Tras los pasos de la Revolución de los Claveles en Lisboa, 48 años después
Lisboa fue el centro neurálgico de la Revolución del 25 de abril de 1974, que acabó con 48 años de dictadura salazarista. Hoy, casi medio siglo después, las huellas de la revuelta constituyen uno de los atractivos turísticos de la ciudad.
En las primeras horas del 25 de abril de 1974 las columnas de militares rebeldes entraron en Lisboa. Al amanecer, miles de personas se sumaron a la revuelta y en pocas horas, los rebeldes derrocaron al primer ministro, Marcelo Caetano, poniendo fin a 48 años de dictadura salazarista en Portugal.
Medio siglo después, la ‘Ruta de la Revolución’ es ahora un recorrido turístico que acerca a los visitantes a los acontecimientos. Placas y homenajes recuerdan en la capital los acontecimientos de la Revolución de los Claveles, aunque las marcas más vivas se mantienen en la memoria de muchos lisboetas.
A las 00.25 horas, en Radio Renascença sonó el ‘Grândola, Vila Morena’, una canción prohibida por el régimen y que era la contraseña para que los militares avanzaran hacia Lisboa. La Revolución había comenzado. La música se emitió desde un estudio en la Rua de Ivens 14. Hoy, el edificio se ha remodelado por completo y es The Ivens, un hotel cinco estrellas.
La Praça do Comércio, también conocida como Terreiro do Paço, fue ocupada por las tropas comandadas por el capitán Salgueiro Maia. Desde allí, al amanecer, la columna avanzaría hacia la sede del Gobierno.
La plaza albergaba entonces los ministerios del Ejército y de la Marina y era uno de los centros de poder político del ‘Estado Novo’, el régimen impuesto por António Oliveira de Salazar, a quien sucedió Caetano. Se trata de una de las plazas más grandes de Europa y es hoy visita obligada para los turistas y acoge varios restaurantes.
Praça de Rossio
En la Praça Dom Pedro IV, conocida como la Praça de Rossio y una de las más importantes de la ciudad, la multitud arropó a los rebeldes. Fue ahí donde comerciantes y vendedoras de flores comenzaron a repartir claveles rojos y cigarrillos a los soldados.
Hasta allí se acercaron vecinos como António Ferrera, atónitos por los acontecimientos: «Nadie sabía lo que era una revolución porque este país estaba tan cerrado por la dictadura que nadie sabía lo que era discutir de política ni nada de eso», explica.
Aquella mañana él y su mujer iban a sus trabajos cuando se toparon con la revuelta. «El pueblo estaba eufórico, la libertad fue la mejor cosa que pudo venir», recuerda Ferrera.
El cuartel Do Carmo y la rendición de Caetano
Hacia mediodía, el capitán Salgueiro Maia y sus soldados cercaron el Cuartel do Carmo, donde pasó sus últimas horas Marcelo Caetano. Su rendición abrió la puerta a las primeras elecciones libres desde 1925.
La única sombra de la jornada fueron los cuatro civiles muertos por disparos de agentes de la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE), un órgano represor de la dictadura. En su antiguo edificio, en rua António María Cardoso, una placa recuerda que «en la tarde del 25 de abril de 1974, la PIDE abrió fuego sobre el pueblo de Lisboa». También aparecen los nombres de las víctimas.
Hoy no existe la PIDE y el Carmo alberga al Comando General de la Guardia Civil Republicana.
Frente al Carmo, Teresa, una guía española, explica a los turistas lo que supuso la Revolución: «Explico el 25 de abril de una manera sentimental para que entiendan que el pueblo portugués no es solamente ‘bacalhau’ o el tranvía 28 –uno de los atractivos turísticos de la ciudad–, sino que tiene historias como esta que nos enseñan que hay cosas que se pueden conseguir mediante movimientos pacíficos».