Las viviendas pasivas aúnan bienestar y sostenibilidad
Con la pandemia muchas personas han descubierto que existen formas de construir que permiten ahorrar energía y aseguran un mayor confort interior.
En los últimos meses ha aumentado de forma exponencial el interés por el estándar Passivhaus, que surgió en 1988 en una conversación entre los profesores Bo Adamson de la Lund University de Suecia y Wolfgang Feist del Instituto de Vivienda y Medio Ambiente. Feist concluyó que un tercio del consumo de energía de las viviendas procedía de la calefacción, por lo que estudió cómo edificar para que fueran más eficientes. Dos años después lo puso en práctica y en 1996 fundó el Passivhaus Institute con el objetivo de promocionar este estándar internacional.
La Plataforma de Edificación Passivhaus indica que en el Estado español hay más de 158.000 metros cuadrados certificados repartidos en 150 proyectos y prevé que en los próximos dos años se superarán los 387.000 metros en 307 inmuebles. A su auge ha contribuido en gran medida una directiva europea de 2012 que obliga a que todas las nuevas construcciones residenciales sean de consumo de energía casi nulo desde enero de este año; así como por el compromiso de la UE a reducir para 2030 un 40% del consumo de energía y un 55% de las emisiones de CO2, factores en los que los edificios antiguos tienen mucho que ver.
Es este concepto de construcción el que mejor responde a esas exigencias a la vez que aporta beneficios sociales, económicos y medioambientales. Son espacios saludables con aire limpio y temperatura constante, donde el ruido exterior apenas es perceptible. La exigencia de climatización se reduce en un 75%, pudiendo cubrir el resto fácilmente con energías renovables. Además, la demanda de energía de las viviendas pasivas es igual o inferior a 15kWh/m² por año. Está pensado para vivienda de nueva construcción, si bien sus criterios son extrapolables a la rehabilitación, logrando viviendas pasivas en mayor o menor grado.
Requisitos para lograr la certificación
Para lograr la certificación Passivhaus, la edificación debe seguir unos criterios de construcción para obtener una muy alta eficiencia energética de consumo bajo o nulo y garantizar un confort excelente.
1– Gran aislamiento térmico: Se optimiza la envolvente térmica aislando las paredes exteriores, las cubiertas y el suelo. Los elementos exteriores deben tener una baja transmitancia térmica –cantidad de calor que se intercambia con el exterior– para minimizar las perdidas de calor y proteger el interior tanto del frío en invierno como del calor en verano.
2– Ausencia de puentes térmicos: Los puente térmicos provocan ganancias o pérdidas energéticas indeseadas y problemas de humedad. Para evitarlos hay que garantizar la transmisión de energía continua por toda la envolvente.
3– Hermeticidad: Asegurar la ausencia de corrientes de aire a través de ventanas, huecos y grietas que provocan condensaciones y entradas de aire frío indeseadas. La envolvente debe ser lo más estanca posible para lograr que el sistema de ventilación mecánica sea mas eficiente.
4– Ventanas y puertas de altas prestaciones: Ventanas y puertas son puntos de ruptura de la envolvente térmica, el punto débil por el que se da la mayor fuga de energía en una vivienda. Hay que prestar atención a su ubicación y diseño para permitir ganancias solares en invierno y protección del sol en verano.
5– Ventilación mecánica con recuperación del calor: Antes de expulsar el aire viciado del interior, la ventilación mecánica reaprovecha su temperatura para precalentar o enfriar el aire limpio entrante. Ambos flujos no se mezclan, pero se produce una transmisión de calor y energía entre ambos. Con este sistema se consigue renovar el aire de forma continua, limpia y eficiente.
Una vez cumplidos esos cinco criterios, se analizan otros dos: las protecciones solares –persianas, estores, porches...– y la fuente que suministra la energía, que debe ser renovable.