Arranca la vacunación de adolescentes con ciertas reservas del comité francés de ética
Las autoridades sanitarias francesas arrancan hoy con la vacunación de las personas de entre 12 y 18 años de edad, una decisión a la que ha planteado ciertas reservas el comité de ética que estima que la decisión de vacunar a los más jóvenes ha sido adoptada «con excesiva celeridad».
Desde este 15 de junio las personas de entre 12 y 18 años de edad podrán recibir la vacuna contra la covid-19 en el Estado francés. La decisión, anunciada el 2 de junio, entra en vigor en un periodo especialmente complejo para los jóvenes de esa edad.
Empezando por la franja de edad más alta, los jóvenes que aspiran a pasar el examen de «bac» ( bachillerato, similar a la selectividad) en la rama de profesional están ya haciendo las pruebas. El 17 de junio será el turno de los alumnos del llamado «Bac general». Un alto porcentaje de su nota vendrá, pandemia obliga, de la evaluación continua. Con todo ese día tendrá lugar, también para los alumnos de Ipar Eskal Herria, la mítica prueba de Filosofía, que dará paso en días sucesivos a la prueba oral.
Esa es la prioridad absoluta para alumnos, profesores y familias estos días, lo que hace que ese arranque de la vacunación quede, en cierto modo, en segundo plano.
El pinchazo, en plenos exámenes
Los alumnos que terminan la etapa de liceo están centrados en los exámenes, las prácticas o los planes de verano, y ven lejos el arranque del nuevo curso, lo que no deja de ser un hándicap cuando la decisión de vacunar ahora a esa franja de población obedece precisamente al interés en que en setiembre los centros educativos, en su caso las universidades, puedan empezar a funcionar con mayor normalidad.
Será la semana que viene cuando los alumnos que finalizan el colegio (13-14 años) hagan la prueba de «brevet», que da acceso a la enseñanza secundaria.
Aunque ese examen es menos decisivo desde el punto de vista del desarrollo académico, también en su caso el foco se sitúa en completar esa prueba.
En ese contexto bien particular se abren hoy los vacunódromos para los menores de edad, que precisan de una autorización de los padres para recibir el pinchazo de la vacuna Pfizer.
Una decisión que las autoridades sanitarias ligan a la necesidad de hacer avanzar el ritmo de la vacunación, pero también a la urgencia de «normalizar», cara al verano, el modo de vida de un sector de la población que ha pagado su particular cuota durante la pandemia.
Bienestar sicológico
Así lo reconoce en su último informe el comité francés de ética (CCNE) que estima que, si bien el beneficio que puede aportar la vacuna en la salud física de los más jóvenes «puede parecer limitado», no ocurre lo mismo en lo que afecta a su bienestar sicológico.
«Las consecuencias de la pandemia en la salud sicológica y mental de los niños, pero sobre todo de los adolescentes, son profundas y previsiblemente duraderas», asegura este organismo consultivo del Ejecutivo galo.
El CCNE coincide con las autoridades sanitarias al reconocer que será prácticamente imposible alcanzar la inmunidad colectiva, que precisaría de vacunar al 80-85% de la población, «solo vacunado a la población adulta».
Sin embargo, el comité lanza una pregunta: «¿Es ético hacer recaer en los más jóvenes una responsabilidad de ese calibre que responde, en cierta medida, a la necesidad de compensar el rechazo o la dificultad de acceder a la vacuna de una parte de la población adulta?». No sería una mala pregunta para que la respondieran no ya los adultos sino esos jóvenes que harán pasado mañana la prueba de Filosofía.
Mientras las autoridades sanitarias difunden vídeos positivos en los que los adolescentes acuden con una sonrisa a vacunarse, deseosos de poder volver a las clases presenciales, participar en actividades deportivas o culturales, o hacer planes más allá de la burbuja de amigos-as habituales, el CCNE alerta del «riesgo de estigmatizar a quienes no tienen clara su opción frente a la vacunación».
O, lo que no es menos grave, a su entender, como es «el riesgo bien real de que la promesa de volver a la vida normalidad a la que se liga la vacunación no se haga realidad por la aparición de las nuevas variantes», con la consiguiente sobredosis de frustración para los más jóvenes.
Cree, en resumen, el comité, que las exigencias generales ligadas a la vacunación han llevado al Gobierno galo a decidir «con excesiva celeridad» y sin disponer de «la perspectiva suficiente sobre los efectos de las vacunas en adolescentes».
De ahí que, sin mostrarse contrario a la inmunización de los adolescentes, que arranca hoy en todo el Hexágono, y por tanto en Zuberoa, Nafarroa Beherea y Lapurdi, este órgano solicite «que se implemente un dispositivo específico de farmacovigilancia».