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'El chico', Chaplin y su primera denuncia social

Las restricciones derivadas de la pandemia impidieron el pasado año la celebración del centenario de 'El chico', cuyo estreno en Euskal Herria se produjo en 1922. Esta película supuso un punto de inflexión en la obra de Charles Chaplin por ser considerada como la que instauró el cine social.

Charles Chaplin y Jackie Coogan en 'El chico'. (NAIZ)

Un año después de cumplirse el centenario del estreno de 'El chico' de Charles Chaplin, diversas iniciativas como la exposición organizada por el museo dedicado a Charles Chaplin en Corsier-sur-Vevey -ubicado en la pequeña localidad suiza en la que vivió durante veinticinco años- o la difusión de la copia del filme -restaurado en formato 4K- que no pudieron llevarse a cabo debido a las restricciones derivadas de la pandemia, otorgarán mayor difusión a una película que marcó un antes y después en la carrera de Chaplin y por extensión en la historia del cine.

En su día, 'El chico' fue publicitada como 'Seis rollos de alegría', algo que no se acercaba a la visión de un Charles Chaplin que quería aprovechar la fama y fortuna que le habían aportado sus andanzas en formato corto protagonizadas por su inmortal personaje, para crear historias de mayor metraje, empaque y ambición, tanto temática como creativamente.

De esta forma, 'El Chico' fue el punto de partida de una filmografía destinada a denunciar las injusticias sociales, como más tarde mostraron 'Tiempos Modernos' (1936) y 'El Gran Dictador' (1940), película está última en la que demostró que se podía hacer humor de personajes tan temibles como Hitler o Mussolini y, de paso, advertir de los peligros que conllevaban ciertas corrientes políticas.

El punto de partida de 'El chico' fue la propia vida de su director y protagonista, un recuerdo enraizado en su propia infancia, marcada por la ausencia constante de su padre alcohólico y la de su madre, ingresada de manera habitual en diversos hospitales siquiátricos. Resultado de ello fue su paso por varios orfanatos que dictaron una infancia semejante a las descritas por Charles Dickens en sus novelas.

Chaplin siempre tuvo presente sus orígenes entre mugre, charcos de barro y mucho desencanto social. Pero también trajo consigo de los barrios bajos londinenses el recuerdo de una clase obrera que, a pesar de ser constantemente vapuleada, mantenía su orgullo inquebrantable. Por ese motivo y con el paso del tiempo, no eludió su compromiso con una época en la que el asomaba ese fantasma del comunismo que tanto aterraba a las altas esferas estadounidenses.

A ambos lados de la cámara, se atrevió a denunciar los males del capitalismo, la explotación de los trabajadores y se enfrentó al poder mediante la sátira. A pesar de que el cine no sabía hablar, su discurso era directo, alto y claro a través de gestos y miradas en secuencias que no pasaron desapercibidas para el Gobierno de Estados Unidos, el cual azuzó a su perro de presa favorito, John Edgar Hoover, para que su lustroso FBI lo persiguiera durante prácticamente toda su carrera.

En relación a estos episodios, una de las hijas de Charles Chaplin -Geraldine Chaplin- recordó en una entrevista concedida a ZAZPIKA que «no sabría decírte de manera detallada cómo se encontraba cuando fue consciente de que fue una víctima más de la "Caza de brujas", imagino que estaría muy cabreado. Personalmente, creo que mis padres fueron muy inteligentes a la hora de abordar este suceso. Cuando estábamos en el barco y llegó aquel célebre telegrama que le denegaba la entrada en los Estados Unidos, prolongamos nuestro viaje a Gran Bretaña y lo culminamos en Suiza. Mis padres siempre decían 'Cuando regresemos a los Estados Unidos...'. Con el paso de los años, descubrí que habían expulsado a mi padre y cuando alguien me decía 'Tú padre es comunista' yo me sentía orgullosa de él y, sobre todo, de la firmeza de sus convicciones políticas»

Un pequeño 'robaescenas'

Chaplin representó en 'El chico' su infancia en el distrito londinense de Lambeth. El filme, que hace constantes equilibrios entre el mayor de los abismos de la tragedia y la felicidad más luminosa, reconstruyó las calles donde se desarrolló esta difícil etapa de su vida. Según el experto Yves Durand «para comprender bien la obra de Chaplin, se debe conocer su infancia, porque todo viene de ahí, todo su trabajo está influenciado por esa etapa de su vida. El niño protagonista encarna al pequeño Chaplin, que desde muy pequeño tuvo que pedir comida en la calle y cuidar de su madre, ya que su padre, del que lo poco que se sabe es que era alcohólico, solía estar ausente».

La película fue vista desde su estreno como un golpe directo a la mandíbula del puritanismo estadounidense que condenaba sin juicio previo a las mujeres solteras que tenían hijos.

La escena en que la madre sale del hospital con su bebé y se funde con la imagen de Cristo llevando la cruz, simbolizando así la pasión y el dolor que ella iba a pasar por abandonar a su hijo, y el rótulo que la acompaña: «La mujer cuyo pecado era ser madre», subrayaron el mensaje social que quería enviar Chaplin.

De igual manera funciona la escena del niño arrancado de los brazos de su padre adoptivo y lanzado a la parte trasera de un carromato de los servicios sociales, no solo es una de las icónicas imágenes de la historia del cine, sino también el particular reproche de Chaplin a su funcionamiento como buen conocedor de los hospicios.

La película fue considerada en 2011 "cultural, histórica y estéticamente significativa" por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su conservación en el National Film Registry.

Junto a Chaplin destacó el pequeño robaescenas que dota de sentido al título y a la propia película, un precoz actor de cinco años llamado Jackie Coogan que, de manera casi involuntaria, reactivó a un Chaplin que por entonces se encontraba muy tocado emocionalmente porque tan solo tres semanas antes de iniciar el rodaje, sufrió la trágica muerte de su primer hijo con la actriz Mildred Harris, un bebé que murió con menos de tres días de vida debido a una malformación.

En palabras de Durand «el encanto y la vitalidad del niño revitalizaron a Chaplin, quien vivió con él durante un año de grabación en el estudio entablando una relación paternofilial».

Coogan saltó al estrellato tras 'El chico' y rápidamente se convirtió en el primer actor infantl que alcanzó gran notoriedad. Con el paso del tiempo pasó a ser uno más de los muchos juguetes rotos que surgieron al amparo de los grandes estudios de Hollywood. En el caso de Coogan, este continuó haciendo películas, representando en aquella época su eterno rol de niño encantador, y entre 1924 y 1925 llegó a ganar cerca de 25.000 dólares por semana.

Sin embargo, el final de su carrera fue determinado por un choque frontal con la realidad y el paso del tiempo, ya que cuando cumplió la mayoría de edad descubrió que todo su patrimonio había desaparecido.

Su madre y su asesor finaciero despilfarraron toda su fortuna y a la otrora pequeña estrella de cine no tuvo más remedio que malvivir con la ayuda de pequeños papeles. Tras una larga travesía por el desierto que se prolongó durante 40 años, Jackie Coogan encontró su pequeña redención interpretativa encarnando al Tío Fétido en la célebre serie televisiva "La familia Addams", que se emitió con gran éxito entre 1964 y 1966.

Como cineasta, Chaplin siempre ha destacado por sus composiciones de los encuadres, su sabia utilización de las elipsis, la desbordante inventiva a la hora de planificar gags vertiginosos y, sobre todo, su equilibrio a la hora de fusionar en un mismo filme el drama y la comedia.

El prestigioso crítico y teórico del cine André Bazin dijo del talento de Chaplin en su 'Introduction à une symbolique de Charlot' «las mejores películas de Chaplin pueden volver a verse una y otra vez sin que disminuya el placer, muy al contrario. Sin duda se debe a que la satisfacción que dejan determinados gags es inagotable por la profundidad que tienen, pero, sobre todo, a que ni la comicidad ni el valor estético son en absoluto deudores de la sorpresa. Ésta se agota una vez, y en su lugar queda un placer mucho más refinado que es la expectativa y el reconocimiento de una perfección».

Las ovejas de Kennington Cross

El origen de 'El chico', en lo relativo a su equilibrio entre drama y comedia, se encuentra en un paseo compartido por dos niños, Charlie y su hermano Sydney, junto a su madre, Lily Harley. Los tres retornaban a su diminuto habitáculo mientras recorrían las callejas de Kennington Cross en Londres.

Según dejó escrito el futuro cineasta y actor en sus memorias «al final de la calle había un matadero y las ovejas pasaban delante de casa, de camino al sacrificio. Un día una de ellas escapó y algunos intentaron echarle mano, tropezando entre ellos. Yo me reía, encantado de su pánico y de sus ágiles saltos.Cuando cogieron a la oveja y se la llevaron al matadero me di cuenta de la realidad de la tragedia... Me pregunto si aquel episodio no puso los cimientos de mis futuras películas: la combinación de lo trágico y lo cómico».

Años después, en blanco y negro silente, descubriremos a un recién nacido que ha sido abandonado en un callejón, junto a unos contenedores de basura. Un poco más tarde, un vagabundo pasará a su lado y comenzará una crónica impermeable al paso del tiempo