INFO
Arkaitz Rodriguez, secretario general de Sortu.
Andoni CANELLADA (FOKU)
Elkarrizketa

«No son tiempos para el repliegue, necesitamos un Estado que cuide a la gente»


Arkaitz Rodríguez (Donostia, 1979) fue reelegido ayer secretario general de Sortu. En esta entrevista da cuenta de la visión estratégica con la que este partido afronta el futuro a partir de lo aprobado en su III Congreso recién culminado.

Antes de entrar a mirar al futuro, Arkaitz Rodríguez quiere «poner en valor los diez años de existencia de Sortu, que ha posibilitado un cambio de estrategia de la izquierda abertzale y con ello ha contribuido a abrir nuevos horizontes al independentismo de izquierdas». Y ahora el partido avanza «hacia una nueva forma de entender la organización y la práctica política, para ser más eficaz para alcanzar su objetivos estratégicos de independencia y socialismo, para construir una república vasca independiente, socialista, feminista y euskaldun, comprometida con la construcción de una nueva civilización que deje de pelearse con el planeta».

¿Cuáles son las claves ahora?

Pensamos que la pandemia lo ha cambiado todo. Está contribuyendo a exacerbar las contradicciones inherentes al sistema capitalista. Hay indicios de que estamos en un punto de inflexión. Estamos ante grandes amenazas, como la «fascistización», el auge del autoritarismo y del individualismo. Pero también ante grandes oportunidades. Hay una batalla abierta cuyo resultado no está escrito, depende de lo que hagamos. Todo es posible, por lo que hay que actuar con ambición, con vocación y estrategia de poder. No son tiempos para el repliegue. Los vascos y las vascas necesitamos un Estado, que cuide a la gente y que permita llevar a cabo las transformaciones necesarias.

¿Y eso cómo se hace?

Por un lado, levantando la bandera de la utopía. Las fuerzas transformadoras han de dibujar un horizonte colectivo, radicalmente diferentes al actual, en el que el neoliberalismo niega cualquier alternativa. Pero eso se hace con propuestas que sean capaces de mejorar las condiciones de trabajo y de vida de las mayorías sociales aquí y ahora. Estos tiempos exigen radicalidad y viabilidad. Un compromiso claro para superar este capitalismo que está condenando al planeta y a la vida a su extinción. Pensamos que eso no se hace con proclamas, con discursos autorreferenciales o testimonialistas, sino que eso exige pincel fino, ser capaces de formular propuestas concretas y realizables.

En el congreso ha habido dos ponencias. La denominada alternativa obtuvo un 22% de votos. ¿Qué valoración hacen?

Ha habido un debate en profundidad y eso es bueno. Lo normal en cualquier organización es que haya diferentes puntos de vista, y en Sortu los hay. A partir de ahí, para ser eficaces, se necesitan gestionar esa diversidad y  una línea política clara capaz de cohesionar al conjunto de la organización. Y creemos que Sortu tiene lo uno y lo otro. Sabemos gestionar la diversidad y tenemos una ponencia que ha tenido un apoyo contundente. Si la izquierda abertzale como movimiento ha llegado hasta el siglo XXI ha sido gracias a que sus militantes han tenido siempre presente una regla de oro básica: todo puede debatirse, pero una vez adoptadas las decisiones de forma colectiva, sus militantes le deben lealtad a esa decisión y deben a vincularse a la misma. Y así vamos a seguir avanzando.

Donde no ha habido alternativa ha sido en la elección de la nueva dirección.

Eso responde a que la inmensa mayoría de la militancia deposita su confianza en la propuesta que ha hecho el Consejo Nacional saliente. Por un lado hay una cierta continuidad pero hay también una renovación importante, con gente fundamentalmente joven procedente de diferentes ámbitos. Esto dará a la dirección experiencia y diversidad para hacer frente a los retos.

¿Qué papel tiene Sortu ahora que se están fortaleciendo EH Bildu y EH Bai?

El proceso de liberación nacional y social requiere de diferentes sujetos. Necesita movimientos sociales, movimientos populares fuertes y transversales, plataformas políticas de largo alcance y gran potencial institucional, como son EH Bildu y EH Bai, necesita sindicatos nacionales y de clase como LAB, y organizaciones juveniles como Ernai. Y precisa también de una organización como Sortu, con fuerte vocación estratégica que trata de poner lo mejor de sí a disposición de todos esos agentes a los que me he referido. Se trata de que entre todos se establezcan relaciones de colaboración de tal manera que el conjunto ofrezca el mayor potencial posible.

¿Se están diluyendo las señas de identidad tradicionales de la izquierda abertzale?

Cuando escucho esto me viene a la mente aquella canción de «somos los mismos que cuando empezamos». Me pregunto por la función de una organización transformadora, como es Sortu. ¿Su objetivo es permanecer inmutable? Pienso que no. Si de lo que se trata es de trasformar la realidad en profundidad, el hecho de no ser capaces de cambiarnos a nosotros mismos haría que no llegáramos lejos. Sí, somos los mismos que cuando empezamos, porque seguimos creyendo que el cambio social, la lucha de clases, el feminismo, el antirracismo y el ecologismo en Euskal Herria pasan por la liberación nacional. Y en cierta manera no somos los mismos porque hemos sido capaces de adaptarnos a la realidad siempre cambiante y, en concreto, de abordar un profundo cambio de estrategia en el momento en el que el proceso de liberación nacional y social así lo ha exigido. Somos leales a nuestro proyecto estratégico, y para materializarlo haremos todas las adaptaciones que exija cada momento.

 

Somos leales a nuestro proyecto estratégico, y para materializarlo haremos todas las adaptaciones que exija cada momento

 

La pulsión independentista parece atenuada en la ciudadanía de Euskal Herria...

No comparto esa idea en absoluto. Esas afirmaciones forman parte de una agenda de que el independentismo es cada vez más débil y que la mayoría social está cada vez más cómoda en este estatus. La realidad lo desmiente. El proyecto soberanista nunca ha gozado de tanto respaldo electoral e institucional. Y diferentes encuestas, como Naziometroa, muestran que hay una amplia mayoría en el conjunto del país que considera que Euskal Herria es una nación, un sujeto político con derecho a decidir.

¿Y qué es hoy apostar por el socialismo?

Soñar, imaginar y proponer un horizonte colectivo radicalmente diferente al actual. Pero también ser capaz de elaborar propuestas y obtener victorias, por pequeñas que sean, para mejorar las condiciones de trabajo y vida de las mayorías sociales. Apostar por ampliar el sector público, por el reparto de la riqueza, por políticas que favorezcan la conciliación, por acabar con la brecha de género y con la lacra de la violencia machista...

¿Cómo se conjuga la lucha en la calle y la lucha institucional?

Sabiendo gestionar lo que es una tensión irresoluble que ha de ser constructiva. El proceso de liberación nacional y social requiere de ambas. Es una de las grandes lecciones del proceso catalán. También aquí va ser necesario construir una amplia mayoría social que termine expresándose en una mayoría que ponga las instituciones al servicio de sus necesidades.

¿Cómo pretende Sortu ensanchar su mayoría social?

Sortu deposita esa función en EH Bildu y en EH Bai, que concebimos como plataformas amplias, trasversales, en continuo crecimiento; herramientas con las que cuenta el soberanismo de izquierda para articularlo y disputar la hegemonía política.

Al ensanchar la base social se producen contradicciones, porque hay gente que no concibe acuerdos con quienes no son tan puros como ellos mismos...

No es posible avanzar sin llegar a acuerdos o sin colaborar en alguna medida con fuerzas políticas, sociales o sindicales que no piensen exactamente lo mismo que tú. Esto es imposible. Y más aún en una coyuntura como la actual, en la que el avance de posiciones de derecha y extrema derecha obligan a construir las articulaciones más amplias y más trasversales posibles entre fuerzas muy diferentes en torno a programas de mínimos. Los retos globales actuales y los específicos de Euskal Herria, como el agotamiento del sistema educativo, de la estrategia de euskaldunización, la crisis demográfica... exigen de este pueblo que active todas sus energías comunitarias y articule grandes consensos.

¿Se puede avanzar en la cuestión nacional con el PNV?

El pasado reciente no augura de momento tal posibilidad. De todas formas, ya veremos. Nosotros no vamos a esperar a nadie. El PNV está acostumbrado a tener pretendientes, porque eso le da una posición de poder. Nosotros no tenemos vocación de ser eternos pretendientes del PNV. Apostamos por avanzar. Si es con el PNV, bien, y si es sin el PNV, también.

¿Y se puede sin el PNV?

Estamos acostumbrados a hacerlo. Llevamos muchos años avanzando sin el PNV. La pregunta debería ser qué es lo que hay que hacer para seguir avanzando en el terreno de la soberanía en términos generales, qué alianzas, qué acuerdos, qué colaboraciones pueden contribuir a ese avance. Esa es la pregunta que nosotros nos hacemos permanentemente.

¿Se puede gobernar con el PSE?

Uniéndolo a la respuesta anterior, lo que nosotros tenemos claro es que hace falta un cambio de rumbo en el país. Hace falta un cambio en las políticas públicas. Eso exige una nueva mayoría y un nuevo liderazgo, que solo  puede venir de la mano del soberanismo de izquierda, de EH Bildu en el caso de Hegoalde y de EH Bai en el de Ipar Euskal Herria.

A partir de ahí, el soberanismo de izquierda ha de ser capaz de alcanzar acuerdos, grandes o pequeños, alianzas estratégicas o tácticas, permanentes o coyunturales con todo el mundo. La pregunta que debe determinar cada acuerdo, cada colaboración, cada alianza ha de ser la de si contribuye a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías sociales, si contribuye a fortalecer el proyecto del soberanismo de izquierda, y si contribuye a mejorar la relación de este pueblo con los estados. ¿Sí o no? Si la respuesta es sí, pensamos que la apuesta ha de ser favorable a esa alianza, acuerdo o colaboración.

¿Han ido en ese sentido los acuerdos sobre presupuestos?

Sí. Porque, en primer lugar, hemos conseguido mejorar esos presupuestos. Y, en segundo lugar, no cabe obviar que en parte de esas decisiones también hay un cálculo estratégico. Nosotros aspiramos a construir una república vasca, y lo antes posible, pero eso no se hace con proclamas o discursos testimoniales. Eso se hace con estrategia. Siendo consciente en cada momento de la relación de fuerzas, de los riesgos y oportunidades, de las amenazas y las fortalezas para mejorar tus posiciones. A nadie se le oculta ni debería escapársele que una ausencia prolongada de presupuestos puede conllevar la caída de un gobierno. Y en el caso de Nafarroa y Madrid cualquier alternativa a los gobiernos actuales sería peor, sería una amenaza para los intereses de las mayorías sociales y para la propia democracia.

¿Se están dando avances en la situación de los presos?

Sí, y es gracias a la labor sostenida de movilización de miles y miles de personas de este país, al arduo trabajo que han desarrollado algunos agentes en el camino de tejer consensos y alianzas lo más amplias posibles, y también en parte a la fortaleza institucional adquirida por EH Bildu.

Pero todavía esos avances, además de tardíos, son insuficientes. Diez años después del final de la violencia de ETA, que se mantenga la existencia de presos políticos, exiliados y deportados, es demencial. Se debe acabar inmediatamente con toda medida de excepcionalidad y se debe dar una solución definitiva e integral a la cuestión de los presos en términos de justicia transicional.

La sociedad vasca quiere paz y convivencia, y esto exige la vuelta a casa de todas los presos y presas políticas. En ningún país en el que ha existido un conflicto armado se ha dado una solución sin una salida cabal y razonable a la cuestión de los presos. 

 

La sociedad vasca quiere paz y convivencia, y esto exige la vuelta a casa de todas los presos y presas políticas

 

¿Vuelta a casa sin actos públicos?

Es lo que ha decidido el colectivo de presos y presas políticas vascas y es lo que Sortu respalda sin ambages. Si la construcción de la convivencia en nuestro país exige adaptar algunas de nuestras prácticas, estamos dispuesto a ello. Nosotros no damos estos pasos respondiendo al objetivo de satisfacer a aquellos que continuamente lanzan exigencias crecientes a la izquierda abertzale e imposibles de satisfacer porque están formuladas para que no puedan ser satisfechas. Nosotros no nos debemos a ellos. Nosotros nos debemos a este pueblo, a sus anhelos y sus demandas. Y los pasos que damos obedecen al profundo compromiso que tenemos con él y con la construcción de la paz y la convivencia, que ha de basarse en el respeto mutuo y en dar a este pueblo la última palabra sobre su futuro.

Entendemos el desasosiego e incluso la angustia de parte de nuestra base social, al ver que tan solo nosotros damos pasos y el resto de agentes implicados en este conflicto apenas ha hecho ni está haciendo nada. Pero repito que todos los pasos que hemos dado, que estamos dando y que podríamos dar a futuro, tendrán por objeto ese compromiso que tenemos con nuestro pueblo y con avanzar en el proceso de liberación nacional y social, y en la construcción de una paz justa, estable y duradera.

Para ello hicimos también la declaración del 18 de octubre en Aiete. Hay que reconocer y reparar a todas las víctimas. Es importante aliviar el dolor de las víctimas de ETA y también reconocer y reparar a las miles de víctimas del Estado que a día de hoy continuan discriminadas y ni siquiera tienen esa consideración.