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Marc Casals
Autor de «La piedra permanece: historias de Bosnia-Herzegovina»

«Bosnia resiste como las piedras, con mala salud de hierro»

Con quince años de estancia en los Balcanes, la mayoría en Sarajevo, Marc Casals ha tejido un mosaico de historias de ciudadanos de la multiétnica Bosnia. Lo ha presentado en el 30 aniversario del inicio de la guerra. Pero va más allá de guerras.

Marc Casals, autor de «La piedra permanece: historias de bosnia-herzegovina». (Jon URBE | FOKU)

Marc Casals (Girona, 1980) lleva ya 15 años viviendo en los Balcanes, la mayor parte en Sarajevo, por lo que sabe de lo que escribe. Coincidiendo con los 30 años del inicio de la sangrienta guerra de Bosnia, presentaba recientemente en Donostia “La piedra permanece: Historias de Bosnia-Herzegovina”. Un mosaico de historias de gente más o menos común y que revela la atracción especial que al autor y a tantos otros ha generado y siguen generando Bosnia y sus habitantes, pese a su traumática historia reciente. De lectura imprescindible no solo para los apasionados por los Balcanes sino para quien quiera sumergirse en ellos más allá de tópicos.

Se decidió por vivir y escribir en y sobre los Balcanes...

Fue bastante casual y por motivos profesionales. Como intérprete-traductor me convenía aprender búlgaro para trabajar en la UE y recalé en Sofía. Al ir viajando me apasioné por los Balcanes, sobre todo por Bosnia, y decidí quedarme. Y en ese suspiro han pasado 15 años.

«La Piedra permanece». Es un título sugerente.

Utilicé como epígrafe una cita de Albert Bordeaux, un geógrafo francés. Estuvo en Bosnia y se convirtió en un viajero decimonónico. Escribía libros de viajes, estuvo en Siberia, en Rhodesia (hoy Zimbabwe)… por todo el mundo. Pero el país que le dejó una huella más profunda fue Bosnia. Y escribió “La Bosnie Populaire”, donde narra su recuerdo de una fuente junto a un camino. En la tradición musulmana una de las obras pías que hacen los creyentes es pagar para poner fuentes en las vías para que los caminantes se refresquen.

La fuente tenía una inscripción labrada en mármol blanco, que rezaba «El agua fluye, la piedra permanece». Me pareció, además de poética, muy en la línea de mi libro, que son, al fin y al cabo, historias de resistencia ante la adversidad, de gente que permanece siendo ella misma. Aunque se erosione, la piedra sigue ahí, y aguanta.

Es un libro sobre Bosnia, no solo sobre la guerra de Bosnia...

He procurado ensanchar un poco el foco, habitualmente centrado en la guerra, y he intentado introducir elementos de historia, cultura, tradiciones, paisajes.., para que se vea que Bosnia es un país que tiene muchas más dimensiones que la de un conflicto bélico.

¿Cómo es Bosnia?

Tengo un libro que precisamente lo explica (se ríe).

«He ensanchado el foco, siempre centrado en la guerra, para introducir al lector en un país apasionante»

¿Nos adelanta un aperitivo antes de que lo leamos?

Me parece un país muy rico, muy diverso, con muchos contrastes paisajísticos, culturales, religiosos, identitarios… donde la mayoría de la gente, pese a arrastrar vivencias traumáticas, es muy cálida, muy cercana, amable, con mucho sentido del humor, Es un lugar que, y conozco a bastante gente que coincide en ello, tiene una fuerza y una atracción especial.

Se cumplen 30 años del inicio de la guerra de Bosnia, ¿Como está actualmente el país?

Por desgracia, no en el mejor momento. Hasta el año 2005 parecía que el país avanzaba, pero ha habido un estancamiento y un deterioro gradual en los últimos tiempos.

En los últimos meses, el líder serbobosnio, Milorad Dodic, uno de los miembros de la Presidencia tripartita, ha iniciado una especie de escalada secesionista probando y tanteando hasta dónde le permite el contexto internacional.

Ahora parece que se ha refrenado un poco a la espera de ver cómo se reorganiza el tablero geopolítico tras la invasión rusa de Ucrania, pero en cualquier caso la estructura heredada por los acuerdos de Dayton se ha revelado como disfuncional y al mismo tiempo no hay un acuerdo sobre en qué dirección reformar y dirigir al país.

Bosnia sigue con una mala salud de hierro, pero empeorando en los últimos tiempos.

¿La República Sprska es hoy la principal amenaza, pero ¿cuál es la relación de Bosnia con Croacia, con la que comparte federación?

Durante la guerra, el líder croata, Frandjo Tudjman, no pudo ocultar su obsesión por apropiarse de parte de Bosnia, concretamente de Herzegovina y de Bosnia central, donde también hay zonas con mayoría croata.

«La invasión de Ucrania les ha apesadumbrado y recordado que tienen la espada de Damocles geopolítica»

Hoy mismo, dentro de Bosnia, el nacionalismo croata es muy herzegovino-céntrico y busca una reforma de la ley electoral que beneficie a sus intereses. Cuenta con el apoyo de Croacia, especialmente valioso porque están la UE y puede ejercer como lobby en Bruselas. Los políticos de la UE ven con buenos ojos esas reformas.

El actual presidente croata, Zoran Milanovic, es un político bastante vehemente y no pierde oportunidad para lanzar desprecios contra Bosnia.

Marc Casals tras la presentación de su libro en Donostia. (Jon URBE/FOKU)

¿Cómo se ve la guerra en Ucrania desde Bosnia?

Estaba en Sarajevo el día que Rusia invadió Ucrania y la gente y mis amigos estaban muy alterados, veías en sus caras que les volvían los recuerdos de sus experiencias pasadas y son conscientes de que están en un punto geoestratégico inestable. Les consume mucha cantidad de energía intentar construir y reconstruir sus vidas. Tener siempre una espada de Damocles geopolítica pendiendo sobre sus cabezas no es nada fácil.

¿Qué opina sobre esas comparativas que se hacen desde algunos sectores entre el conflicto entre Rusia y Ucrania con la guerra tras la desintegración de Yugoslavia?

Con los años se ha ido armando un relato, supuestamente antiimperialista, que hace una interpretación muy parcial de las guerras balcánicas, seleccionando hechos de forma arbitraria para hacerlos coincidir con él. Un relato potenciado por Rusia, que se centra en los bombardeos de la OTAN contra Serbia con motivo de la guerra de Kosovo.

Yo desconfío, por principio, de los relatos unívocos y pienso que, desde el antiimperialismo y la izquierda, tenemos que estar atentos porque podemos estar simplemente reproduciendo propaganda del bando opuesto.

Serbia ha celebrado elecciones y el presidente, Aleksandar Vucic, ha revalidado su victoria.

Tiene controlados los resortes del poder y nada apuntaba a un cambio. A nivel geopolítico, Serbia sigue siendo un actor imprescindible en los Balcanes, es el Estado más grande de los sucesores de Yugoslavia.

Lo que está haciendo Vucic es mantener una política de equidistancia entre la UE, Rusia y China, una especie de reedición contemporánea en la estela de los países no alineados de Tito, que en Serbia tiene cierta lógica.

Pero no sé hasta qué punto la podrá mantener después de lo que está ocurriendo en Ucrania. Está recibiendo muchas presiones… y cada vez es más un ejercicio de funambulismo.

«Bosnia tiene futuro. Pero la disfuncionalidad clientelar empuja a los jóvenes a irse»

¿Qué ha supuesto la independencia de las repúblicas que conformaban Yugoslavia?

En Croacia, donde vivo actualmente, siempre he tenido la sensación de que los horizontes de la identidad croata se estrecharon con la independencia.

Hubo un esfuerzo deliberado en los ámbitos lingüísticos y simbólicos por alejarse de lo que era yugoslavo, balcánico, oriental, para construir una concepción sesgada en la que insisten en que ‘nosotros no tenemos nada que ver con eso, somos europeos, occidentales’.

¿Y en Serbia?

Todos los países se han replegado un poco sobre sí mismos. Lo que ocurre con Serbia es que tiene minorías sustanciales en los países vecinos y cuestiones territoriales no resueltas. La de Kosovo es la más evidente.

¿Y Eslovenia?

Es un caso distinto. Se conserva más la nostalgia por el pasado yugoslavo común. El proceso de independencia fue también diferente, más rápido y menos cruento, comparado sobre todo con lo que vino luego. De los Estados sucesores, es en Croacia y, sobre todo, en Kosovo donde menos se echa en falta Yugoslavia. En este último caso es normal, porque los albanokosovares se sentían ciudadanos de segunda clase en un país cuyo propio nombre marca el componente eslavo.

¿Fueron los bosnios los paganos de la desintegración de Yugoslavia?

La estadística cruda muestra que la mayoría de muertos, desaparecidos y desplazados en las guerras de disolución yugoslavas se produjeron en Bosnia, así que en sentido numérico no hay duda alguna.

Pero hay otra cuestión casi existencial: el tópico decía de Bosnia que era una Yugoslavia en pequeño y que, por tanto, si desaparecía Yugoslavia, Bosnia terminaría por desaparecer. Como sabemos, no ha ocurrido, pero el país está fragmentado por la división política.

La historia de Bosnia es mucho más larga que la de Yugoslavia y, en ella, las identidades llevan siglos conviviendo en distintas configuraciones políticas: Estados medievales, imperios multinacionales, Estados tal como los entendemos en la modernidad... Ojalá el país termine por encontrar un nuevo camino para la convivencia fuera del marco yugoslavo...

¿Encontrará Bosnia, y en general los Balcanes, esa fuente a la que hace referencia el título de su libro?

Capital humano hay, riqueza cultural, diversidad... también. El problema es que lo estructural, lo colectivo, o es muy disfuncional, como en el caso de Bosnia, o tiende a quedarse ahogado por el autoritarismo y las redes clientelares.

Hasta que no se consiga resolver esa servidumbre seguirá ocurriendo como hasta ahora, que la gente joven se está yendo, porque tienes solo una vida y si tu país, aunque sea el tuyo, no te ofrece expectativas, coges los bártulos y te vas a otra parte.