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¿Una nueva doctrina Paasikivi-Kekkonen para Ucrania?

Según señalan distintos analistas, Rusia reclama un estatus de neutralidad para Ucrania entre sus demandas para acabar con la guerra. La situación de Finlandia tras la Segunda Guerra Mundial y la doctrina Paasikivi-Kekkonen aparecen como un antecedente.

Soldados finlandeses abandonan Vyborg ante el avance soviético en 1940. (FINNISH WARTIME PHOTOGRAPH ARCHIVE)

En el contexto de las negociaciones para terminar con la guerra en Ucrania, se ha difundido que una de las demandas rusas es que este país tenga un estatus de neutralidad, sin integrarse en la OTAN (un aspecto que ya asume Volodimir Zelensky). Se ha hablado de que sería una solución similar a la de Suecia o Austria, pero la reclamación recuerda a la doctrina Paasikivi-Kekkonen implementada en Finlandia a partir de la década de 1950, en plena Guerra Fría.

El nombre viene de los presidentes finlandeses Juho Kusti Paasikivi, que gobernó desde 1946 hasta 1956, y sobre todo de Urho Kekkonen, que dirigió el país desde 1956 hasta 1982. El objetivo era garantizar tras la Segunda Guerra Mundial la independencia de Finlandia como estado soberano frente a la URSS, con quien compartía una larga frontera terrestre. La Unión Soviética se había apropiado de territorios que fueron finlandeses como Karelia y la ciudad de Vyborg (conocida como Viipuri en finés).

Finlandia era parte del Imperio ruso. Desde 1809 hasta 1917 se articuló como un Gran Ducado con una unión personal con el zar. La Revolución de Octubre supuso la independencia de Finlandia y su separación de la Unión Soviética.

Guerra

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Finlandia se enfrentó con la URSS en dos ocasiones. La primera de ellas fue en la llamada Guerra de Invierno entre 1939 y 1940, tras una invasión soviética de Finlandia. La firma del Tratado de Moscú, que puso fin a esta contienda, supuso para Finlandia la cesión de Karelia y la ciudad de Vyborg, el 10% de su territorio.

En la segunda, en la llamada Guerra de Continuación entre 1941 y 1944, Finlandia tuvo el apoyo de la Alemania nazi en su lucha contra la URSS y no ocultaba su voluntad de recuperar el territorio cedido en la guerra anterior. La historiografía soviética denomina a esta contienda el Frente Finlandés de la Gran Guerra Patriótica. Este enfrentamiento concluyó con el Armisticio de Moscú, por el que Finlandia ponía fin a su alianza con los nazis, se volvía a las fronteras de 1940 y Helsinki cedía a Moscú terrenos para instalar una base en la península de Porkkala.

La ruptura de la alianza con los nazis supuso para Finlandia un nueva guerra, la de Laponia entre 1944 y 1945, para poder cumplir con la exigencia soviética de expulsar a los alemanes de su territorio.

Base de Porkkala

De este modo, Finlandia llega al final de la Segunda Guerra Mundial derrotada, con la pérdida de territorio y la presencia de fuerzas soviéticas en Porkkala. En esta zona, la URSS construyó una base situada a apenas 50 kilómetros de Helsinki, a la entrada del golfo de Finlandia. La zona controlada por la URSS era atravesada por el ferrocarril entre Helsinki y Turku. El tráfico ferroviario se mantuvo entre las dos ciudades, pero cuando el tren entraba en la zona bajo control soviético se tapaban las ventanas con tablones para evitar que los pasajeros viesen o fotografiasen el despliegue militar. La base se cedió a la URSS por 50 años, hasta 1997, pero el Ejército Rojo la abandonó en 1956.

Su propia independencia estaba en cuestión. No hay que olvidar que Lituania, Letonia y Estonia se integraron en la URSS tras la Segunda Guerra Mundial después de haber sido independientes en el periodo de entreguerras y caer bajo la órbita nazi posteriormente.

Acuerdo renovado en 1983

La solución que encontró Paasikivi para mantener la independencia del país fue una neutralidad peculiar, en la que la presencia y la influencia soviética eran importantes. En 1948, Finlandia y la URSS firmaron el Acuerdo de Amistad, Cooperación y Asistencia. Helsinki aceptaba la obligación de ayudar a los soviéticos en caso de una agresión armada de «Alemania o sus aliados». El acuerdo se renovó en 1955, en 1970 y 1983.

Finlandia consiguió eludir su pertenencia al Pacto de Varsovia y establecer un sistema multipartidista. Pero, en cambio, se comprometió a estar fuera de la OTAN. De hecho, no se integró en la Unión Europea hasta 1995, cuatro años después de la disolución oficial de la URSS.

Se trataba de una neutralidad peculiar, con una influyente presencia soviética y con límites a la diplomacia y a la acción exterior finlandesa. Helsinki, por ejemplo, no denunció la intervención en Praga. La influencia soviética se dejaba notar además mediante su apoyo al Partido Comunista de Finlandia, que llegó a ser el más votado en las elecciones de 1958.

Como en los buenos episodios de la Guerra Fría, también existía una intervención en la política finlandesa a través de la financiación del Partido Socialdemócrata.

Esta situación de neutralidad hizo que en 1973 se firmaran en la capital finlandesa los Acuerdos de Helsinki, suscritos por 35 estados y que dieron origen a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en la que tomaron parte desde el inicio países de los dos lados en los que se dividió Europa en la Guerra Fría, además de Estados Unidos.