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«Sheytan vojud nadarad»


El cine de autor se ha hecho un sitio seguro en las salas de cine ante la ausencia de grandes producciones de Hollywood en los circuitos de exhibición, y una de las obras recientes más esperadas es la última realización del iraní Mohammad Rasoulof, que se estrenará el próximo día 25 de junio con el título en la versión doblada de ‘La vida de los demás’, que no coincide con el original ‘Sheytan vojud nadarad’ (2020), ni con su traducción internacional en inglés de ‘There is No Evil’ (El mal no existe). Y eso que así se denomina el primero de las cuatro capítulos que componen este largometraje de dos horas y media de duración.

La película ganó en la Berlinale el Oso de Oro a la Mejor Película, pero se dio la triste circunstancia de que su director no pudo acudir a recoger el premio, al no obtener el permiso para poder salir de Irán, ya que se encuentra detenido bajo arresto domiciliario durante un año acusado de difundir propaganda política contraria al régimen. Es una situación que se volvió a repetir cuando en la Seminci de Valladolid recibía una Mención Especial del Jurado.

En consecuencia no es de extrañar que el simbolismo defina el estilo predominante en la filmografía de Rasoulof, pues cada vez que ha intentado ser algo más directo o explícito se ha visto perseguido, censurado y condenado. Tras debutar con ‘The Twilight’ (2002), llamó la atención en todo el mundo con su parábola cinematográfica ‘La isla de hierro’ (2005), sobre una comunidad que vivía en un barco encallado, y con la que ganó el Premio Especial del Jurado en el festival de Xixón. Tuvo muchos problemas con su siguiente documental ‘Head Wind’ (2008), en el que denunciaba la censura en Irán, y eso hizo que ‘The White Meadows’ (2009), presentada en Donostia, fuera muy difícil de entender con sus metáforas acerca de un hombre que va por las islas recogiendo las lágrimas de sus habitantes.

A pesar de su hermetismo Rasoulof logró vivir una época dorada de triunfos consecutivos en el festival de Cannes, que se inició con ‘Goodbye’ (2011), premiada a la Mejor Dirección en la sección Un Certain Regard, y que describía los intentos de una familia iraní por irse al extranjero. Con el personalísimo thriller criminal ‘Manuscripts don´t Burn’ (2013) se hizo con el premio FIPRESCI de la crítica internacional, y ya, por último, regresó a Un Certain Regard con ‘Un hombre integro’ (2017), que fue elegida como Mejor Película por su valiente denuncia de la corrupción.

Para sacar adelante ‘Sheytan vojud nadarad’ (2020) tuvo que recurrir, al igual que tantos otros colegas suyos, a una coproducción europea con compañías alemanas y de la República Checa. Pero fue más lejos al desafiar a las autoridades de Teherán, burlando la prohibición que pesaba sobre su persona y su actividad profesional, rodando en lugares remotos y aislados del país en absoluto secreto. La clandestinidad del proyecto estaba más que justificada, por cuanto el tema a tratar era el de la pena de muerte.

No se trata de una simple denuncia de la pena capital al uso, sino que a través de cuatro historias va mostrando cómo se fundamentan legalmente y cómo se ejecutan al final dichas sentencias, dentro de un sistema perfectamente instaurado en la sociedad iraní mediante una cadena humana cuyo objetivo es la repartición de responsabilidades, de tal forma que se hace complicado distinguir entre las figuras claves de la víctima y el verdugo.

Tampoco las causas incluidas en el código penal para las ejecuciones son de fuerza mayor, debido a que un simple adulterio o la disidencia llevan a la gente al patíbulo. En el primero y en el cuarto segmento, un poco a la manera de Berlanga en ‘El verdugo’ (1963), vemos que las personas obligadas a convertirse en ejecutoras llevan una vida corriente, sin aparentes problemas de conciencia, como si el suyo fuera un acto de debida obediencia. Algo que se hace más evidente en el caso del servicio militar, que es obligatorio y dura 21 meses, y es del todo necesario para encontrar una salida laboral. El soldado no se puede negar a participar en el ahorcamiento.