INFO

El líder conservador sueco renuncia a formar gobierno tras fracasar en las negociaciones

El dirigente opositor sueco Ulf Kristersson, líder del Partido Moderado, ha renunciado este jueves al mandato concedido por el presidente del Parlamento, tras constatar en sus primeros contactos con otros grupos que no tiene opciones de lograr el respaldo de una mayoría de los diputados.

El líder conservador sueco, Ulf Kristersson. (Stina STJERNKVIST/AFP)

El líder conservador sueco, Ulf Kristersson, ha renunciado este jueves a formar gobierno al constatar que no cuenta con los apoyos necesarios para ser elegido en el Parlamento tras la dimisión del primer ministro socialdemócrata, Stefan Löfven.

«Los requisitos parlamentarios para formar un ejecutivo de derecha no existen. Es simplemente una cuestión matemática», ha dicho en rueda de prensa Kristersson, aludiendo a que hay 175 diputados (de los 349 de la Cámara) que votarían en su contra.

Kristersson ha explicado que ayer se había aclarado la situación después de que una diputada centrista crítica confirmara que seguirá a su partido y apoyará a Löfven, y que el Partido Socialdemócrata haya solucionado la baja de una parlamentaria sustituyéndola por la dimitida ministra de Agricultura, Jennie Nilsson.

La decisión de Kristersson era esperada, una vez que la líder centrista, Annie Lööf, clave para decantar la mayoría, reiterase que rechaza cualquier gobierno que dependa de los votos del ultraderechista Demócratas de Suecia (SD).

Norlén aseguró el martes que su intención es que a finales de julio haya ya un nuevo ejecutivo o que se hayan celebrado cuatro votaciones fracasadas en el Parlamento, lo que supondría automáticamente la convocatoria de elecciones extraordinarias.

La Constitución sueca establece que debe haber comicios ordinarios cada cuatro años, de ahí que los comicios anticipados sean una rareza en este país nórdico. Los últimos fueron en 1958.

Löfven recibe el encargo de formar gobierno

El primer ministro en funciones, el socialdemócrata Stefan Löfven, que dimitió el lunes pasado, ha recibido el encargo de intentar formar un nuevo Gobierno después del fracaso de Kristersson. 

Las dudas sobre el voto de un par de diputados se han resuelto, una vez que la centrista Helena Lindahl confirmara ayer que seguirá la línea de su partido y apoyará a Löfven, y que el Partido Socialdemócrata haya solucionado la baja de una parlamentaria sustituyéndola por la dimitida ministra de Agricultura, Jennie Nilsson.

«Mi mensaje sigue siendo que el Partido Socialdemócrata y yo estamos listos para asumir la responsabilidad, junto con otras fuerzas constructivas, de llevar el país hacia adelante», ha declarado en un comunicado Löfven, que debe informar de sus avances al presidente del Parlamento, Andreas Norlén, el lunes como muy tarde, por lo que una eventual votación en la Cámara no podría celebrarse antes del miércoles.

Norlén ha mostrado su intención de acelerar el proceso y que a finales de julio haya ya un nuevo ejecutivo o que se hayan celebrado cuatro votaciones fracasadas en el Parlamento, lo que supondría automáticamente la convocatoria de elecciones extraordinarias


Moción de censura histórica

El Gobierno rojiverde en minoría de Löfven perdió hace diez días una moción histórica (la primera que prospera contra un jefe de gobierno en ejercicio), gracias a que el Partido de Izquierda, aliado externo suyo, apoyó la iniciativa presentada por el SD y respaldada también por conservadores y democristianos.

Löfven gobernaba en minoría gracias a un acuerdo de enero de 2019 con liberales y centristas que rompió la política de bloques y permitió aislar a la ultraderecha, tercera fuerza parlamentaria.

La Izquierda cumplió la amenaza anunciada en 2019 de hacer caer al Gobierno si impulsaba un proyecto para que los alquileres de nuevas propiedades no sean regulados.

La raíz del problema está ligada al vacío que el resto de fuerzas le han hecho al SD desde que entró en el Parlamento en 2010, que ha permitido gobernar a Löfven desde 2014 pese a no tener mayoría, aunque conservadores, democristianos y liberales han modificado su postura desde entonces.