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Ellas navegan

A falta de pocas horas para el palmarés, Sundance empieza a despedirse por todo lo alto con ‘Dos estaciones’, ‘Emily the Criminal’ y ‘Blood’, tres de los mejores títulos vistos este año en la gran fiesta del cine indie; un tríptico que brilla por el arrojo y la entereza de sus protagonistas.

Aubrey Plaza es ‘Emily the Criminal’. (NAIZ)

A estas alturas de Festival de Sundance, lo normal es tener la cabeza puesta en el final; en ese tan temido y a la vez deseado punto en el que por fin podremos dejar de mirar películas. Más de cuarenta títulos después, el cerebro pide un descanso, y hay que entenderlo… y a ser posible, hay que concedérselo. Y en esto estamos, o a esto iremos, en breve, pero todavía no. Porque a Sundance todavía le queda un puñado de películas por mostrar… y estas resulta que están entre lo mejor de la cosecha de 2022.

Las buenas noticias empiezan en México. En la sección World Cinema Dramatic Competition encontramos ‘Dos estaciones’, de Juan Pablo González, un impresionante estudio de personajes que tiene en Teresa Sánchez, su actriz protagonista, uno de los recitales interpretativos de la temporada. Una avalancha actoral concretada no desde el grito desgañitado o el gesto histriónico, sino desde la intensa contención de unas miradas que, sin mediar palabras, lo dicen todo. Pues bien, la propia película se comporta exactamente así.

‘Dos estaciones’

Brillantemente fotografiada (estupenda labor, en este sentido, de Gerardo Guerra) y sabiamente narrada: la cámara compone una serie de tomas (casi todas ellas estáticas) que nos llevan, a fuego lento, hacia el punto de ebullición de una mujer al cargo de una fábrica tradicional de tequila que, poco a poco, va reculando ante el envite del mundo moderno. Desde la dirección y la escritura, Juan Pablo González nos habla, sin hablar demasiado, de todo lo que nos tenemos que callar para que el mundo siga girando.

Hasta que este, sin previo aviso, y de manera cruel, decide detenerse. ‘Dos estaciones’ bascula constantemente, y con total discreción, entre estos dos puntos: el dinamismo y la quietud; la alegría y la desesperación. El tránsito se lleva, muy coherentemente, con un mimo exquisito por los procesos transformadores. Los que convierten una hoja de cactus en una botella de aguardiente, pero también los que nos llevan del recelo al cariño por los demás. El siguiente alto en el camino, por cierto, se articula a partir de movimientos similares, solo que ahora los polos opuestos se tocan cada vez que parpadeamos.

‘Emily the Criminal’

Ahora estamos en la Sección Premieres. ‘Emily the Criminal’ es el primer largo de John Patton Ford, y casi todas sus virtudes, que no son pocas, a la fuerza tienen que entenderse gracias a otro trabajo actoral superlativo. Ahora el foco de atención lo capitaliza Aubrey Plaza, la mujer que todo lo ve, y la que en este caso, se curte a base de entrar, una y otra vez, en la mismísima boca del lobo.

Ahora seguimos a una joven diseñadora que, debido a unos insignificantes antecedentes penales, no logra encontrar trabajo, lo que la empuja a malvivir con trabajos precarizados… mientras intenta liquidar las deudas arrastradas de su crédito universitario.

Y efectivamente, se miren como se miren, las cuentas no cuadran. El director y guionista sigue la estela de los thrillers de supervivencia urbana de los hermanos Safdie para seguir de bien cerca la híper-magnética presencia de una persona que, tras ser pisoteada en incontables ocasiones, se aferra cual animal malherido a la determinación de no ser ninguneada nunca más. Un grito de dignidad indignada, lanzado ante la cruel indiferencia de una sociedad que, visto lo visto, crea o monstruos o víctimas.

Hasta que aparece una nueva categoría; un ser con el que el sistema no contaba. De nuevo, toca rendirse ante Aubrey Plaza; ante el poder subyugador de unos ojos que, al mismo tiempo, son capaces de llevar la rabia y la empatía por bandera. La mirada de una generación, ni más ni menos, la de los jóvenes a los que se obliga a trabajar por esas metas que, por decreto, están fuera de su alcance. Y así, con esa furia y desengaño que hacen hervir la sangre, llegamos a la última parada de hoy, en la sección U.S. Dramatic Competition.

‘Blood’

Allí está ‘Blood’, de Bradley Rust Gray, la que perfectamente podría ser la mejor película vista este año en Sundance. Una obra de arte grande (o directamente colosal), construida a base de momentos pequeños, emocionantes todos ellos por la verdad humana que son capaces de captar.

Ahora estamos en Japón, remoto país en el que una joven europea (estupenda Carla Juri) intenta dejar atrás la muerte reciente de su marido. Más allá de esto, es muy poca la información que el director y guionista comparte con nosotros a lo largo del primer tramo de la historia.

Durante el supuesto período de presentación (de personajes, de situaciones), prima una falta de contexto que más que buscar alimentar cierto sentimiento de misterio, vela por asegurarnos a nosotros, espectadores, un espacio y un aire con el que nuestras sensaciones e impresiones puedan respirar con total libertad.

Y sí, así sucede: ‘Blood’ confirma el éxito de su arriesgada apuesta a lo largo de una última hora de metraje que, directamente, es una bendición. Un espacio prácticamente sagrado, en el que las heridas sanan, en el que los anhelos se hacen realidad y en el que todo el mundo trata bien a todo el mundo. Una fantasía palpable; una utopía de la que nadie debería quedarse fuera.