Domingo de Óscar

Se avecina la edición más extraña en la historia de los premios de la Academia de Hollywood, por los cambios que se quieren introducir a marchas forzadas en pos de la recuparación de la audiencia perdida. De antemano ya se puede adelantar que el que sale perdiendo es el cine, que cada vez pinta menos en el evento. La presentadora Amy Schumer ha prometido una conexión con Volodymyr Zelensky, que puede colar por aquello de que antes que presidente de Ucrania ha sido actor. Lo que ya no tiene cabida es la inclusión de estrellas del deporte como presentadores, en una especie de ‘conquis’ a la americana.

Para meter a esta gente intrusa han tenido que quitar espacio de la ceremonia a ocho categorías premiadas, cuyas correspondientes estatuillas no serán entregadas en vivo, sino una hora antes en medio del desfile por la Alfombra Roja, con la moda como gran protagonista de la velada.

La compositora Germaine Franco, finalista por la banda sonora de ‘Encanto’, se ha sentido doblemente discriminada por la medida, tanto como mujer como por su origen mexicano. Y en medio del caos hay que preguntarse a qué público va realmente dirigida esta entrega de premios. Las redes presionan y ya empiezan a votar en fase experimental, con grupos que masivamente apoyan a su estrella favorita, aunque la interpretación de turno sea más merecedora de un Razzie.