Corsica, un volcán latente
Mes y medio después de la muerte de Yvan Colonna, golpeado y estrangulado por otro preso en una cárcel gala, la tensión aún es palpable en Corsica. El Estado francés no mueve ficha y la juventud isleña, que no ha conocido la época de lucha armada, parece decidida a escribir su propia historia.
Las cosas deben avanzar. Aquí estamos para recordárselo a todos. Tanto al Estado francés colonial, como a los corsos. De nosotros depende abrir la puerta», asegura un joven habitante de Bastia cuya edad es difícil de adivinar. Al igual que docenas de compañeros a su alrededor, su rostro se oculta tras unas gafas de esquí y una máscara de gas. Al ser preguntado, dice formar parte «de una generación joven que ya no acepta someterse».
Principios de abril. Desde hace varias semanas, grupos de jóvenes vestidos de negro atacan las comisarías y las prefecturas con cócteles molotov. Pintadas hostiles al Estado francés y a favor del FLNC florecen en los muros de las grandes ciudades, donde kas banderas francesas son quemadas.
Desde el ataque a Yvan Colonna el pasado 2 de marzo, la isla no despega; un escenario que hace temblar al Gobierno francés.
La juventud, al frente
En este contexto, las elecciones presidenciales francesas (información sobre la segunda vuelta en la página 16) pasan casi a un segundo plano. El 9 de abril, víspera de la primera vuelta, gran parte de la publicidad electoral de Bastia y Aiacciu estaba cubierta con carteles que decían «Estado francés asesino». «Si hubieran acercado a Colonna y a los prisioneros de Corsica, esto no habría ocurrido. El Estado francés cosecha lo que siembra», explica una joven comerciante de Bastia. En el escaparate de su establecimiento, como en muchos otros, un cartel con el rostro de Colonna.
Serena Battestini, elegida para la Asamblea de Corsica y miembro del partido independentista de izquierda Core in Fronte, muy popular entre la juventud, muestra un desinterés total frente a las presidenciales francesas: «Hicimos una campaña por el boicot porque no nos preocupan, eso es todo», afirma. «Si hoy la juventud está también presente en la lucha, es porque quiere escribir su propia historia, está cansada de ser espectadora de una injusticia que se perpetúa generación tras generación. La ira hacia el Estado francés es enorme», subraya.
Thierry Dominici, investigador del Instituto Montaigne, es uno de los mayores especialistas en el nacionalismo corso. Es quien más se ha acercado tanto a las grandes figuras como a las bases de los grupos más radicales. «Después de lo ocurrido con Colonna, fueron los jóvenes quienes convocaron una manifestación en Corti. Fue una enorme sorpresa. Las grandes figuras del nacionalismo, que hoy son elegidas, han sido superadas hasta tal punto que han tenido que entrar casi por la fuerza en el movimiento. Esta juventud, que no ha conocido la lucha armada, ya no quiere esperar más. Ha abierto un frente con una estrategia de guerrilla urbana, muy similar a los black bloc. Y la imagen que transmite a los corsos es muy positiva, porque no encarna la violencia, sino la resistencia ante la injusticia», sostiene.
Perspectivas
Ante esta situación, el autonomista Gilles Siméoni, presidente del Consejo Ejecutivo de Corsica desde 2015 y mascarón de proa del nacionalismo corso –hijo de Edmond Siméoni, a menudo considerado el fundador del nacionalismo corso–, no oculta su inquietud. Ocupa un papel central tanto en Corsica como en las relaciones con París, y evoca «un punto de inflexión». Dice comprender la impaciencia y el cansancio de la juventud, pero le preocupa que el estancamiento político dé a luz «25 años de violencia y represión».
Si bien el movimiento nacionalista corso está más unido que nunca, dos corrientes coexisten: la de Siméoni –la más potente–, favorable a la autonomía, y la de partidos como Core in Fronte o Corsica Libera, que «están de acuerdo con en el estatuto de autonomía», pero porque lo consideran «un paso hacia la independencia», asegura Serena Battestini. «La deposición de las armas del FLNC [en junio de 2014] ha llevado a la isla a un gran proceso de popularización del nacionalismo. Está en todas partes. Los autonomistas ostentan el poder en la región, con los independentistas en la oposición. Pero la dificultad es la misma para todos: obligados a su papel institucional, no pueden dar un golpe sobre la mesa», según Dominici.
Aún así, se han logrado avances. Tras el acercamiento de dos presos a la isla, para apagar el incendio, el ministro francés de Interior, Gérald Darmanin, se comprometió en marzo a iniciar negociaciones sobre «el conjunto de las problemáticas corsas, incluida la evolución institucional hacia un estatuto de autonomía que queda por precisar».
Sin embargo, el aplazamiento de esta iniciativa ha provocado aún más tensión, y esto no va a parar. «Es la primera generación que vive la ausencia de lucha armada. Hacen las cosas a su manera, y han visto que tienen peso en la relación de fuerzas. El Estado francés está atrapado en una espiral difícil, y dejar la situación estancada no detendrá a los jóvenes», concluye Thierry Dominici.