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Kurdistán sur, de «oasis de estabilidad» a desierto sin futuro

Exasperados por la corrupción clientelar de los clanes Barzani y Talabani, en el poder desde 1991, los kurdos de Irak son mayoritarios en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. Dos analistas explican las razones del enésimo éxodo de este pueblo milenario.

Repatriación del cadáver de Gailan, muerto cuando intentaba cruzar la frontera polaca. (Safin HAMED/AFP)

«El Gobierno kurdo está ignorando la crítica situación en la que se encuentran miles de jóvenes como mi hermano. Lleva años sin hacer nada para crear puestos de trabajo dignos y está forzando a miles de chavales a arriesgarse para buscar un futuro mejor en Europa», explica Arkan Diler a GARA desde Minsk. Su hermano Gailan fue enterrado este martes en Erbil, la capital de Kurdistán Sur, después de que su cuerpo fuese repatriado tras morir en un bosque cercano a la frontera entre Bielorrusia y Polonia el pasado 31 de octubre.

Enfermo de diabetes, el joven de 25 años falleció al separarse del grupo con el que viajaba mientras huía de la policía polaca. Según cuenta Arkan, viajaban varios familiares y su cuñado era quien portaba los medicamentos de Gailan. Con temperaturas rondando los cero grados, exhausto y sin medicinas, una hemorragia cerebral acabó con su vida. Al menos 11 personas han muerto desde el comienzo de la crisis fronteriza.   

En las teterías de Erbil, aunque predominan conversaciones bastante triviales sobre fútbol o los últimos modelos de móviles, también se habla del arriesgado viaje que han emprendido miles de compatriotas que están tratando de llegar a la Unión Europea a través del país que gobierna Alexander Lukashenko. Según el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí (GRK), cerca de 8.000 ciudadanos de la región autónoma se encuentran en tierras bielorrusas.

«Durante décadas, los kurdos luchamos contra el régimen de Saddam Hussein para acabar con la dictadura y conseguir democracia, derechos humanos y una vida digna. Antes de 1991 teníamos una única familia déspota que lo controlaba todo, ahora en Kurdistán tenemos dos», lamenta el analista político Kamal Chomani en referencia a las estirpes Barzani y Talabani que, al frente de las formaciones-milicia del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), gobiernan la región desde la primera guerra del Golfo.

Lejos de mejorar la calidad de vida de la población, Chomani les acusa de haber sumido a la región en una profunda crisis política y económica que está forzando a amplios sectores de la población al éxodo. «Esta élite ha tejido un sistema clientelar y ha hecho de la corrupción su forma de gobernar. Si no entras en este juego, quedas excluido. Y quedar excluido en un sistema sin recursos públicos te hace sentir que ya no perteneces a ese país. Entonces, o vives resignado o tratas de marcharte para prosperar», explica el analista kurdo-iraquí, que hoy se encuentra en Alemania estudiando un máster.

«Tenemos una clase dirigente neoliberal extractiva que vive en su burbuja desconectada de la realidad y que, lejos de luchar por el futuro de la gente, se ríe de la clase trabajadora a la que pertenece la mayoría de la población», destaca Chomani.

Lejos de hacer autocrítica, el primer ministro kurdo-iraquí, Masrour Barzani, se ha mostrado «profundamente preocupado por la difícil situación de nuestros ciudadanos. Su bienestar es nuestra responsabilidad compartida. Han sido engañados por traficantes y explotados por redes en el extranjero. Estoy trabajando con nuestros socios para garantizar su seguridad y protección».

Aplastar las ambiciones

Según datos del Banco Mundial, el paro juvenil en Irak supera el 25%, aunque como señala el investigador Mera Bakr, muchos jóvenes no tienen un puesto de trabajo acorde a su formación. «En este sistema clientelar, por mucho que estés supercualificado, nunca podrás encontrar un trabajo decente. El sistema aplasta las ambiciones y proyectos de mucha gente», detalla este experto en seguridad residente en Erbil.

«En los últimos años la población ha protestado, ha creado nuevas formaciones políticas, la sociedad civil se ha movilizado y se han creado nuevos medios de comunicación. Pero, pese a que el sistema ha colapsado económica y políticamente, éste permanece inalterable porque el PDK y la UPK se sienten fuertes al controlar a las milicias peshmerga», subraya Chomani.

Para este analista, la crisis económica se remonta a 2011 y, desde entonces, el Ejecutivo de Kurdistán Sur ha sido incapaz de enderezar la maltrecha economía. «Antes, si estabas en el mercado laboral el Gobierno era capaz de proveerte de un empleo. Ahora, hay miles de jóvenes a los que el PDK y la UPK no pueden ofrecerles nada. Además, el sector privado está muerto porque está estrechamente ligado al sector público, monopolizado por los Barzani y Talabani».

El descontento de la población kurdo-iraquí quedó patente en las últimas elecciones al Parlamento iraquí de octubre, donde en muchas demarcaciones de la región autónoma la participación no superó el 50%.

Chomani cree que, vistas las consecuencias, «el referéndum de independencia de 2017 fue un auténtico fracaso, pero sirvió al PDK para consolidar su poder y al mismo tiempo sumió al pueblo en una mayor desesperación y pesimismo». En este sentido, Mera Bakr destaca que las nuevas generaciones no han nacido bajo la dictadura de Saddam y, por tanto, no ven a las actuales familias gobernantes como símbolos de la liberación nacional. «Estos jóvenes comparan sus vidas con las de la enorme diáspora kurda diseminada por toda Europa. Todo el mundo en Kurdistán tiene un familiar, amigo o conocido que ha emigrado y con quien mantiene contacto y conoce su nivel de vida», señala el investigador quien, precisamente, está llevando a cabo un estudio para conocer los motivos que empujan a la gente hacia Bielorrusia.

La tormenta perfecta

La voluntad de miles de kurdos de irse y el deseo de Bielorrusia de usarlos como arma de presión geopolítica han generado las condiciones idóneas para provocar una crisis migratoria a la que la UE debe hacer frente.

«Emigrar o convertirse en refugiado no es nada nuevo para el pueblo kurdo porque con ello ha convivido los últimos 50 años. Ahora la gente teme cruzar el mar Egeo o ir por Bulgaria, pero con la vía bielorrusa se ha abierto una ventana de oportunidad y, a la mínima que pueden abandonar Kurdistán, lo hacen», indica  Chomani.

Ante la presión de Bruselas, esta semana compañías que volaban a Minsk como Turkish Airlines o Fly Dubai han anunciado la cancelación momentánea de los vuelos. Mera Bakr cree que la llegada del crudo invierno, la suspensión de las conexiones aéreas y el impacto de las imágenes que llegan de la frontera va a frenar de forma notable la llegada de kurdos a Bielorrusia, aunque advierte: «Se trata de una pausa temporal. Miles de familias están ahorrando y esperando a que llegue la primavera para poder viajar si existe la más mínima posibilidad».

Bakr, que ha entrevistado a decenas de personas, conoce de primera mano cómo funciona el entramado que traslada a los migrantes y refugiados hasta territorio bielorruso. «La gente acude a las agencias de viajes de Erbil o Suleimaniya para comprar un paquete turístico que ahora cuesta cerca de 4.000 dólares por persona. Incluye el visado, los vuelos a Estambul, El Cairo, Moscú o Dubai que conectan con Minsk, y cinco noches de hotel en la capital bielorrusa».

El experto en seguridad kurdo explica que, debido al elevado volumen de visados, la embajada bielorrusa en Bagdad comenzó a derivar algunas solicitudes a sus oficinas en Turquía. También cuenta que al dinero del paquete hay que añadir la suma que debe pagarse a los contrabandistas que deben llevarlos a territorio alemán, el objetivo final de la gran mayoría. «Para hacer frente a tan elevado desembolso, las familias que deciden viajar al completo llegan a vender incluso la casa», señala Mera Bakr.

Refugiados, no sólo migrantes

Además de los migrantes económicos, en los gélidos bosques bielorrusos penan refugiados políticos, personas expulsadas de sus tierras por el cambio climático y víctimas de los conflictos en la región. En las cárceles de Kurdistán Sur hay decenas de disidentes políticos presos sentenciados a importantes penas, como las 82 personas que fueron detenidas en octubre de 2020 en Dohuk tras protagonizar protestas contra el Gobierno, entre ellas, cinco periodistas por los que Reporteros Sin Fronteras pide su liberación.

«Los bombardeos turcos en el norte de la región son diarios y están provocando el desplazamiento de miles de personas. El Gobierno, en vez de apoyar a la población local, apoya las decisiones de Erdogan. Entonces, ¿cómo la población puede confiar en un Gobierno que no es democrático ni patriótico?», cuestiona Kamal Chomani en relación a la ofensiva turca contra el PKK.

La terrible sequía que padece Irak y que también azota Kurdistán está forzando a agricultores y ganaderos a abandonar pastos y cultivos, en un éxodo rural a las ciudades que en algunos casos tiene Europa como trayecto final. Mera Bakr explica que «personas con enfermedades graves o crónicas y que han recibido tratamiento ineficaz en países vecinos como Turquía o Irán, ven en Europa la última alternativa para una cura».

Aunque Bagdad ha anunciado vuelos de repatriación desde Minsk desde ayer, la embajada iraquí en Moscú afirma que solo ha recibido 400 peticiones de repatriación. «La gran mayoría no se irá de forma voluntaria. Muchos lo han vendido todo para costearse el viaje porque en Kurdistán no ven una vida digna para sus hijos. Prefieren morir porque lo han dejado todo atrás», sentencia Bakr.