INFO

Pese a su control en el mar Negro, Rusia se mantiene lejos de zonas de la costa ucraniana

Rusia tiene el control de los accesos a Ucrania por el mar Negro, pero no puede aspirar a lanzar una operación anfibia para apoderarse de lo que queda de las costas ucranianas, ya que Kiev puede compensar con el lanzamiento de misiles la falta de una flota.

Foto de archivo del crucero portamisiles Moskva en la base naval de Sebastopol, en Crimea. El buque resultó hundido el pasado 13 de abril. (AFP)

Desde el inicio de la guerra el pasado 24 de febrero, el mar Negro es para los rusos «como su Mare Nostrum», pese a que el resto de Estados del litoral son miembros de la OTAN o aspiran a serlo algún día, como explica el capitán Eric Lavault, portavoz de la Marina Nacional francesa.

Según los servicios de inteligencia británicos, los rusos matienen una veintena de buques en este mar. Los dos estrechos de salida de esta cuenca, el Bósforo y los Dardanelos, están sellados desde finales de febrero por Turquía, en virtud de la Convención de Montreux de 1936.

Otro elemento que reafirma la posición de la flota rusa es la reciente toma de la ciudad portuaria de Mariúpol, ya que su dominio total del litoral del mar de Azov, al noreste de la cuenca del Negro, les permite alimentar «con una cadena logística muy directa» a unidades de combatientes en el Donbass desde el puerto de Novorosíisk, señala Lavault.

Sin embargo, el hundimiento del buque insignia ruso Moskva frente a Odesa (noroeste) el 13 de abril, que Kiev reivindica, creó una zona de incertidumbre sobre la capacidad ucraniana en lo que queda bajo su control en estas costas, donde, a falta de una Marina operativa, puede apoyarse en las baterías de misiles Neptune o Harpoon donados por Gran Bretaña.

«Esta zona representa una amenaza que los rusos deben tomar en cuenta», revela Igor Delanoë, director adjunto del Observatorio Franco-Ruso y especialista en la marina rusa.

«Cordón sanitario marítimo»

Esto puede impedir que Moscú lance una operación anfibia en la zona de Odesa para cercar el centro de Ucrania y unir a sus efectivos de la zona separatista prorrusa de Transnistria en Moldavia, como evocó la pasada semana un general ruso.

Esta hipótesis tiene lógica pero ahora mismo parece «fuera del alcance» de Rusia. «Hay que ver cómo se desarrollan las cosas en el Donbass», comenta Delanoë. Y, sobre todo, «sería necesario neutralizar las baterías costeras, si deciden apostar por esta opción», añade.

En este sentido, Michael Petersen, director del Instituto de Estudios sobre la Marina Rusa en el centro de estudio militar estadounidense US Naval War College, indica que no se sabe cuántos misiles Neptune tiene Ucrania.

Además, Lavault añade que los rusos «no tienen un dominio sobre el cielo y no son precisos en sus bombardeos con misiles», lo que limita su capacidad de neutralizar estas baterías.

Desde el inicio de la guerra, «Rusia tuvo grandes dificultades para encontrar y destruir baterías móviles tierra-aire –señala Petersen–. Creo que sucederá lo mismo con cualquier batería costera de defensa».

Para Lavault, Ucrania creó un «cordón sanitario marítimo» que le permite amenazar el aprovisionamiento por mar de las tropas rusas en el flanco sur, entre Jersón y Mykolaiv.

Este cordón está apuntalado por minas –algunas de las cuales comenzaron a soltarse y están a la deriva por el mar Negro– y será reforzado por drones marítimos de superficie, prometidos por Estados Unidos, que el Pentágono no ha querido aclarar si estarán armados. «Lo más probable es que vayan a ser utilizados para la vigilancia y el reconocimiento», estima Petersen.

Imagen aérea de la isla de las Serpientes, ubicada frente al delta del Danubio. (AFP)

La isla de las Serpientes, cuestionado punto estratégico

Lla isla de las Serpientes es otro punto especial en el mar Negro, ya que facilita una base de ataque pero también está muy expuesta. Desde el primer día del conflicto, los rusos la atacaron para apoderarse de ella.

Eso dio lugar al episodio, montado por la propaganda ucraniana según indica AFP, en el que los guardacostas de ese país radiaron un mensaje al citado crucero Moskva ordenándole «irse al carajo». No convencieron y el islote pasó a control ruso.

Pero la semana pasada los ucranianos afirmaron que bombardearon la isla y destruyeron una batería rusa, nueva ilustración de la importancia de este lugar.

Esta formación rocosa con forma de X, de 662 metros por 440 metros, ofrece una plataforma de tiro y está a unos 50 kilómetros de la desembocadura del Danubio, importante vía comercial hacia Europa Central, y a un centenar de kilómetros de Odesa. Además, está ubicada a menos de 200 kilómetros del puerto rumano de Constanza y a 300 kilómetros de la base naval rusa en Sebastopol.

También ofrece un amplio dominio marítimo y riquezas, especialmente hidrocarburos. Por ello, Rumania y Ucrania acudieron a la Corte internacional de Justicia para solucionar el contencioso que los oponía por el control de esos recursos. La Corte decidió en 2009 que la isla era ucraniana.

En la guerra iniciada por Rusia «es un punto fundamental, estratégico, que habrá que vigilar. Bloquea el acceso aeronaval a cualquier franja costera ucraniana y representa una amenaza en la desembocadura del Danubio», explica el capitán Eric Lavault.

Sobre tal plataforma, los rusos «pueden colocar material de defensa antiaérea, antibuques y misiles de medio alcance como complemento a la potencia de fuego de las naves de la flota del mar Negro, y es un punto de apoyo durante los acercamientos a las costas ucranianas», añade Igor Delanoë.

Pero, de otro lado, «la isla es vulnerable», resalta Michael Petersen, quien advirerte de que «cualquier ocupante puede hacerse atacar y es difícil proteger una isla tan pequeña».

¿Qué harán el resto de Estados litorales?

Por su parte, el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, dijo a la cadena Sky News la semana pasada que no cree que los rusos puedan controlar el mar Negro. «Ya no les pertenece», afirmó.

Pero, sea cual sea el resultado de la guerra, Rusia va a luchar por que el mar Negro se mantenga bajo su égida y va a seguir siendo un lugar de tensiones, que va a impactar en el flujo de la economía global.

Para Petersen, muchos estados del litoral, como Rumania y Turquía, están tomando lecciones de la guerra sobre la importancia de las baterías costeras y, si todos se hacen con este tipo de equipos, «el equilibrio naval va a oscilar hacia estos otros países», anticipa este experto, que cree que Rusia seguirá siendo la principal potencia pero «se sentirá ciertamente menos cómoda».