudieron dar su mejor nivel y, por ello, recomienda a la actual plantilla que «no carguen la mochila» y salgan a disfrutar como si fuera un partido más.

Iñigo Pérez con la camiseta de Osasuna en San Mamés en el derbi disputado la temporada pasada. (Aritz LOIOLA / FOKU)

Iñigo Pérez es de esas personas a las que es un placer escucharles mientras hablan. Recurre a los términos apropiados y aporta profundidad en sus explicaciones. A sus 33 años es jugador de Osasuna y en estos momentos se encuentra lesionado con una pubalgia. Al conjunto navarro le falta dar el último paso para asegurar la permanencia de manera matemática y muestra su alegría por haber conseguido reaccionar a tiempo de la mano de Jagoba Arrasate.

Coincidieron en el Numancia en Segunda y el entrenador vizcaino se lo trajo al equipo de su ciudad. El iruindarra regresaba a Primera con los rojillos nueve años después de su último partido con el Athletic. Su carrera futbolística se ha visto lastrada en cierto modo por las lesiones de larga duración, pero con el paso del tiempo ha aprendido a llevar estas situaciones de la mejor manera y seguir adelante.

Ese carácter le sirvió para conseguir convencer a Bielsa. Pese a debutar en 2009 con el primer equipo tras recalar en Lezama en cadetes procedente de la Txantrea, Iñigo Pérez tenía medio pie fuera del Athletic en el verano de 2011. Fue uno de los descartes del entrenador argentino. Sin embargo, cuentan las anécdotas que chocó contra Iraizoz en un entrenamiento y comenzó a sangrar en abundancia por la cara. El ‘Loco’ le preguntó si podía seguir a lo que el navarro contestó «si usted quiere sí». Entonces, el técnico replicaba diciendo que «no se preocupe si usted se muere es responsabilidad mía» y el siguiente fin de semana le otorgaba la titularidad.

El jugador de Iruñea admite que Bielsa ha sido la persona más importante en su trayectoria como futbolista y añade que está en el podium en el plano personal. Sigue manteniendo una estrecha relación y no se pierde ningún partido de un Leeds que en la última jornada se impuso con uno menos al City de Guardiola.

Gestionar las expectativas

La estancia de Bielsa en Bilbo todavía se recuerda con añoranza en el entorno rojiblanco. El rosarino encandiló a gran parte de la afición por su forma de ser y el estilo de juego implantado en el equipo. El triunfo por 2-3 en Old Trafford, las apasionantes eliminatorias europeas o el partidazo en Liga contra el Barcelona de Guardiola y Messi (2-2) son una oda al fútbol que no se han borrado de la memoria. Iñigo Pérez señala que fue una etapa «verdaderamente impresionante para unos chicos que éramos jóvenes y realmente no esperábamos». Afirma que cuando llegó el argentino no tenían esas expectativas y destaca el haber conseguido que el equipo jugará de la misma manera en cualquier campo y sin importar el rival. «Quiza no creíamos en nuestro potencial. Y en algunos aspectos, por lo menos en el mío, no sabíamos ni que teníamos. Recuerdo esa época de una manera muy feliz y de ir descubriendo cosas», comenta.

El punto álgido de esa temporada llegó con la disputa de las finales de Europa League y la Copa. Sin embargo, el Athletic no estuvo a la altura en ninguna de ellas y cayó por 3-0 en ambas ante Atlético de Madrid y Barcelona. Iñigo Pérez recuerda que antes de la final de Bucarest «veníamos en una dinámica liguera que no era muy buena con varias derrotas y sin hacer gol y con el equipo un poco exhausto». «Me da pena porque se utiliza como arma arrojadiza que el equipo estaba quemado y cansado y que por eso no se ganaron las finales. Si se hubiese ganado una de las finales nunca se hubiera sacado ese tema, aunque era una obviedad», rememora.

El iruindarra asume que la derrota en la primera final fue un «mazazo» del que no pudieron levantarse. Tenían puestas muchas ilusiones porque consideraban que era la más pareja, pero dolió mucho por «cómo se produjo». «No fuimos nosotros, no fuimos lo que habíamos hecho durante toda la temporada y lo sabíamos».

En cuanto a la segunda final, señala que el contexto fue distinto al ser el último partido del Barcelona de Guardiola. Además venían de caer en la anterior cita y desde el inicio percibió al ver las caras de los compañeros y la forma de encarar el partido que no iban por el buen camino.

El relato que hace se asemeja demasiado a la actual situación. El Athletic no estuvo a la altura de lo que había demostrado ante la Real y la derrota en la final vasca fue por eso más dolorosa. «La responsabilidad que uno tiene sobre sus hombros en esas finales es muy grande y más en un equipo como el Athletic en el que pasas de la grada al césped y después a la grada en cuestión de una década. Es difícil gestionar eso», reflexiona.

Iñigo Pérez cree que en la actual plantilla rojiblanca tienen la «suficiente experiencia» para saber «qué es lo que te genera cierto temor o te atenaza» y que «no son los nervios normales que vives cada domingo o en situaciones conocidas». En este sentido, apela «a algo básico» que «intenten disfrutar» y «no se permitan meter más piedras en la mochila, ni de responsabilizarse más de lo debido y pensar en que es solo un partido de fútbol».

«La mente sin querer corre mucho. Te acuerdas de la afición, de la situación que estamos viviendo, de querer dar una alegría a todos los rojiblancos y sin querer ese proceso de reflexión te va haciendo que la mochila adquiera más peso. Que intenten olvidar eso y salgan a jugar ese partido como lo hicieron en la Supercopa», subraya el zurdo de Iruñea añadiendo que se puede ganar o perder, pero que no se queden con esa «sensación» que es «el error que cometimos nosotros en las finales y nos reprocharemos siempre».

Iñigo Pérez comenta que el aspecto mental es una de sus inquietudes y que comenzó la carrera de sicología por ese motivo. Considera que es clave en el fútbol y en la vida como el mismo pudo constatar cuando tuvo que regresar al Athletic de una cesión al Mallorca en 2013. En cuanto a los jugadores rojiblancos cree que «tienen un exceso de responsabilidad con la afición» que en la gran mayoría de equipos no existe salvo contadas excepciones: «todos tienen familiares y amigos que son de ese equipo. Pertenecen a la misma tierra y tienen un sentimiento de arraigo y de deuda con su afición que no tienen otros equipos».

El centrocampista zurdo se muestra partidario de lo que supone la filosofía rojiblanca porque «define perfectamente lo que es la simbiosis entre el equipo y su gente», pero indica que en las finales es un «arma de doble filo». Por un lado, supone una «adrenalina descomunal» contar con una masa social semejante y «te da confianza, seguridad y te hace imaginarte el momento de celebración con ellos y eso se magnifica». «Eso es lo positivo, pero también imaginas que puedes perder, que has fallado a un pueblo y podrías haberlo hecho mejor y si la mente corre demasiado empiezas el partido exhausto», revela.

Marcelino y el Barcelona

Si tuviera la oportunidad de vivir otra situación similar, cree que trataría de mantener la rutina habitual de un partido cualquiera, aunque reconoce que las finales son excepcionales y es complicado. Al hilo de esto señala que en un documental elaborado sobre la victoria de la selección española en el Mundial, Javi Martínez comentaba que mientras él no pudo echar la siesta por los nervios antes de la final los jugadores del Barça estaban jugando a ping-pong en la previa con total tranquilidad.

En la forma de encarar el partido por parte de los dos equipos puede estar la diferencia en la final. Iñigo Pérez cita la victoria en la Supercopa y resalta que más allá de los planteamientos tácticos y físicos Marcelino acertó a tocar las teclas en el «apartado emocional» del equipo. En este sentido, se inclina por volver a confiar en lo que funcionó en enero y recalca que el técnico asturiano «ha demostrado que es una persona muy inteligente a la hora de preparar los partidos y tendrá bien pensado cómo quiere sorprender y las herramientas de las que dispone para ganar la final».

Lo que no tiene tan claro es que el actual Barcelona sea más vulnerable que al que se enfrentaron en su época. Los blaugranas se impusieron por 0-2 hace un mes en El Sadar y prefiere decir que «quizá no sea tan potente» o no tenga «ese nivel superlativo», pero siendo conscientes de que es uno de los mejores equipos de la Liga y de Europa.