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El presidente colombiano denuncia un ataque contra el helicóptero en el que viajaba

El presidente colombiano, Iván Duque, ha denunciado que el helicóptero en que viajaba junto a sus ministros de Defensa e Interior fue atacado con disparos, cerca de la frontera entre Colombia y Venezuela, pero que el «dispositivo aéreo» de su seguridad evitó que ocurriera «algo letal».

El presidente colombiano, Iván Duque, custodiado por un amplio dispositivo de seguridad tras el ataque denunciado. (Schneyder MENDOZA/AFP)

Duque informó de los hechos en un vídeo en el que detalló que el ataque se habría producido cuando la aeronave procedía a aterrizar en el aeropuerto Camilo Daza de Cúcuta, tras una visita en al municipio de Sardinata.

«Es un atentado cobarde donde se ven impactos de bala a la aeronave presidencial», dijo el mandatario en un mensaje enviado a través de los canales oficiales.

Duque viajaba a bordo junto a sus ministros de Defensa e Interior y el gobernador de Norte de Santander, departamento fronterizo con Venezuela.

Imágenes divulgadas por la presidencia muestran varios impactos de bala en la cola y la hélice principal.

El presidente ha destacó que tanto el «dispositivo aéreo de seguridad, como la capacidad» del helicóptero, «evitaron que ocurriera algo letal». Ninguno de los ocupantes sufrió heridas.

Apenas conocida la denuncia, el gobierno de Estados Unidos condenó «enérgicamente el cobarde ataque», mientras que la delegación de la Unión Europea en el país expresó su «rechazo frontal y rotundo» a los hechos.

El jefe de la misión de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, también ha repudiado el «atentado» contra la delegación que encabezaba Duque.

«Le he dado instrucciones muy claras a todo el equipo de seguridad de ir detrás de quienes dispararon contra la aeronave», adelantó Duque, que no ofreció detalles sobre el posible origen de los disparos.

«No nos amedrentan»

La comitiva oficial había salido del municipio de Sardinata y se dirigía hacia la ciudad colombiana de Cúcuta, en la línea fronteriza, cuando se produjo el ataque denunciado por Duque.

El mandatario asistió durante la tarde a un evento en la región del Catatumbo, una de las zonas con más narcocultivos del país, principal exportador de cocaína del mundo.

Se trataría, por tanto, del primer atentado contra un presidente colombiano en casi dos décadas. En febrero de 2003, una carga explosiva de 20 kilos oculta en una vivienda aledaña al aeropuerto de la ciudad de Neiva (suroeste) fue detonada previo al aterrizaje del entonces presidente Álvaro Uribe, padrino político de Duque.

El hecho, que fue atribuido a las extinta guerrilla de las FARC, provocó la muerte de 15 personas y dejó 66 más heridas.

La zona limítrofe con Venezuela, país con el que Colombia rompió las relaciones poco después de la llegada de Duque al poder en 2018, está bajo fuego.

El 16 de junio estalló un coche bomba dentro de una instalación militar en Cúcuta, dejando un saldo de 36 heridos. El Gobierno responsabilizó al ELN.

Duque rompió en 2019 las negociaciones que venía sosteniendo su antecesor, Juan Manuel Santos, con esa guerrilla tras el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tres años antes.

El Gobierno de Duque ha acusado insistentemente al presidente Nicolás Maduro de refugiar en territorio venezolano a tropas del ELN, que anunció el jueves un relevo en su comandancia.

Desde que Duque asumió el poder, el país enfrenta el peor rebrote de violencia desde la firma de los acuerdos de paz.

El mandatario responsabiliza a los grupos que se financian del narcotráfico por la oleada de masacres que golpea a las regiones apartadas donde se cultiva la hoja de coca. Con niveles históricamente bajos de popularidad, el presidente conservador también enfrenta fuertes manifestaciones en las ciudades.

Decenas de miles de colombianos se tomaron las calles el pasado 28 de abril para protestar contra una iniciativa para elevar impuestos a la clase media en plena pandemia.

Aunque el proyecto fue retirado, la fuerte represión policial avivó las movilizaciones, que aún persisten en Bogotá convertidas en una enmienda a la totalidad al Gobierno de Duque y ya ha dejado decenas de muertos, muchos de ellos a manos de los cuerpos policiales.