Los líderes del PP en Hegoalde buscan sobrevivir con traiciones de última hora
Ana Beltrán se hunde con Casado, pero su caso es excepcional. El resto de rostros del PP en Euskal Herria se han apuntado públicamente al bando de Isabel Ayuso, aunque por lo general lo han hecho bastante tarde y a caballo ganador. En más de un caso, con chaqueterismo clamoroso.
Mientras la navarra Ana Beltrán hacía una última muestra de lealtad a Pablo Casado, acompañándolo con apenas otros dos diputados a su salida del hemiciclo, y dejaba claras sus preferencias citándose junto a sus compañeros con Teodoro García Egea en una cafetería cercana al Congreso, el gasteiztarra segoviano Javier Maroto volvía a dar muestras de sus prioridades vitales, sumándose a la lista de quienes han traicionado a quien le hizo portavoz en el Senado, empadronamiento en Sotosalbos mediante, cuando las urnas le echaron de Araba.
Beltrán fue fiel hasta el final, en agradecimiento a un Casado que la aupó, aun viniendo de una sucursal del partido de poco valor, la navarra, y de tener una talla dudosa como política.
El PP en Nafarroa sobrevive como parásito de otra formación más fuerte, UPN. Desde que cayó Santiago Cervera, sus siglas no han dado con ningún nombre sólido. Y en esto, las maneras de Beltrán poco han ayudado. Se caracterizó por quemar a todos sus colaboradores.
Ante la ausencia de líderes relevantes en Nafarroa, las agencias recurrieron a la única figura conocida que les quedaba: Jaime Ignacio del Burgo. El octogenario certificó que Beltrán ya es el pasado. «Su futuro político en Navarra es imposible», afirmó el expresidente navarro, que enterró a Beltrán lanzándole más trapos sucios encima, como la acusación de que «no se puede dirigir el partido desde Madrid con mando a distancia».
No le costará mucho reordenarse al PP, pues siendo poquitos todo es más fácil. Le queda el parlamentario foral José Suárez (secretario general que en este brete apoyó primero a Casado, al día siguiente, se pasó a los de Ayuso) y la senadora Amelia Salanueva, que llegó al partido rebotada de UPN tras disputarle el liderazgo a Javier Esparza y fracasar (sacó un apoyo digno, 38%). Carmen Alba (exdelegada del Gobierno y hoy concejala de Iruñea) y Javier García (el otro parlamentario, de talla política muy menor) van con Ayuso.
Tiene la defenestración de Casado otra variable. El voto de Sergio Sayas y Carlos García-Adanero contra la reforma laboral provocó el enfado de Esparza, su socio en Navarra Suma. La ruptura de la disciplina de voto traía aparejado el riesgo –confirmado– de la expulsión del partido y en UPN se sospecha que Casado prometió algún tipo de contrapartida a estos diputados.
Tras el brusco giro de escenario, no está claro que Génova tenga que pagar las 30 monedas de plata a Sayas y Adanero, en caso de que se ofrecieran. Y si para el nuevo líder del PP la reconciliación con Esparza vale algo, pesará la máxima romana de no pagar a los traidores.
Tradición de traiciones
De los cargos forjados en el PP de la CAV, el que más alto ha llegado de la mano de Casado ha sido Maroto. Primero lo nombró vicesecretario general de Organización del PP, algo así como número 3 y parte de su círculo más cercano. Cuando Maroto perdió el escaño de diputado, Casado lo nombró portavoz en el Senado y fue sustituido por Beltrán, previo empadronamiento en la pequeña localidad segoviana de Sotosalbos, para ser designado «senador autonómico» por Castilla y León.
A través de sus redes sociales, Javier Maroto aseguraba el pasado jueves, cuando estalló el escándalo, que «desde que conozco a @pablocasado_, y he trabajado a su lado bastantes años ya, he conocido también un ejemplo de político comprometido con la ejemplaridad. La que el practica para sí mismo. Siempre. Hoy también».
Apenas cinco días después, cuando la nave de Casado se hundía, Javier Maroto mandaba un mensaje que encabezaba con un «ratifico de nuevo hoy»... ¿El apoyo a su jefe? No, «la exigencia que ya expresé ayer en el Comité de Dirección Nacional de @populares para que se celebre un congreso extraordinario de forma urgente. Lo necesita el PP y lo necesita España».
No le ha ido a la zaga Carlos Iturgaiz, que en abril de 2019 anunció que dejaba la política al no haber salido elegido eurodiputado, y en febrero de 2020 Pablo Casado lo rescató del ostracismo para hacerle candidato a lehendakari del PP+Cs, en sustitución de Alfonso Alonso. También cogió su puesto de presidente del PP Vasco unos meses después.
Iturgaiz permaneció en silencio durante todo el fin de semana, a la espera de que los acontecimientos se decantaran más claramente, y el lunes se puso cara al sol que más calentaba.
Lo de las puñaladas parece una tradición en el PP de la CAV. Alfonso Basagoiti, harto, se largó a México eligiendo a dedo a Arantza Quiroga, a la que traicionó desde Madrid Alfonso Alonso, para satisfacer a quienes nunca la tragaron, y después fue él mismo el arrojado a los leones por Casado y Maroto, de quien fue mentor político. Y miren ahora.