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‘From Hell’, las pavesas de color de Campbell para reavivar las llamas del infierno

La editorial Planeta acaba de editar la versión en color de ‘From Hell’, la obra maestra que firmaron en los noventa el guionista Alan Moore y el dibujante Eddie Campbell y que especula con la identidad de Jack el Destripador. Fue el comienzo de un género en sí mismo.

Imagen de la obra renovada, ahora coloreada por Eddie Campbell. (NAIZ)

Haciendo un esfuerzo por no pensar en ‘Maus’ de Art Spiegelman, ‘From Hell’ es la novela gráfica más comentada y analizada de la historia del cómic y, sin discusión, una obra de arte en cuanto a su alcance narrativo y formal. Moore, que ya había hecho lo propio con los superhéroes en ‘Watchmen’, se liberaba de las ataduras editoriales y firmaba un guion impecable. El dibujante Eddie Campbell, otro genio abanderado de la autoría creativa, afilaba sus lápices para dar forma a lo que viene a ser el comienzo de un género en sí mismo y una de las obras más personales del cómic. ‘From Hell’ sintetiza la forma de entender este arte por parte de dos creadores en plena gloria que conciben el tebeo desde parámetros artísticos y desde un concepción holística capaz de abordar la crítica literaria, histórica, política, social y sicológica.

Alan Moore es un guionista cuya exhaustividad en la documentación roza el delirio, más si tenemos en cuenta que toda esa precisión por el dato suele ser un pretexto, unos cimientos, más o menos sólidos en los que asentar un arsenal místico y simbólico. Para Moore los hechos remiten a un torrente oculto de energía y magia que se revela cuando se tensan los resortes de la narración hasta rasgar esa fina capa en la que la normalidad, lo cotidiano, parece expresarse sin ambages: hay siempre un conflicto entre un orden establecido e impuesto frente a otra parte que remite a un armazón más instintivo. Una pugna que este autor, de confesa ideología anarquista y muy crítico con los estamentos de poder, considera el motor de la historia. En ‘Wachtmen’ el poder y el mito de la razón sobre la que se erige suscitaba un conflicto moral que reaparece con más crudeza en ‘From Hell’. Traducido en esta última obra en una lucha simbólica entre los defensores del culto al sol ligado a la masculinidad, el orden, la razón y la consecuente pugna por negar y aniquilar todo aquello que, simbólicamente, apela a lo femenino y al lunatismo desde su concepción lúdica; al culto lunar y milenario que remite, en definitiva, a la parte más sensible, emotiva e instintiva de lo humano.  

‘From Hell’ parte de la teoría especulativa planteada por Stephen Knight en el libro ‘Jack the Ripper: The Final Solution’ sobre la identidad de Jack el Destripador. La premisa de Knight es que detrás de esta figura existió una conspiración masónica para ocultar los devaneos amorosos y sexuales del príncipe Alberto, nieto de la reina Victoria, y afianzar los cimientos de un imperio y una corona que naufragaban en su empresa colonial.

Según Knight detrás de los asesinatos de las prostitutas de Whitechapel estaría el médico de la reina William Whitey Gull y su particular concepción de la defensa de la Corona británica como un mandato divino, como una misión en defensa del orden y la ley.

Sobre este escenario Moore recrea una sociedad, la londinense de finales de siglo XIX, la de la ciudad de la primera revolución industrial, la supuesta edad dorada del imperio y la sociedad victoriana como un infierno. Londres es el campo de batalla donde la razón de estado se hace valer a cuchillo, un tétrico escenario presidido por la simbología fálica de la arquitectura de Nicholas Hawksmoorn. Londres es el infierno y la morada del destripador cuya efigie augura el comienzo del siglo XX, un siglo de muerte y aniquilación, un augurio de las capacidades destructivas del ser menos humano de la historia en aras de la ideología.

Nadie mejor que el dibujante Eddie Campbell para acompañar a Moore en esta recreación infernal del Londres del finales del XIX. Cambell es un ferviente defensor del formato largo del cómic que permite tramas y soluciones gráficas más complejas. Para este dibujante el planteamiento del dibujo ya es un mensaje en sí mismo. Campbell mezcla la claridad de la línea en las arquitecturas con el trazo nervioso y abigarrado de los paisaje nocturnos que busca el delirio de la mirada, de extraviar al lector por la viñetas como si se tratara de un personaje más, perdido en un Londres nocturno, fantasmal, desolador.  

Un texto así, de estas dimensiones míticas roza lo sacro. En ‘From Hell’ lo escrito y dibujado admite muy mal el revisionismo. Mover una de sus comas acarrea el riesgo de arder en la pira de los infieles, más aún si esta revisión afecta al corazón de la obra, al dibujo. El coloreado despierta recelos y recuerda aquel fiasco de tonos pastel para revivir el cine ‘clásico’. ¿Aporta algo nuevo el color a una obra ya de por sí impecable? Parece que no, a no ser la de consabida rentabilidad de la nostalgia y del coleccionismo.

En este caso solo lo parece. Desde luego ni al contenido ni al alcance de la obra en sí, nada nuevo añade el coloreado de sus páginas, pero sí, y mucho, como ejercicio estético y puesta en valor del dibujo, una vez más, como elemento de reinterpretación del texto. Es el propio Campbell el que ha dirigido la versión coloreada y se nota, se nota en la sobriedad de los colores que mantienen intacto el espíritu sombrío de la obra y la oscuridad de la versión original pero le dan una legibilidad más amable y permiten habitar el texto desde una perspectiva más cómoda.

Planetacomic resalta la vuelta de Jack en el rojo, siempre comercialmente atractivo, de la sangre. El coloreado de ’From Hell’ va mucho más allá del morbo escarlata, Alfred Hitchocok ya demostró en su día que la sangre podía ser muchísimo más espesa en el blanco y negro. El coloreado de la obra gráfica de Campbell es un ejercicio estético de claridad narrativa que incide en las posibilidades del dibujo como elemento generador de sentido: la paradógica monocromía nocturna en las páginas donde impera el caos frente a aquellas donde la armonía plástica acompaña a la apacible e hipócrita vida de las élites victorianas. Las arquitecturas del Londres de la época recreadas por este dibujante eran ya un trabajo artístico y de documentación exquisito y lo vuelven a ser, mucho más, en su versión coloreada sin caer en el exceso. El emblemático paseo del doctor Gull y su cochero Netley por las arquitecturas de Whitechapel conserva su magia fantasmal y los ambientes sombríos de los suburbios en la noche londinense y de las cantinas superan al original.

Cualquier reedición de una obra como ‘From Hell’, cualquier variación sobre la misma que nos invite a volver a sus páginas como un hijo pródigo, es valida para admirar la dimensión de textos que son inagotables. Si el color sirve para esto, para volver a casa con otra mirada o para invitar a miradas más impacientes y menos acostumbradas a un dibujo tan poco condescendiente con el ojo, el trabajo merece la pena. Hay textos que son inagotables e infiernos que permanecen ardiendo a pesar de lo amables y, en apariencia, coloridamente habitables que sean.