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Elizegi se aparta, pero el Athletic no para y hace falta aparcar el revanchismo

La particular idiosincrasia del club obliga a recuperar la unión de la masa social y dejar para el final de temporada la contienda electoral. Bastantes dificultades afronta el club en el ámbito deportivo y económico y los rivales no esperan.

Aitor Elizegi durante la última Asamblea celebrada en San Mamés. (Aritz LOIOLA / FOKU)

Aitor Elizegi ha puesto fecha al final de su mandato. La decisión no ha sorprendido demasiado. Quizá el escenario escogido y el momento, pero cualquiera que siga la actualidad del Athletic era consciente de que el actual presidente generaba controversia en la masa social.

Las razones son distintas y variadas, aunque hasta los más acérrimos coinciden en que los vaivenes discursivos han complicado su andadura en la presidencia. El propio Elizegi asumía que no ha sabido explicar su labor ni las propuestas que han realizado.

Prueba de ello son las declaraciones contradictorias realizadas desde la directiva en la previa de la Asamblea y lo ocurrido con la ayuda solicitada a los socios por las pérdidas del coronavirus. Desde la retirada de la cuota social a la aportación de 120 euros, que no era lineal al computarse los partidos asistidos. La directiva ha terminado reconociendo su error en el lenguaje y haber cómo resuelve ahora la situación. No es fácil encontrar la fórmula, pero lo primordial es no confundir con la propuesta y actuar con sinceridad. Diría que la gran mayoría de los socios está dispuesto a abonar lo que haga falta si el club lo necesita.

Siguiendo con la falta de claridad en el mensaje, vuelve a la memoria el culebrón con Llorente. Elizegi dijo que fue un error y que no supo dar un golpe en la mesa. El problema radica en que desde su llegada a Ibaigane se alimentó la posibilidad de repescar al veterano delantero -al igual que otros exjugadores- cuando debía ser consciente de las desavenencias que suscitaba entre los aficionados por la forma en la que salió del club rojiblanco.

Y es que la sensación que se ha transmitido en muchos asuntos no ha sido nada edificante. Desde las despedidas de jugadores emblemáticos a la forma en la que se gestionó la destitución de Garitano. El recado enviado a la anterior Junta en su última comparecencia es otro ejemplo: «Uno encuentra el equipo en descenso y lo deja en Europa, con tres finales, ese es nuestro objetivo. Otras juntas encuentran el equipo en Europa y te lo dejan en descenso»

La frase con la que trató de defender su legado tiene muchísimas aristas. Para empezar, falta mucho hasta el final de Liga y el equipo, en estos momentos, ni siquiera ocupa puestos europeos. Tampoco se puede olvidar que salvo Berenguer y Marcelino, el resto de la plantilla es una «herencia» ya que todos los jóvenes que han debutado estaban en el club en 2018.

Asimismo, reabre la herida de la contienda electoral de la que se había quejado en sus valoraciones de la Asamblea. Para apelar al consenso y pedir unidad, hay que ser el primero en ponerlo en práctica. Esas manifestaciones no le van a ayudar a sacar adelante la reforma de estatutos y la grada de animación. Probablemente, tampoco el nuevo presupuesto ni la opción de renovar a Marcelino que se ha planteado.

El debate siempre es saludable, pero debería servir para crecer y mejorar. No para cavar trincheras. Es evidente que existen varias almas en el entorno rojiblanco que en estos momentos parecen irreconciliables. Es una pena que en las asambleas no salgan a la luz, aportando ideas y soluciones.

Encontrar una figura que aglutine al Athletic a partir de las próximas elecciones será indispensable para afrontar el futuro. Hasta ese momento quedan muchos partidos por jugar porque los rivales no esperan y les dan igual las distintas visiones sobre el club rojiblanco.