Aprender la lección de las finales para preparar el nuevo curso
Marcelino admitía tras ganar al Atlético que la preparación de las finales de Copa ha condicionado en exceso la andadura de su equipo. El Athletic no acertó a gestionar la situación y necesita volver a fortalecerse como grupo para recuperar el espíritu la próxima campaña.
Queda dicho que es más fácil escribir que hacerlo. Todos soñamos con esa fecha concreta en el que se consigue esa victoria épica y al final se pierde la perspectiva en el factor principal que es el trabajo diario. Ocurre en todos los ámbitos y también en el fútbol, que además de dar el nivel, tienes que superar las dificultades que impone el rival.
El Athletic ha fallado en dos de las tres finales en las que más esperanzas había depositado. Y quizá ahí este la razón principal para explicar lo ocurrido. Cuando no había motivos para creer los jugadores se liberaron y ganaron la Supercopa. En cambio, después de demostrar que contaban con argumentos para competir contra cualquiera, cayeron con estrépito.
Marcelino reconocía después de la victoria contra el líder de la Liga que el Athletic va a seguir de luto durante un buen tiempo. Esas derrotas siguen pasando factura en la mente, pero no queda otra que levantarse y recobrar el ánimo. El objetivo en este final de temporada debe ser recuperar la alegría para empezar a preparar el siguiente curso. Aunque las matemáticas digan que luchar por los puestos europeos es posible, es muy complicado ya que Real, Betis y Villarreal tendrían que protagonizar un descalabro y el Athletic ganar casi todos los partidos.
Por ello, es mejor centrarse en recuperar sensaciones positivas y tratar de disfrutar en los partidos que faltan dando la oportunidad de reivindicarse a jugadores cara a la próxima campaña. Ganar al líder de la Liga siempre es un orgullo y más si al que te impones es el Atlético de Simeone. El argentino le tiene bien tomada la medida al Athletic desde aquel pisotón a Julen Guerrero. Pocas veces se le ha ganado como entrenador por los que supone un inmenso placer conseguirlo.
Ritmo frente a jerarquías
Si algo quedó acreditado en el partido ante el Atlético es que en el Athletic es indispensable contar con jugadores frescos. Las palabras de Marcelino admitiendo que las finales condicionaron en exceso al equipo son significativas. Todos los entrenadores tienen sus preferencias y siempre habrá futbolistas que jueguen más minutos que otros. Sin embargo, la gestión de esta situación en las finales no funcionó. Muniain, Yeray y, se puede decir que también Yuri, no se encontraban en plenitud y tampoco otros titulares como Raúl García y Williams ofrecieron su mejor nivel.
Tanto Garitano como Marcelino han mantenido unas jerarquías en el vestuario que en los momentos decisivos han sido contraproducentes. La campaña anterior el equipo apretó después del confinamiento para acercarse a los puestos europeos y acabó derrumbándose por agotamiento. El entrenador asturiano ha dosificado mejor los esfuerzos repartiendo minutos con el objetivo de que esos jugadores titulares llegaran en las mejores condiciones a las citas importantes. Se ha priorizado la veteranía y el equipo ha ido perdiendo fuelle cuando los menos habituales también han demostrado que se puede contar con ellos.
El rendimiento de Balenziaga en la Supercopa es la prueba más evidente. El Athletic necesita jugar con mucha intensidad y ritmo alto para lograr resultados. Por eso mantener en el campo a jugadores que no están en su mejor nivel porque tienen más calidad o experiencia genera dudas en el resto y, lo que es peor, tampoco ha funcionado.
En cuanto al apartado futbolístico también se echa en falta contar con más variaciones tácticas. Más allá del esquema del 1-4-4-2 o jugar con tres centrales o un media punta, el Athletic arrastra un problema en las últimas temporadas en el juego posicional. Cuando el rival se cierra bien atrás sufre mucho y tiene dificultades para hacer circular el balón. Vencedor y Unai López son los que cuentan con más aptitudes, pero junto con el centro del campo, falta impulsar asociaciones y combinaciones en otras zonas. La fórmula que propone Marcelino se asemeja a la de Garitano y funciona cuando el equipo dispone de espacios, aunque al equipo le sigue costando cuando toca llevar la iniciativa.
El Barcelona, además de contar con muy buenos jugadores, le ganó la partida generando superioridades en todas las zonas del campo con dos contra uno o tres contra dos. Al jugar sin delanteros específicos ni jugadores encasillados en sus puestos, la movilidad hizo imposible los marcajes y al no funcionar la presión alta el equipo tuvo que meterse atrás. Y los cambios que realizó Marcelino terminaron por desajustar por completo un equipo que estaba siendo superado constantemente.
La Real también modificó el esquema durante la final al encontrarse con problemas para superar la presión arriba. Zubimendi se metió entre los centrales para sacar la pelota y así logró conectar con Silva durante una fase del encuentro. El conjunto donostiarra ha mostrado durante la temporada que dispone de más recursos y algunos de esos detalles son los que le llevaron a la victoria. Incluso, en el filial Xabi Alonso apuesta por centrar al lateral derecho para sacar la pelota como hacía Guardiola en el Bayern con Lahm.
El Athletic necesita ampliar su repertorio, sobre todo, en la faceta ofensiva para poder aspirar a cotas más altas. Implementar la capacidad goleadora es vital para ello, al igual que mantener la concentración y evitar los errores graves en defensa.
Paciencia y confianza en los jugadores
Oihan Sancet -Óscar para el locutor de Movistar- cuajó un gran encuentro ante el Atlético. Marcelino aseguró que fue el mejor partido que ha jugado con él en el banquillo. Aunque a veces se nos olvide, el navarro cumplió anoche 21 años. Es un futbolista con grandes dotes con el balón al que todavía no se le ha encontrado la posición ideal. Le falta madurar y endurecerse en el aspecto físico, pero tiene mucha calidad. Garitano le utilizó en la mayoría de ocasiones en la media punta. El de Derio buscaba sacar provecho de su capacidad para filtrar balones y moverse entre líneas. En categorías inferiores también ha actuado de interior en un centro del campo con tres jugadores y su estatura y zancada transmiten la posibilidad de que podría desempeñarse en ese puesto.
Pero en el primer equipo le han ubicado siempre cerca de la portería contraria. Marcelino lo ha alineado como segundo delantero y con el paso de los partidos ha ido entendiendo lo que le pide el entrenador y necesita el equipo. Sancet está aprendiendo en la élite, al igual que ocurre con los Villalibre, Morcillo o Vencedor. Hace un par de temporadas todos ellos estaban en el Bilbao Athletic y fueron titulares contra el Atlético, líder de Primera. Un dato a tener muy en cuenta para entender la transición que se está llevando a cabo en el vestuario. Hace falta tiempo y paciencia con unos futbolistas que apuntan maneras.
Y es que la semana anterior ya se empezaron a escuchar nombres de futuribles destacando a Jon Moncayola -centrocampista de Osasuna con 12 millones de euros de cláusula- y Javi Martínez. El navarro termina contrato en el Bayern y, si la campaña anterior el club intentó contratarle, no sería extraño que volvieran a hacerlo.
Los refuerzos siempre pueden aportar como ha ocurrido con Berenguer, máximo goleador del equipo, pero también hay que tomar nota con lo sucedido con Llorente al inicio de este curso. Al final Villalibre se ha tenido que reivindicar ante sus compañeros a base de goles y hasta se ha convertido en un icono del club con la trompeta.
Lo primero que hizo Marcelino al llegar al Athletic fue recuperar para la causa a los veteranos y convencer a jugadores como Muniain y Williams. Asimismo, ha logrado que Ibai Gómez pueda volver a aportar sobre el terreno de juego. Poco a poco el de Santutxu ha ido entrado en el equipo y suyo fue el córner rematado a las redes por Iñigo Martínez. El toque de balón que tiene siempre viene bien en estrategia y en los últimos minutos.
El reto del Athletic es intentar ofrecer un rendimiento sin altibajos durante la temporada y en todas las competiciones. Y para eso es obligatorio contar con el mayor número de jugadores en disposición de aportar.
El salto desde el Bilbao Athletic
El caso de Iñigo Vicente es totalmente distinto al de Ibai. En el comienzo de la temporada Garitano ya comentó en una comparecencia que iba a tener complicado jugar. El de Derio debutó ante el Cádiz y dejó muestras de su calidad en la dolorosa derrota contra nueve en San Mamés. Es un jugador que destacó mucho en Segunda B, pero con el Mirandés en Segunda le costó afianzarse en las alineaciones.
Marcelino no le ha dado ninguna oportunidad, a pesar de que ante el Betis en la jornada anterior era un escenario ideal para él en los últimos minutos. Su situación es una prueba del salto que existe entre el filial y el primer equipo. Son pocos los jugadores que tiran la puerta, algunos necesitan una cocción más lenta y otros no lo logran. Jugadores que destacaron mucho en su día en el segundo equipo como Igor Angulo o Ager Aketxe luego no han podido hacerse un hueco.
El Bilbao Athletic se ha clasificado para disputar las eliminatorias de ascenso a Segunda y Joseba Etxeberria ha dejado claro que el objetivo es subir. El filial también alcanzó esa fase la campaña anterior con el de Elgoibar y en la temporada 2014-15 lograron retornar a la categoría con Ziganda.
Jugadores como Nico Williams y Artola están llamando la atención en el segundo equipo en la faceta ofensiva. Se confía también en el ariete Ewan Urain, pero las lesiones le están impidiendo tener continuidad, al igual que en Nico Serrano.
En el medio campo ha resaltado Beñat Prados junto con Zarraga, que ya tiene ficha del primer equipo aunque está lesionado. Los laterales Álvaro Núñez e Imanol García de Albeniz también están realizando una gran temporada junto con el portero Julen Agirrezabala. Está por ver si otros como el central Paredes o el centrocampista Diarra evolucionan en sus prestaciones. En varias entrevistas realizadas en los últimos días, Etxeberria ha asegurado que existe buena materia prima en categorías inferiores para abastecer al primer equipo.