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La industria asume que la crisis mundial de suministros «va para largo»

La escasez de microchips, el alza de las materias prima y los problemas en el transporte han generado una gran incertidumbre en la economía mundial. Unos contratiempos que ponen en jaque a muchas empresas y que no parece que vayan a solucionarse hasta 2022.

El transporte mundial de mercancías está teniendo retrasos. (Charly TRIBALLEAU / AFP)

La industria trata de capear una «tormenta» que ha desbaratado los planes de las empresas, ha disparado los costes de producción y, lejos de amainar, amenaza con seguir perturbando los mercados hasta bien entrado 2022. Los problemas en el transporte, el alza del precio de las materias primas y de la energía o la falta de componentes esenciales como microchips son algunos de los factores que han generado una gran incertidumbre en la economía mundial.

Empresarios y expertos aseguran que se trata de una situación «de extrema complejidad» que «va para largo» y que es consecuencia directa de la pandemia del covid-19, que en 2020 paralizó la actividad mundial, provocando una auténtica convulsión en las cadenas de producción.

Aunque lo peor de la pandemia ya haya pasado y la demanda se haya recuperado, muchas empresas se encuentran con serias dificultades para hacer frente a sus compromisos con los clientes, bien porque escasean algunos componentes y materias primas (como la madera, el acero o el cartón), porque los suministros llegan con retraso por los problemas en el transporte o porque estos han disparado su precio en los últimos meses.

«Lo que está pasando es una auténtica barbaridad. Cada dos o cuatro años se produce una descompensación entre la oferta y la demanda, pero esta vez la ruptura de la cadena es absoluta. Esto es la guerra, un auténtico drama», ha explicado a la agencia de noticias Efe David Ortega, director de Operaciones de la empresa Montronic Vic, dedicada a la fabricación de placas electrónicas para sectores como el industrial, el médico o las telecomunicaciones.

Microchips, el bien más preciado

Montronic fabrica esas placas de color verde que integran los aparatos electrónicos y que requieren para su funcionamiento de microchips, uno de los componentes más demandados -y escasos- en todo el mundo, cuya compra se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para las empresas.

La escasez de microchips está paralizando las cadenas de producción de muchas empresas. (Europa Press. Servicio Ilustrado)
La escasez de microchips está paralizando las cadenas de producción de muchas empresas. (Europa Press. Servicio Ilustrado)

En sus 24 años de actividad, Montronic no recuerda una situación igual. Asegura hay una demanda ingente y pocos fabricantes de semiconductores, por lo que las compañías deben pagar precios mucho más elevados por conseguirlos, y acatar plazos de entrega que pueden llegar a 60 o 70 semanas, si es que se respetan.

Esta compañía ha tenido que acudir a «canales paralelos», al margen de la distribución oficial, para conseguir microchips, con el sobrecoste económico que ello conlleva.

«Todo el mundo se salta las reglas comerciales, existe un nivel de deslealtad nunca antes visto», lamenta David Ortega, que reconoce que esta situación «crea mucha angustia y ansiedad» y habrá empresas que «no aguantarán». «Solo quedarán las mejores», añade.

En Euskal Herria, la falta de microchips también está causando estragos, y empresas como Mercedes o Volkswagen han tenido que parar su producción en varias ocasiones.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció hace dos meses que el Ejecutivo comunitario propondrá una Ley Europea de Chips, aunque todavía ni siquiera tiene fecha de presentación. La idea es animar a construir «megafábricas» para producir semiconductores a gran escala, cuestión que se considera estratégica.

El difícil reequilibrio entre oferta y demanda

Joan Tristany, secretario general de Amec, la comunidad de las empresas industriales internacionalizadas, reconoce, en declaraciones a Efe, que la situación actual es muy compleja y será difícil reequilibrar oferta y demanda.

Y es que a la demanda corriente, reactivada tras el parón de la pandemia, se suma ahora la acumulada, así como la política de las empresas de aumentar sus inventarios y la puesta en marcha de incentivos económicos como los fondos europeos Next Generation, que dispararán aún más la demanda mundial, especialmente de productos vinculados con la tecnología y la sostenibilidad.

Todo ello hará que persistan los problemas de suministro y que los precios sigan al alza: «Es una crisis de oferta, no de demanda. Hay dinero y ganas de consumir, el problema más grave al que nos enfrentamos es la inflación», advierte el directivo de Amec, entidad que agrupa a unas 350 empresas industriales de todo el Estado español.

La pandemia, el origen de todo

Para el experto en logística y profesor de la UPC Ernest Benedito, la actual situación es algo más compleja que un mero desequilibrio entre oferta y demanda, ya que todos los problemas tienen un denominador común: la crisis del covid-19, que paralizó la economía mundial y provocó un crack en la cadena de suministros nunca antes visto.

Todos tuvieron que parar, incluso sectores industriales que se enfrentan a serias dificultades si lo hacen, y ahora que la demanda ha crecido exponencialmente asistimos a un colapso de la cadena a escala global.

En el caso del transporte marítimo, además, se junta otro problema: el del reposicionamiento de los contenedores vacíos, ya que las empresas, desbordadas por la demanda de portes, no priorizan su reubicación en los puertos donde hacen falta.

Aunque la situación es transitoria, «va para meses, no es una cuestión de semanas», afirma Benedito, que forma parte del grupo de investigación de Cadena de Suministro y Dirección de Operaciones (SCOM) y es profesor del departamento de Organización de Empresas en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Barcelona (ETSEIB).

Sin perspectivas de mejora

Los empresarios coinciden en que la situación no cambiará a mejor a corto plazo. «Primero estimábamos que a final de año la situación volvería a la normalidad, pero ahora vemos lejos el final del túnel, que se va alargando más de lo previsto. (... ) Al menos hasta la primavera estaremos en una situación anómala», opina Joan Tristany.

Algo menos optimista se muestra David Ortega, de Montronic, que cree que los problemas persistirán, como mínimo, hasta mediados de 2022, puesto que «no hay síntomas de que nada vaya a mejorar».

En esta misma línea se expresa el director general de Mespack, Guillem Clofent, que prevé que la situación se mantenga igual «hasta bien entrado 2022 o incluso todo el próximo año», pues «no hay signos de cambio a corto plazo».

El profesor Ernest Benedito estima que en 2022 es posible que se normalicen los problemas y que incluso meses después volvamos a una situación inversa en la que la oferta, nuevamente, sea superior a la demanda.