INFO

‘Sombras en el espejo’, el ensayo dialéctico sobre creación y traducción de Anjel Lertxundi

Anjel Lertxundi reflexiona sobre el valor estético del lenguaje literario y sobre la relación entre la creación y la traducción. La editorial Alberdania trae al castellano una parte del original ‘Itzuliz usu begiak’.

Anjel Lertxundi y Jorge Giménez Bech conversan sobre el libro. (ALBERDANIA)

Tras el éxito de ‘Itzuliz usu begiak’, de Anjel Lertxundi, Alberdania ha decidido publicar también la traducción parcial de esa obra al castellano, ‘Sombras en el espejo’. Y es parcial porque la original tenía como eje de reflexión la dialéctica entre creación y traducción, pero también incluía una parte en la que Lertxundi escribía desde su óptica de creador en euskara, y se dirigía a la comunidad literaria que lee y escribe en esa lengua.

Vieron que gran parte del libro podría ser interesante para el lector en castellano, pero que traducir las partes específicas sobre el euskara no tenía sentido. «Nos haría ilusión que este libro tuviera la misma acogida que su original, sobre todo porque eso querría decir que ese puente entre las culturas que compartimos en este país empieza a ser transitado de manera más asidua»,  ha dicho el editor Jorge Giménez Bech en la presentación de Donostia esta mañana.

Tres palabras clave

Lertxundi ha hecho un repaso sobre tres palabras que para él son claves. La primera es «homologación», la cual alude a «la necesidad de la literatura vasca de salir de una isla de 500 años sin prácticamente ninguna comunicación con las lenguas colindantes. Comenzamos a hablar de la necesidad de comunicarnos para homologar lo que estamos haciendo», ha manifestado.

Y ha explicado que con la guerra del 36 la poesía, «que venía excelente, quedó totalmente truncada», al igual que la narrativa, que ya tenía atisbos de romper con el costumbrismo. Ya en los años 60-70 nació el «fenómeno Gabriel Aresti», y con él comenzó la comunicación con otros idiomas. Algunas novelas se traducían del castellano al euskara, pero no ocurría a la inversa.

Así es como Lertxundi llega a la segunda palabra clave, «reconocimiento». «Yo sé que algunos escritores que conozco son buenos porque los he leído. Pero quienes desconocen la lengua saben que somos escritores, pero solo eso porque no tienen posibilidad de leernos. Esa incomunicación entre lenguas es lo que nos preocupa. El reconocimiento hay que ganárselo», manifiesta.

Así, en los 70 había un grupo de escritores en euskara sin ningún tipo de reconocimiento por parte de los lectores en castellano. Y ello les llevó a la tercera palabra, «traducción».

Lertxundi opina que no eran conscientes de la importancia que tenía la traducción al euskara de las obras de literatura universal, pues hasta ese momento la referencia de los escritores en euskara eran obras escritas y leídas en otros idiomas. Al encontrar esas obras en euskara se da pie al diálogo. «No habría sido posible si no se hubiera fundado una escuela de traductores», opina.