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Un paciente optimista sin dependencias para gobernar

El primer ministro portugués, Antonio Costa, en su discurso tras conocer la victoria electoral. (Patricia DE MELO MOREIRA | AFP)

Antonio Costa, que obtuvo el domingo la mayoría absoluta en las elecciones legislativas en Portugal, está considerado como un político «pragmático» que llegó al poder aliándose con la izquierda pero que nunca ha renunciado a la ambición de gobernar en solitario, lo que ahora ha conseguido gracias a la apuesta del adelanto electoral, completando el puzzle –una de sus aficiones– de una carrera política labrada pieza a pieza desde los 14 años.

«Es una victoria para la humildad, la confianza y la estabilidad», se felicitó en su discurso tras la victoria. Aunque el resultado, inesperado por superar lo que auguraban los últimos sondeos, deja poco lugar a la humildad, ahora que ya no dependerá de sus exsocios de izquierda para gestionar la que debería ser una etapa de recuperación.

De origen indio, este abogado de 60 años volvió a poner en juego su mandato cuando sus antiguos aliados no apoyaron su proyecto de presupuestos, con la esperanza de poder gobernar en solitario.

Sin embargo, fue el pacto sin precedentes sellado con la izquierda el que llevó el exalcalde de Lisboa al poder en 2015 tras unas elecciones que había perdido.

La alianza –bautizada geringonça– resultó más fuerte de lo esperado y cumplió su primer cuatrienio, aprovechando una coyuntura favorable para desbaratar las medidas de austeridad implementadas por la derecha. Además, logró el primer superávit presupuestario en Portugal en la historia reciente.

Luego ganó las elecciones legislativas de octubre de 2019 sin mayoría absoluta. Pero no quiso renovar su alianza con sus socios de la izquierda, que acabaron abandonándolo tras el fracaso de las negociaciones en torno al presupuesto de 2022.

Contrariamente al ajustado resultado que pronosticaban las encuestas, el PS ganó las elecciones con al menos 117 diputados de un total de 230 y un 41,7% de los votos. Todavía quedan por repartir los cuatro escaños del voto exterior, de los que tradicionalmente el PS se suele llevar dos. «Una mayoría absoluta no es poder absoluto», afirmó Costa, a veces descrito como una persona terca que toma decisiones en solitario.

Aunque su objetivo era precisamente deshacerse de la dependencia de otras fuerzas, se comprometió a liderar «una mayoría abierta al diálogo» con todos los partidos, a excepción del ultraderechista Chega (Basta), que ha ascendido a tercera fuerza del país con 12 diputados, cuando hasta ahora solo contaba con uno.

El presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, su exprofesor en la Facultad de Derecho de Lisboa, se burló una vez de su «optimismo crónico y un poco molesto», una descripción a la que Costa respondió reivindicando su «optimismo militante».

Una carrera con paciencia

Perseverante, este hincha del Benfica, amante de la cocina, el cine y el fado, casado con una profesora y padre de dos hijos, construyó su carrera con la misma paciencia que muestra con los rompecabezas, su pasatiempo favorito. 

Nacido el 17 de julio de 1961 en Lisboa, Antonio Costa creció en círculos intelectuales frecuentados por sus padres, la periodista Maria Antonia Palla, socialista, y el escritor comunista Orlando da Costa, descendiente de una familia numerosa de Goa, antigua colonia portuguesa en India.

Con solo 14 años, «Babush» (apodo que significa «niño» en konkani, la lengua de Goa), que asegura haber sufrido por el divorcio de sus padres pero no por el color de su piel, se unió a las Juventudes Socialistas. Escribió críticas de televisión para una revista y, con licenciaturas en derecho y ciencias políticas, se convirtió en abogado en 1988.

A los 34 años fue nombrado secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios, un puesto clave en el Gobierno minoritario de Antonio Guterres, actual secretario general de la ONU, antes de convertirse en su ministro de Justicia.
Tras un breve por el Parlamento europeo, regresó al Ejecutivo en 2005 como ministro del

Interior, pero dejó al cabo de dos años el Gobierno otra vez, esta vez para convertirse en alcalde de Lisboa, donde tuvo su primera experiencia al frente de una unión de partidos de izquierda y donde forjó su popularidad, Dos mayorías absolutas en la capital (2009 y 2013) catapultaron su liderazgo en el PS.

La alcaldía también le permitió distanciarse del ex primer ministro José Sócrates, derrocado del poder en 2011, tras ser acusado de corrupción en 2014, dos meses después de la elección de Costa al frente del PS.

«Nuestra misión es muy clara: pasar página de la pandemia y movilizar todas las energías en favor de la recuperación y el progreso», declaró Costa tras conocer su victoria que, afirmó, toma como una «enorme responsabilidad».

Perseverante, este hincha del Benfica, amante de la cocina, el cine y el fado, construyó su carrera con la misma paciencia que muestra con los rompecabezas, su pasatiempo favorito.

Una vez que el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, le encargue oficialmente formar un nuevo Gobierno, la prioridad de Costa será aprobar el presupuesto para 2022 que sus antiguos socios de izquierda habían rechazado por falta de carácter social.

El Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, sin embargo, han sido diezmados en las elecciones, reforzando la tesis de Costa de que el electorado los penalizaría por abrir esta crisis política, si bien fue el propio primer ministro quien primero prescindió de ellos en 2019.

El Bloco cae de 19 a 5 escaños y los comunistas, que tenían 10, se quedan con 6 y pierden a sus socios de coalición, los Verdes, que no consiguen representación.

El nuevo Gobierno también se apoyará en los 16.000 millones de euros que Portugal va a recibir en el marco del plan de recuperación de la Unión Europea para «poner en marcha el conjunto de inversiones y reformas para hacer un Portugal más próspero, justo e innovador», según el primer ministro. 

Gracias a su majoria absoluta, en esta gestión dejará de hacer concesiones relevantes a los partidos de izquierda, según el politólogo Antonio Costa Pinto, del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, que apoya la tesis del trasvase de votos de las formaciones de izquierda al PS como castigo por la crisis política. 

Pero, a su juicio, también los pronósticos de una pequeña diferencia con la derecha reforzaron el «voto útil» en favor del PS

Con la mayoría absoluta, la figura de Costa asumirá además cierto «presidencialismo» que dejará menos margen de maniobra Rebelo de Sousa, por ejemplo, a la hora de vetar leyes o de equilibrar las fuerzas gobernantes y de oposición.

Costa acompañó su triunfo con la noticia de que la economía portuguesa había registrado un crecimiento del 4,9% en 2021, el mayor desde 1990, y que supera las previsiones oficiales.