La epidemia sigue creciendo pero ya no se puede medir a qué velocidad
La ausencia de rastreo y los cambios en el sistema de detección (se deja fuera a los no vulnerables) complican el control de la evolución de la epidemia. Se sabe que sigue al alza, pero no cuánto aumenta. La evolución hospitalaria como único indicador resulta insuficiente.
El registro de casos diarios alcanzó ayer la cifra de 11.135 contagios en Hego Euskal Herria, diez veces superior a lo que a inicios de setiembre se consideraba demasiado alto. Los cambios en los sistemas de conteo y la ausencia de rastreo hacen que este sea un indicador confuso, pues impiden comparar estrictamente las cifras actuales con todas las anteriores. Se sabe que los contagios han sido más, pero no parece haber fórmula para estimar a qué velocidad crecen.
Un método para calcular la cifra real de contagios (lo que permitiría ver la velocidad de inmunización de la sociedad y, en consecuencia, atisbar el fin de la ola) puede ser el control de los ingresos, pues si se conocen cuántos contagios tienen que darse por cada ingreso bastaría con contar las hospitalizaciones para medir la onda.
Sin embargo, monitorizar la onda con las hospitalizaciones conlleva varios problemas tanto genéricos como específicos. El primero es el del decalaje temporal: los ingresos llegan más tarde que los casos. Hasta ahora se solía dar la cifra de diez días.
Existe otro problema genérico además del retraso (la cifra real de casos se estimaría diez días después), ya que no está clara la proporción de ingresos por contagio, debido fundamentalmente a que se trata de una variante nueva con sintomatología nueva. Euskal Herria es una de las regiones a las que ómicron ha llegado más temprano y falta experiencia.
A esto se añade otra particularidad, como es que la ola esté llegando en el momento donde mayor circulación hay de otros virus respiratorios, como gripe, adenovirus o VRS. Las dobles infecciones (coronavirus y gripe, coronavirus y VRS...) están siendo una realidad y no se han medido los efectos de estas combinaciones. Esta es una de las grandes diferencias entre lo que sucede ahora en Europa y lo que ocurrió hace unas semanas en Sudáfrica, pues allá es verano.
Una de las posibilidades más singulares son las coinfecciones de la variante delta y la variante ómicron. Si una persona ha estado expuesta a ambas, ha podido desarrollar una doble enfermedad. La neumóloga del hospital de Basurto Sara Quirós, en una entrevista a “La Voz de Galicia”, corroboró la existencia de casos puntuales de este tipo, así como también el desconocimiento sobre si la doble infección agrava el cuadro.
En cualquier caso, la coexistencia de dos variantes añade complejidad. Si se acepta el decalaje de diez días en ingresos, las últimas personas en ser hospitalizadas se habrían contagiado en la semana 51, en la que ómicron todavía no era dominante, al menos en Nafarroa, que ofreció datos concretos.
En la semana 51 (del 19 a 26 de diciembre) se analizaron 333 muestras sobre 11.362 casos detectados en dicho herrialde, correspondiendo 139 a ómicron (42%) y 184 a delta (58%). A partir de ahí, se puede estimar que en aquella semana hubo una media de 941 contagios diarios de delta, además de otros 681 de ómicron. ¿Cómo distinguir hoy cuánta carga hospitalaria ha generado cada variante? Esto tan solo puede hacerse secuenciando el virus de quienes ingresan.
Lo que parece incontestable es que la circulación del virus no puede sostenerse demasiado tiempo, pues la carga hospitalaria aumenta demasiado rápido. Hay 692 personas ingresadas, 132 en camas UCI, en la CAV, cuando el pasado miércoles había 570 personas con coronavirus hospitalizadas, 115 en UCI. Nafarroa también va al alza, pasando de 142 a 160. El último dato fue especialmente negativo, con 24 ingresos, la cifra más alta en más de un año.