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El color de la eternidad

Fotograma de la película ‘El caballero verde’. (NAIZ)

Tarde o temprano tenía que pasar. Los cambios en los modelos de consumo de cine (a su exhibición me refiero, claro, pero también a su distribución, y ya puestos, a su producción) nos han llevado a un extremo que hasta no hará mucho, era totalmente impensable: la que posiblemente sea la mejor película del año (‘El caballero verde’, de David Lowery), no podrá verse en pantalla grande. Algunos pocos afortunados tuvimos la suerte de esquivar la condena en el Festival de Sitges, celebración que tuvo a bien clausurar con dicho monumento cinematográfico, en cualquier caso, esto no fue más que una alegre excepción a lo que ahora mismo todo apunta que va a convertirse en un fenómeno cada vez más habitual.

Desde esta columna toca evidentemente celebrar la llegada (en este caso, a la plataforma Amazon Prime Video) de una película colosal, cuyo tamaño, a pesar de que en parte pueda medirse por las vertiginosas cotas de preciosismo conquistadas por sus imágenes, queda mejor plasmado en el poso que deja una narración brillantemente diseñada para hablar del tiempo, una de las grandes obsesiones de quien mueve los hilos detrás de las cámaras. El estadounidense David Lowery, autor de ‘En un lugar sin ley’, ‘The Old Man & the Gun’, ‘Peter y el dragón’ o ‘A Ghost Story’, retoma ahora un episodio de la leyenda artúrica para volver a erigirse como uno de los grandes poetas del medio.

Produce A24, el sello de prestigio indie detrás de hitos del cine de género como ‘Hereditary’ y ‘Midsommar’, de Ari Aster, ‘La bruja’ y ‘El faro’, de Robert Eggers, o ‘Moonlight’, de Barry Jenkins. Ahora, Lowery nos lleva a un pasado fantástico en el que la corte del Rey Arturo se reúne en Camelot para celebrar la navidad. Cuando por fin ha llegado todo le mundo, aparece de la nada un ser monstruoso (el que pone título a la película) que retará a los legendarios caballeros de la Mesa Redonda a un reto macabro: él dejará asestarse un golpe letal por parte de uno de ellos… pero a cambio, quien le haya atacado, deberá reencontrarse con él un año después, para recibir exactamente ese mismo golpe.

O sea, lo que siempre se ha conocido como una misión suicida. Entra en escena Ser Gawain, interpretado por un Dev Patel que sorprendentemente corresponde con uno de los mejores actorales del año. En esta reinterpretación del universo artúrico, el mítico caballero aún no ha alcanzado dicho estatus, y es presentado como sobrino del mismísimo rey; como hijo de la hechicera Morgana. En ‘El caballero verde’, ya se ve, David Lowery entrelaza las ramas de los árboles familiares, una estampa que invita al drama shakespeariano… pero que al mismo tiempo es tapada por la grandilocuencia (o directamente gigantismo) de unas imágenes que llaman más bien a la tragedia griega.

Tradición clásica y moderna cruzan también sus respectivos caminos, para encontrarse en un espectáculo épico (ahí resuena la portentosa banda sonora de Daniel Hart) al que el director y guionista desnuda una y otra vez de cualquier atisbo de épica. Esto es, al fin y al cabo, la aventura cruel y absurda de un hombre peleado consigo mismo: con la voluntad de alcanzar la «grandeza»… y el miedo a enfrentarse a ella. Es el peso insoportable de ciertas coronas: un honor; una carga que no todas las cabezas pueden soportar.

Lowery nos habla de todo esto a través de un poema filmado en el que, cómo no, las distintas escenas dialogan las unas con las otras mediante rimas visuales, sonoras y conceptuales. Una moneda arrojada al suelo y otra depositada sobre un lecho ensangrentado; el canto de un pájaro que se oye en un bosque y más adelante en el interior de un sinuoso castillo… un colosal paneo de cámara traza un giro de 360 grados sobre sí mismo, y al hacer esto, abre distintas líneas narrativas. Mientras, el protagonista de esta historia asciende fulgurantemente por al empinada escalera de sus propias aspiraciones, y al mismo tiempo, cae en picado; se precipita hacia un vacío insondable. Y claro, el ataque de vértigo es de los que marcan época.

Esto es ‘El caballero verde’, un recital inagotable de trucos e ideas tan inspiradas, tan certeras a la hora de abordar los grandes temas que están sobre la mesa, que inevitablemente cala en una memoria que ya nunca más va a olvidar lo que ha visto, lo que ha oído, lo que ha sentido. En una entrevista, el genio que está detrás de las cámaras afirmó ser consciente de que el tiempo lo engulle todo, de que todos somos víctimas de su paso implacable… y que incluso sus películas van a sufrir este proceso que, en principio, nos iguala a todos. «Sé que tarde o temprano, ya nadie va a hablar de mi arte», afirmó David Lowery, pero no es verdad, no puede serlo, por mucho que casi nadie haya podido disfrutarlo en pantalla grande.