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Un acuerdo bajo presión: la cara B del encuentro entre Xi Jinping y Vladimir Putin

La presión que sufren China y Rusia por parte de EEUU y de sus aliados provoca un mayor estrechamiento en las ya buenas relaciones entre ambos países y un nuevo acuerdo de suministro de gas ruso al gigante asiático. Xi Jinping y Vladimir Putin acordaron profundizar en su coordinación estratégica.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el chino, Xi Jinping. (Alexei DRUZHININ | SPUTNIK | AFP)

La reunión del presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en los albores de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín el pasado 4 de febrero supuso la consolidación definitiva de las magníficas relaciones que mantienen ambos mandatarios. El jefe de Estado ruso fue el primer líder mundial en ser recibido personalmente por Xi desde el inicio de la pandemia, enterrando definitivamente la desconfianza mutua que había caracterizado las relaciones entre ambos países desde después de la Segunda Guerra Mundial.

Las declaraciones posteriores al encuentro no dejaron duda alguna: ambos países se apoyarían mutuamente «y con resolución» en la defensa de sus intereses fundamentales y profundizarían la coordinación estratégica. Esos intereses fundamentales se fundamentaban en dar apoyo mutuo a la oposición a la política militar de Estados Unidos tanto en Europa como en la región del Asia-Pacífico, a la lucha contra la politización del origen de la pandemia o al respeto del principio de una sola China, que se opone a la independencia de Taiwán

Más allá de cuestiones geoestratégicas, China alivió su necesidad de garantizar sus fuentes de energía con un contrato para los próximos 30 años con la petrolera rusa Gazprom para el suministro de gas al gigante asiático a través de un nuevo gasoducto. Gazprom, que tiene el monopolio de las exportaciones de gas ruso por gasoductos, acordó suministrar a la compañía CNPC, la principal energética estatal china, 10.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Según los datos de la operación hechos públicos, el objetivo de Rusia es de suministrar a China hasta 38.000 millones de metros cúbicos hasta 2025.


Xi y Putin destacaron que la defensa de los derechos humanos debe inscribirse en las realidades propias de cada país. Subrayaron que la cooperación debe basarse en la igualdad de todos los países y en el respeto  mutuo.

El gas ruso viajará a China desde la isla de Sajalín, en el extremo oriental de Rusia, y se transportará por el nuevo gasoducto a través del mar de Japón hasta la provincia nororiental china de Heilongjiang. Este nuevo canal, que estaría operativo en no más de tres años, no sólo permitirá conectar la región más oriental de Rusia con China sino que permitirá a la compañía rusa diversificar su mercado y tener una menor dependencia de los clientes europeos, especialmente en un momento de tensión como el actual, garantizándose un comprador estable y, sobre todo, acaudalado.

A pesar de que ambas partes no quisieron dar muchos detalles sobre el acuerdo, transcendió que se liquidaría en euros, en línea con los esfuerzos de los dos Estados por diversificar más allá de los dólares estadounidenses. Una jugada perfecta para Putin que le permitirá dejar de depender de inmediato, si ese fuera el caso, de los países europeos. Y no menos beneficiosa para Xi, que no solo deja de depender del carbón australiano, sino que cuenta con un socio poderoso para cualquier eventual movimiento militar en el mar de China Meridional.

Destrucción de armas químicas. Los medios prooccidentales destacaron el rechazo de ambos líderes de la ampliación de la OTAN, pero no emplearon tanto esmero en detallar la preocupación de ambos mandatarios por el despliegue del escudo antimisiles de Estados Unidos, por la política de bloques cerrados en el Asia-Pacífico –en especial por la creación de la alianza militar Aukus– ni por la solicitud a Washington de acelerar la destrucción de armas químicas.

En este sentido, Putin y Xi instaron a las autoridades estadounidenses a que informen de manera detallada sobre su actividades con agentes biológicos en el ámbito militar, «tanto de los que se realizan en el extranjero como en su propio territorio nacional». Asimismo, abogaron por que Estados Unidos apoye la reanudación de las negociaciones sobre un protocolo vinculante respecto a los mecanismos de inspección, adjunto a la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Tóxicas.

Derechos humanos. La defensa de los derechos humanos debe inscribirse en las realidades propias de cada país, destacaron Xi y Putin. «Habida cuenta de las circunstancias nacionales, las diferencias en historia y cultura, en el sistema social y el nivel del desarrollo socioeconómico de los Estados, es necesario sopesar la universalidad de los derechos humanos con la situación real en uno u otro país, defender los derechos humanos de acuerdo con la situación en los Estados y las necesidades de la población», dice el texto de la declaración conjunta.

Ambos líderes aseguraron también que la defensa de los derechos humanos es el objetivo común de toda la comunidad internacional y los principios básicos en este ámbito están estipulados en la Carta de Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Además, subrayaron que la cooperación internacional en el ámbito de los derechos humanos se debe realizar en base a un diálogo equitativo con la participación de todos los países, y que los Estados deben tener un acceso igual al derecho al desarrollo. «La interacción y la cooperación en cuestiones de defensa de los derechos humanos deben basarse en la igualdad de todos los países y en el respeto mutuo a fin de reforzar el sistema internacional de los derechos humanos», recoge la declaración de Xi y Putin.