Zhang Wenquan, un coleccionista «olímpico»
El coleccionista nace, pero sobre todo se hace. Qué remedio, si de lo que se trata es de conseguir eso que se desea para guardarlo como un auténtico tesoro. En vísperas de los Juegos Olímpicos de invierno, Zhang Wenquan abre las puertas de su casa para mostrar sus reliquias.
Su apartamento de Beijing está tan lleno de recuerdos de los Juegos Olímpicos que ha tenido que decidir vivir en otro lugar: Zhang Wenquan espera febrilmente el regreso de los Juegos el próximo mes (4 al 20 de febrero) en la capital china. Mascotas, banderines, antorchas, maillots: a sus 35 años, este empleado de una constructora sigue cazando en internet los míticos objetos de los Juegos Olímpicos que amontona en su casa. El resto de su tiempo libre lo dedica a tomarse fotografías frente al reloj que registra el tiempo hasta el inicio oficial de los Juegos Olímpicos de Invierno o a caminar por los sitios que albergarán las pruebas.
Zhang Wenquan se enamoró de los Juegos Olímpicos en 2000 durante los Juegos de Sydney, cuando todavía era un estudiante de secundaria. «Vi a China ganar muchas medallas de oro», recuerda. «Fue una inspiración». Durante los Juegos de verano de Beijing 2008, el joven fue reclutado como voluntario participando en la organización del evento, una experiencia en el origen de su pasión como coleccionista.
Catorce años después, estima que ha llegado a gastar más de 400.000 yuanes (55.000 euros) para conseguir unos 5.000 souvenirs de los distintos certámenes olímpicos. Algunos son realmente caros y pone como ejemplo la joya de su colección: una antorcha de los Juegos de Invierno de 2002 en Salt Lake City (Estados Unidos), que compró por 1.900 dólares (1.680 euros).
Otros son enormes, como la mascota gigante de la edición de 2008. Zhang Wenquan dice que pasó una hora y media arrastrándola por las estrechas calles de su barrio en el antiguo Beijing para poder llevarla a casa. Incluso antes de la edición de 2022, ya contaba con un estante lleno de copias de la nueva mascota, un panda cubierto con un caparazón de plástico que simboliza una capa de hielo, llamado Bing Dwen Dwen.
Precedido por la notoriedad que va adquiriendo para su colección cada vez más voluminosa, en ocasiones presta algunos de sus objetos a escuelas o universidades para pequeñas exposiciones sobre los Juegos Olímpicos. Entre sus piezas favoritas: una primera edición de la mascota de los Juegos de Múnich, en 1972, que posteriormente fue modificada. «Parece que solo hay 10 como este. Es extremadamente raro», explica con orgullo frente a la figura del perro salchicha alemán.
El incomparable «Nido de pájaro»
Wenquan vivió los primeros Juegos de Beijing luchando contra un fuerte resfriado. Entonces era un joven que se saltaba las comidas para conservar los bonos que se entregaban a los voluntarios a modo de comida, con el fin de enriquecer su colección. «Sufrí, pero valió la pena».
Esta vez, Zhang Wenquan no fue seleccionado para estar entre los voluntarios que participarán en la organización de los inminentes Juegos Olímpicos de invierno. Pero pretende obtener las entradas que le permitirán asistir a las ceremonias de apertura y clausura, así como a las pruebas de su disciplina favorita: el patinaje artístico.
Mientras tanto, visita con frecuencia el lugar ‘santísimo’: el estadio olímpico de Beijing, más conocido por su sobrenombre de ‘Nido de pájaro’. Sus ojos se iluminan cuando dice que asistió a un ensayo general desde afuera.
«El estadio está bellamente iluminado, será mil veces más hermoso que durante los Juegos de 2008», asegura y eso que fue el escenario donde un Usain Bolt magistral maravilló con sus oros y récords en velocidad posteriormente mejorados en el Mundial de Berlín por el propio atleta jamaicano.
Zhang Wenquan ya está mirando a los próximos Juegos de verano, dentro de dos años en París, cuando espera viajar a la ‘ciudad de la luz’ para la ocasión. «Tengo muchas ganas de conseguir la antorcha y la mascota de París’2024. Aún no han salido, pero estoy listo» para pelear por conseguirlas.